Los hijos de la antena

Yoani Sánchez

17 de mayo 2013 - 11:55

Antena Parabólica ilegal

Foto tomada del blog http://www.penultimosdias.com

 En el Día Mundial de las Telecomunicaciones

y de la Sociedad de la Información

Se ven iguales que todos los demás: pequeños, revoltosos, dispuestos al juego y a la burla, como cualquier niño. Pero algo los distingue, más allá del barrio donde viven o de la familia que tienen. Forman parte de una generación que se le escapa al adoctrinamiento de los medios oficiales, pues se ha refugiado en la programación televisiva ilegal. Son “los hijos de la antena”, los consumidores directos de la cartelera de esas parabólicas tan perseguidas como extendidas. Cuando la maestra les pregunta en el aula si vieron el noticiero del día anterior, son de los que miran hacia el techo o se inventan una respuesta. Pero cuando interactúan entre ellos, todos se saben el nombre del presentador de moda en La Florida o de la ganadora del último concurso de Nuestra Belleza Latina.

No hay estudios claros de cuántas personas en la Isla acceden a estos canales proscritos. Resulta difícil calcularlo porque es un tema del que se habla poco en público por temor a las confiscaciones y a las multas; pero también porque basta que una familia tenga una de esas antenas parabólicas para que pase la señal por cable a una decena, una veintena o medio centenar de casas de vecinos. Los más atrevidos hasta han instalado el tendido por debajo de las calles, después de fingir que hacían una reparación autorizada a causa de alguna tubería rota. El dueño principal del perseguido artefacto es quien decide la programación que después verán todos los abonados en sus respectivas pantallas. El precio mensual ronda los 10 dólares, aunque algunos pueden tener el servicio gratis, especialmente los delatores del barrio a los que se les compra de esa forma su silencio.

Sin embargo, más allá de estos detalles técnicos de cómo se comete tal ilegalidad, los más interesante es el fenómeno sociológico que está generando. Muchos cubanos de las jóvenes generaciones –especialmente en la capital- apenas si consumen la televisión nacional. Se han escapado de la dosis de ideología que ésta porta y la han sustituido por un surtido más frívolo pero menos politizado. Entre esa teleaudiencia hay muchos niños, para los que el efecto de las consignas y las campañas oficiales va en detrimento. Son los hijos de la antena, amamantados con lo ilícito y acostumbrados al otro lado de la información, o de la desinformación. Han crecido con el control remoto entre las manos y con dar un simple clic acceden cada día a lo prohibido.

P.D: "no tiene sentido prohibir" la circulación de noticias, pues ello es "casi una quimera imposible" porque la gente "las conocen". "Hoy las noticias de todos lados, las que son buenas y las que son malas, las que están manipuladas y las que son verdades, las que están a medias, circulan por las redes, llegan a las personas, las gentes las conocen, y lo peor es el silencio", indicó el funcionario ante una conferencia de educadores, según un reporte televisivo" aseguró hace pocos días Miguel Díaz-Canel, primer vice presidente de Cuba.



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