Lady, I love you

Yoani Sánchez

16 de enero 2009 - 00:47

 

Espero  en un banco del Parque Central a unas amigas, que ya llevan media hora de retraso. Ha sido un día duro y tengo pocas ganas de conversar con alguien. Un muchacho -que no rebasa los veinte- se me sienta al lado. Habla pésimamente el inglés, pero lo usa para preguntarme de dónde vengo y si comprendo el español. En un primer impulso tengo ganas de decirle que se largue, que no estoy para jineteros a la caza de turistas, pero lo dejo avanzar en su fallida estrategia de seducción.

No sabe que mi pálido pellejo lo he heredado de dos abuelos españoles, pero mi pasaporte es tan azul y nacional como el que tiene él. Si no fuera por su falsa apreciación de que soy extranjera, nunca se me acercaría. No soy un buen partido –eso se ve a la legua- pero él calcula que aunque parezca una forastera pobre, al menos puedo generarle una visa para emigrar.  Llega a decirme, estimulado por mi mutismo: “Lady, I love you” y después de semejante declaración de amor, no puedo seguir conteniendo la risa. Le apunto en mi peor slang centrohabanero “No gastes balas conmigo, que soy cubiche”. Se levanta como si lo hubiera picado una bibijagua y se va insultándome. Lo escucho cuando exclama en voz alta “esa flaca parece yuma, pero es de aquí y vale menos que la moneda nacional”. Mi día ha cambiado repentinamente  y empiezo a reírme sola en aquel banco, a pocos metros del Martí de mármol que adorna el parque.

La revancha le llega rápido al frustrado Casanova. Una nórdica en bermudas pasa por su lado y él le repite el mismo estribillo que me soltó a mí. Ella sonríe y parece deslumbrada ante su juventud y sus trencitas que terminan en cuentas de colores. Los veo irse juntos, mientras el ágil mancebo le declara su amor, en una lengua de la que apenas conoce una docena de palabras.

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