#MejorDesnudosQue
Mejor desnudos que...
Una mujer con los senos descubiertos hace de oráculo en una obra de arte efímero. Es La Habana de los años ochenta y el escándalo que trae la exposición “Nueve Alquimistas y un Ciego”, termina con su cierre y la satanización de no pocos artistas. La piel afuera es un desafío, una protesta, en un país donde el poder se enfunda aún hoy en uniformes verde olivo, mangas largas, calurosos atuendos que esconden, en lugar de mostrar.
Los autoritarismos manejan mal la desnudez. La sienten impura, sucia, humillante, cuando en realidad es el estado natural y primigenio del ser humano. Son pacatos los totalitarios, pacatos y timoratos. Les asusta cualquier gesto libertario y la demasiada piel expuesta la perciben como un gesto desafiante. Piensan así, porque –en el fondo- ven al cuerpo humano como algo impuro y obsceno. De ahí que el desvestir a sus contrincantes constituya una de las prácticas represivas que más disfrutan. Creen que al despojarlos de su ropa los reducen a ser simples animales. El mismo mecanismo mental que les lleva a llamar “gusanos”, “sabandijas” o “cucarachas” a sus críticos.
En una celda sin ventanas un guardia obliga a un preso político a desvestirse; en un cuarto donde nadie puede escuchar los gritos, tres mujeres hurgan bajo la ropa de una ciudadana recién apresada; en un albergue de una escuela al campo las duchas no tienen cortinas para que ningún estudiante pueda poseer para sí el territorio de su cuerpo; en una sala fría y gris los judíos eran despojados de su ropa antes de entrar a las cámaras de gas. Desnudar para humillar, desnudar para deshumanizar, desnudar para matar.
Las imágenes que llegan desde Venezuela, confirman que aún se practica la privación de la ropa como castigo moral. Un joven es desnudado por un grupo que busca degradarlo al exponer cada centímetro de su piel. Sin embargo, terminan convirtiéndolo en un ícono hermoso, puro, candoroso. ¡No hay suciedad en el cuerpo humano, no hay nada de que abochornarse en quedar ante los demás tal y como llegamos al mundo!
Que se avergüencen esos otros, escondidos tras uniformes, carcasas, grados militares que ellos mismos se otorgaron. ¡Que se abochornen esos que se ocultan bajo los deshonrosos atuendos del miedo!