La nostalgia, el ingrediente inseparable de las Navidades cubanas
La Habana/Si me tocara seleccionar un ingrediente inseparable de las Navidades cubanas sería la nostalgia. La nostalgia por los que han emigrado y ya no están en la mesa familiar, la nostalgia por un tiempo lejano y perdido que los ancianos recuerdan por estos días, la nostalgia incluso de quienes nacimos en una Cuba donde reinaba un ateísmo extremo, nos perdimos estos festejos por largos años y ahora tenemos, incluso, nostalgia por eso que nos arrebataron siendo niños.
Este 2019 ha sido un año difícil para los cubanos. La economía lleva tiempo estancada y en septiembre se hundió aún más con una crisis energética que el oficialismo catalogó de “coyuntural” pero que sigue afectando cuestiones cotidianas como el transporte, la disponibilidad y suministro de alimentos y la producción agrícola. De ahí que para estas Navidades muchos no han podido trasladarse hacia otra provincia para celebrar con sus parientes como tradicionalmente lo hacen cada Nochebuena.
Los precios de los alimentos también han subido a pesar del intento oficial de imponer precios topados o precios máximos a algunos productos
Los precios de los alimentos también han subido a pesar del intento oficial de imponer precios topados o precios máximos a algunos productos. De manera que la tradicional cena con cerdo asado, arroz, yuca con mojo y ensalada será este diciembre inaccesible para el bolsillo de muchas familias que deberán conformarse con platos más modestos. Otra buena parte de la población cubana podrá cenar de manera especial en Nochebuena y también el 31 de diciembre gracias a un pariente emigrado que ha pagado la factura de los festejos.
Quienes tienen acceso a la moneda convertible, reciben remesas, tienen un negocio privado o viajan con frecuencia al extranjero podrán completar los festejos navideños con algún turrón, una botella de vino y hasta algunas uvas. En las casas de los altos funcionarios y de los jerarcas del Partido Comunista muy probablemente haya banquetes, corra el ron y la cerveza, descorchen algún champán y den vivas por superar los 60 años en el poder.
Pero también en muchos hogares cubanos no pasará nada especial la noche del 24 de diciembre porque tras la interrupción, por décadas, de los festejos navideños, para muchas familias las celebraciones se concentrarán en la noche del 31 de diciembre, día de San Silvestre. Cuando una tradición se corta, se interrumpe, se cercena, lleva mucho tiempo restaurarla y hacer que sea reincorporada a la vida de un pueblo. Lamentablemente, en el caso de la Navidad, solo desde diciembre de 1997 (unos días antes de la histórica visita del papa Juan Pablo II a esta Isla) los cubanos pudimos recuperar como feriado el día 25 de diciembre. Han pasado solo 22 años y es poco tiempo para que una tradición vuelva a echar raíces.
No obstante, algunos rituales de fin de año se mantienen, como lanzar a la medianoche del 31 de diciembre agua por los balcones, ventanas, puertas y terrazas
No obstante, algunos rituales de fin de año se mantienen, como lanzar a la medianoche del 31 de diciembre agua por los balcones, ventanas, puertas y terrazas como una manera de limpiar todo lo malo del año que termina y empezar limpios de problemas el que comienza. Para este 2020 nos va a hacer falta mucho agua, porque el pronóstico económico para el país no es nada halagüeño y la testarudez de quienes nos gobiernan sigue apuntando a mantener el control estatal sobre muchos sectores productivos, amén de la demostrada ineficiencia de ese modelo. La represión política continuará porque solo con la mordaza y el castigo se puede mantener en el poder un Partido que se ha impuesto por la fuerza y que ha tratado de apagar la pluralidad de tendencias y voces que existe en esta Isla.
Otros, el 31 de diciembre queman un muñeco hecho con ropa vieja y paja también como símbolo de destrucción de lo negativo y lo viejo antes de que comience el nuevo enero. Pero en los últimos años se ha extendido otra costumbre: salir con una maleta y dar una vuelta a la manzana, un recorrido por la calle donde vivimos o por el barrio que habitamos. Un ritual que busca atraer un viaje, una visa, una invitación para salir del país y, probablemente, no regresar. En una Isla en fuga son cada vez más esos que vemos cargar con este equipaje en la noche del último día del año.
Este diciembre se suma, además, que estamos en conteo regresivo para una unificación monetaria
Este diciembre se suma, además, que estamos en conteo regresivo para una unificación monetaria, una reforma salarial y el fin de algunos subsidios que sin duda será un golpe duro para las familias más pobres y con menos recursos. Por eso, es "incertidumbre" la palabra que define el año que está a punto de comenzar y esa sensación de tener demasiadas dudas y muy pocas respuestas gravitará sobre las mesas familiares en estas navidades. Pero, repito, será la nostalgia el ingrediente principal de los festejos, la invitada no deseada, la protagonista de estas fechas.
La nostalgia por los que faltan, la nostalgia por lo que no tenemos sobre la mesa, la nostalgia por lo que nos quitaron. La nostalgia por lo que pudimos ser.
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