Ortega y Gasset conoce a Cachita
Desde el viernes estamos en Santiago de Cuba. Mi madre me encargó piedras del Santuario del Cobre y mi hermana, como en el estribillo de una canción tradicional, espera que le lleve "una virgencita de la Caridad". Sin embargo, hemos venido para algo más: extender el virus llamado "itinerario blogger" a esta provincia -con menos acceso a Internet que La Habana- pero con la misma necesidad de expresar opiniones.
El viaje ha resultado en una mezcla de impresiones, que necesitaría de varios posts para ser contada. Vine con la idea de encontrar un pueblo bailador y extrovertido, pero me voy sin haber visto una sonrisa. La plaza donde Raúl Castro habló de continuidad -hace apenas un mes- hoy está llena de personas a la caza de turistas y de mendigos que me piden algo de dinero para comer. Caminé no sólo por las calles llenas de comercios en pesos convertibles, sino por los empinados caminos con casas a punto de caer. "Ahorren agua, que sólo podemos llenar la cisterna cada dos semanas", fue la frase de bienvenida que nos dio una amable familia, donde dormimos cuatro noches.
Hoy, domingo en la mañana, tuvimos el encuentro más interesante. Jóvenes llenos de inconformidad, de deseos de hacer y ganas de cambiar las cosas, nos recibieron para oír hablar de la blogósfera cubana. En un principio tímidos, pero -después de algunos minutos- con muchas preguntas sobre esa herramienta tan plural que es una bitácora. Ya veremos si se suman al proyecto de Voces Cubanas.
Estuve en el santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, isla dentro de la Isla. Donde conviven, en una misma vitrina, las ofrendas por la liberación de los presos políticos y las insignias del Ejército Rebelde. Allí dejé mi premio Ortega y Gasset de periodismo, el mejor lugar donde podría estar. Por suerte, la larga mano de los censores no puede entrar a su templo. Alrededor de Cachita se extiende, todavía, uno de los pocos reductos de pluralidad que pueden verse en este verde caimán.