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Reformas lingüísticas

Yoani Sánchez

28 de noviembre 2012 - 07:00

No se preocupe, lector, que este texto no versa sobre lo que usted cree. No es un llamado a la Real Academia de la Lengua Española para que agilice el proceso de aceptación de nuevos términos, ni siquiera un reclamo para restarle complejidad a la ortografía castellana. Nada de eso. El sayo de filóloga hace un buen rato lo colgué, y ahora entiendo más de bytes que de sílabas, de tweets que de conjugaciones. Hablo más bien de esos giros peculiares que se utilizan en Cuba para designar los fenómenos económicos, políticos y sociales. Las “reformas” que vivimos parecen estar sucediéndose más en el campo de la lingüística y de la semántica que en la concreta realidad. Pondré algunos ejemplos… no se desespere.

En nuestro país se le ha dado en llamar “actualización del modelo socialista” a medidas que simplemente están agregando elementos de economía de mercado al sistema. Se designa como “trabajo por cuenta propia” a lo que en cualquier otra parte del mundo se le conocería como “sector privado”. Los desempleados tampoco son catalogados con la palabra correspondiente sino que llevan el rótulo de “trabajadores disponibles”, una manera muy suavizada de describir el drama de la cesantía. En los hospitales, cuando se recorta muchísimo el número de radiografías y de ultrasonidos se explica como una posibilidad para “potenciar el diagnóstico clínico”. Lo cual, traducido a un enunciado veraz, quiere decir que el médico debe descubrir con sus ojos y sus manos desde una fractura hasta una hemorragia interna.

Para el discurso oficial, la frustración popular con las reformas es sólo señal de “incomprensiones e indisciplina”. Si, además, esa inconformidad desemboca en una protesta callejera, entonces los participante no son ni “indignados”, ni “proletarios reclamando sus derechos”, sino más bien “mercenarios” y “contrarrevolucionarios”. En esta Isla, la expresión “el pueblo” es uno de los tantos seudónimos que tiene el poder, así que ya puede imaginar las confusiones que se crean a menudo. Cuando se lee “por decisión del pueblo soberano…” o “con la participación de todo el pueblo”, se podría sustituir el sujeto de cada una de estas frases por “el Partido Comunista”. Tampoco el virus del cólera puede mencionarse por sus seis letras, pues ya el periódico Granma ha acuñado la frase “enfermedad diarreica aguda”. Y a esos barrios paupérrimos que se extienden en la periferia de la ciudad ¡cuidado con llamarlos favelas o villas miserias!. Esos son, para la distorsionada semántica que nos rodea, “comunidades de bajos recursos”.

Yo no entiendo nada y usted tampoco. Un meta lenguaje se ha apropiado de nuestras vidas y ninguna palabra es lo que parece. Pero hágame caso, lector, y “no se preocupe”, que es justo la forma con la que decimos a diario “la situación es preocupante”.

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