Del susurro, al grito de Tatlin
La Habana/Los participantes de aquella primera edición del Susurro de Tatlin en La Habana, nunca olvidaremos ese minuto de libertad frente al micrófono que nos costaría años de insulto oficial. La propuesta de reeditar la acción performática, pero esta vez en la Plaza de la Revolución, nos trajo invariablemente los recuerdos de esa noche en el centro Wifredo Lam y la esperanza de que esta vez los micrófonos estuvieran abiertos para un mayor número de cubanos. Confieso que llegué a meditar en dónde sería mejor levantar el podio, colocar a los actores vestidos de verde que regularían el tiempo de alocución de cada cual y cómo se vería la paloma, con su revoleteo sobre el hombro de cada orador.
La víspera del 30 de diciembre pude hablar con Tania Bruguera, quien afónica y agotada, sentía ya que la jaula se cerraba alrededor de ella. Todas las señales apuntaban a que no le permitirían llegar hasta la Plaza y que la policía política desataría una ola represiva contra quienes quisieran acompañarla. Me aventuré a describirle tres posibles escenarios a los que se enfrentaría: que no la dejaran salir de casa o la arrestaran; que la dejaran acceder al lugar que estaría tomado por una repentina fiesta popular con cerveza barata, comparsa y música a todo volumen; que le dejaran hacer el Susurro de Tatlin pero llenando el tiempo del micrófono con voces que gritarían consignas oficiales. No había manera de agregar a esas variables una que concluyera con el coro de la pluralidad y la tolerancia haciéndose escuchar frente a la estatua de José Martí.
"Pero el susurro se transformó en el grito Tatlin...la Plaza está hoy en cada uno de nosotros"
En esa conversación le dije que “ya el performance está hecho; la acción artística se ha logrado”, pues con su propuesta Bruguera había develado el entramado de censura, cobardía cultural y represión que inmoviliza la vida cubana. Muchos de sus amigos artistas habían declinado acompañarla, algunos conocidos la habían llamado a ceder y a trasladar el Susurro de Tatlin hacia el interior de una institución y otros más comprometidos le advirtieron que existía un plan para “abducirla de la Plaza”. Desde la madrugada comenzó la danza macabra de los arrestos y la intimidación.
Damas de Blanco, activistas, periodistas y disidentes fueron encarcelados o impedidos de salir de sus casas. Los móviles de muchos comunicadores cortados, los mensajes de sólo textos cancelados y el acceso al correo electrónico Nauta restringido. En un susurro, fue saliendo la información de lo que ocurría. El equipo de 14ymedio sufrió con dureza el golpe, al tener dos reporteros y un colaborador detenidos y nuestra redacción bajo un operativo por horas. La lista de los encarcelados va creciendo en la medida en que las comunicaciones vuelven a funcionar y nos vamos llamando unos a otros, para actualizarnos.
Pero el susurro se transformó en el grito Tatlin. Ese que ahora se escucha a través de las líneas telefónicas, en Twitter, a las afueras de las unidades policiales, donde los familiares reclaman pasar el último día del año junto a los suyos. No lleva micrófono, ni paloma blanca, tampoco es un minuto de libertad sino largas horas de sufrimiento y desazón.
Tania, entre todos aquellos escenarios que proyectamos, faltaba este. Tú en la cárcel y desde allí, vestida con el uniforme gris de presa, hiciste la más contundente e inolvidable de tus acciones artísticas. La Plaza está hoy en cada uno de nosotros.