Cinco años de la llegada de internet a los móviles cubanos, una victoria amarga

Implementaron un servicio para luego censurar, suspender e impedir su uso de manera selectiva y con un evidente sesgo político. (EFE)
Implementaron un servicio para luego censurar, suspender e impedir su uso de manera selectiva y con un evidente sesgo político. (EFE)
Yoani Sánchez

16 de diciembre 2023 - 16:02

Este sábado cumplo una semana con el acceso a internet cortado en mi teléfono móvil. Casualmente, en este mes de diciembre hace cinco años que la navegación web se permitió, por primera vez, desde los celulares de los clientes del monopolio estatal de telecomunicaciones Etecsa. O sea, implementaron un servicio para luego censurar, suspender e impedir su uso de manera selectiva y con un evidente sesgo político.

En estos cinco años, a pesar de los vaivenes, los problemas de infraestructura, los altos precios de las recargas y las tijeras de Etecsa, la sociedad cubana ha crecido gracias a las rendijas que se han abierto en el muro del control informativo del Partido Comunista. Poder asomarnos a la gran telaraña mundial nos ha permitido acceder a otras voces, historias y testimonios. Ahora somos menos crédulos y más exigentes como ciudadanos.

Sin el acceso a internet muy probablemente no hubieran sucedido, o habrían sido más reducidas, las protestas populares del 11 de julio de 2021. Sin la posibilidad de publicar directamente en Facebook o en X (anteriormente Twitter), nos habríamos perdido la oportunidad de escuchar tantas voces de madres, doctores y familiares de presos políticos clamando por justicia y por una vida digna. Sin la navegación web en nuestros móviles, tantas denuncias de violencia policial, feminicidios y corrupción administrativa se habrían quedado en las sombras.

Si por los dirigentes partidistas hubiera sido, estaríamos todavía comunicándonos con señales de humo, tuiteando a ciegas y dictando nuestros textos para que otro los publicara en la red

Sin embargo, tampoco la situación actual de las telecomunicaciones es como para celebrar. Activistas incomunicados alrededor de fechas claves, periodistas independientes castigados con la desconexión por narrar la Cuba profunda y el uso de la mensajería instantánea como herramienta para amenazar y amedrentar a ciudadanos desde las oficinas de la policía política conforman un panorama bastante oscuro. Los soldados informáticos oficiales, las "clarias" que se dedican a la destrucción de reputaciones y el ejército de cuentas falsas que crean la distorsionada idea de un apoyo popular al régimen también han crecido con la irrupción masiva del acceso web en nuestras vidas.

Aunque ahora mismo mi móvil esté "muerto" y no pueda comunicarse con el mundo, hacer llamadas ni siquiera enviar un mensaje de solo texto, sé que la conversión de los cubanos en internautas ha sido un trago amargo para un sistema que no soporta que los individuos tengan voz propia, canales elegidos por ellos para informarse y consuman contenido noticioso o recreativo a partir de sus deseos e inclinaciones. Si por los dirigentes partidistas hubiera sido, estaríamos todavía comunicándonos con señales de humo, tuiteando a ciegas y dictando nuestros textos para que otro los publicara en la red.

Esta es nuestra victoria, de todos los que por años empujamos para que se nos permitiera acceder a internet. Es, eso sí, una victoria amarga, incompleta y menoscabada. Pero durante todo este mes de diciembre, con mi móvil funcionando o fuera de servicio, voy a estar recordando aquel fin de año de 2018 cuando le arrebatamos al poder algo que nos pertenecía.

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