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Conjunto Moderno de Pampulha: Símbolo de la revolución arquitectónica brasileña

El paisaje de la zona, diseñado por Burle Marx, enlaza a la perfección los elementos arquitectónicos

14 de julio 2023 - 07:59

El Conjunto Moderno de Pampulha de Belo Horizonte es más que una colección de edificios. Representa un momento decisivo de la arquitectura brasileña, un alejamiento de las influencias coloniales y un audaz salto hacia la modernidad. Concebido en la década de 1940, el proyecto fue encargado por el entonces alcalde Juscelino Kubitschek y llevado a la realidad por un joven y ambicioso Oscar Niemeyer, con importantes contribuciones del arquitecto paisajista Roberto Burle Marx y el renombrado artista Cândido Portinari. Juntos, forjaron una visión arquitectónica que simbolizaba una nueva era para Brasil, mezclando los ideales modernistas con una profunda conexión con las raíces culturales del país.

El corazón del conjunto se sitúa alrededor de un lago artificial, que proporciona un sereno telón de fondo a las cuatro estructuras principales: la Iglesia de São Francisco de Assis, el Club Náutico de Golf, el Salón de Baile y el antiguo Casino. Estos edificios no eran sólo funcionales, sino que se concibieron como declaraciones artísticas, personificando el revolucionario enfoque arquitectónico de Niemeyer, que hacía hincapié en las líneas fluidas, las formas libres y la interacción entre estructura y naturaleza. El enfoque único del diseño de Pampulha desafió el modernismo europeo predominante de la época introduciendo un toque claramente brasileño, marcado por un uso lúdico de las curvas y los espacios abiertos.

La iglesia de São Francisco de Assis es quizá la más emblemática de estas estructuras. Su tejado ondulado de hormigón y su fachada de azulejos azules, con obras de arte religioso de Portinari, sorprendieron a los miembros conservadores de la iglesia, pero fueron aclamados internacionalmente por su diseño innovador. Su forma curva era atrevida, ya que adoptaba la irregularidad de la naturaleza en lugar de adherirse a los rígidos principios geométricos modernistas.

El antiguo casino, otra pieza central del conjunto, también desempeñó un papel importante en el encanto de Pampulha. Conocido por su opulencia y por ofrecer los mejores juegos de casino para todos los gustos, atraía a visitantes de todas las clases sociales. El edificio fue un centro social y cultural en su época de esplendor, aunque más tarde fue reconvertido en museo de arte tras la prohibición del juego en Brasil en la década de 1940. El trabajo de Niemeyer en la obra del casino, con sus elegantes curvas y amplias líneas, es un ejemplo de su deseo de combinar la belleza arquitectónica con espacios sociales que fomenten la interacción y el ocio.

El paisaje de la zona, diseñado por Burle Marx, enlaza a la perfección los elementos arquitectónicos. Su uso pionero de plantas autóctonas brasileñas contribuyó a crear un entorno moderno y profundamente enraizado en la biodiversidad del país. Esta cuidadosa atención a la relación entre el entorno construido y la naturaleza es una característica definitoria de Pampulha. El resultado es una armoniosa mezcla de modernismo y cultura local, que subraya la visión de Niemeyer de una arquitectura que trasciende la mera función y se convierte en expresión de la identidad nacional.

En 2016, el Conjunto Moderno de Pampulha fue reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, un testimonio de su importancia mundial. Este reconocimiento no solo destaca las innovaciones arquitectónicas de Niemeyer, sino que también sitúa a Pampulha en la escena mundial como símbolo del despertar creativo y cultural de Brasil en el siglo XX.

En la actualidad, Pampulha sigue inspirando a arquitectos, artistas y urbanistas, al tiempo que sigue siendo un punto de referencia muy apreciado por los brasileños. Su combinación de forma, función y naturaleza ha superado la prueba del tiempo, y su lugar en la historia de la arquitectura está firmemente consolidado como modelo pionero de los principios modernistas adaptados a la situación brasileña. Sigue siendo un símbolo de la revolución arquitectónica brasileña: audaz, innovador e innegablemente único.

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