La migración cubana y los juegos de azar
Todo migrante, sin importar a dónde vaya, lleva consigo una parte de su tierra; un pedacito de su cultura. Juegos como la bolita, el cubilete o el trío no solo forman parte del entretenimiento popular, sino también de una cultura arraigada donde la suerte es protagonista.
Aunque en Cuba las apuestas están prohibidas y los casinos solo existen de forma clandestina, el gusto por el juego persiste. Y al cruzar el estrecho de la Florida, esa costumbre encuentra nuevas formas de manifestarse. No es casualidad que el 76% de los cubanos en Estados Unidos viva en Florida, ni que el crecimiento de casas de apuestas, criptocasinos y sweepstakes casinos coincida con esa presencia.
De lo físico a lo digital
Desde 1959, tras la llegada de Fidel Castro al poder, los casinos fueron prohibidos en Cuba. Pero eso no eliminó las apuestas: la bolita se mantuvo como la lotería clandestina por excelencia. Al emigrar, muchos cubanos encontraron en Estados Unidos no solo libertad política, sino también nuevas maneras de jugar.
Con el acceso masivo a internet y tecnología, el salto al juego digital fue natural. En barrios como Hialeah o La Pequeña Habana, los números de la suerte siguen siendo tema cotidiano.
Hoy, esa pasión se canaliza a través de plataformas online que, si bien no siempre están reguladas, ofrecen acceso inmediato desde el celular.
¿Qué son los casinos “sweepstakes”?
Los casinos sweepstakes permiten a los jugadores apostar con dos balances: monedas de oro y monedas “sweep”. Las monedas de oro son un tipo de saldo ficticio, el cual los jugadores pueden comprar con dinero real, para disfrutar de los juegos de casino online más populares del mundo. Con la compra de monedas de oro, los usuarios reciben monedas “sweep” gratuitas, las cuales luego pueden ser canjeadas por premios de dinero real.
Es una manera de evadir la prohibición de los juegos de azar, pues técnicamente los usuarios no apuestan dinero real. Este modelo ha permitido que casinos como Chumba o LuckyLand se vuelvan populares, especialmente entre comunidades hispanas que buscan alternativas legales y accesibles.
Casinos y loterías físicas
Aunque los casinos físicos son legales en varios estados americanos, el caso de Eduardo Cardoso marcó a la comunidad cubana en el país.
Cardoso, quien contaba con un parole tras llegar a Estados Unidos, ganó $6,000 jugando tragamonedas en un casino físico del país. Su lucha legal de 18 meses terminó siendo exitosa, pero las trabas impuestas por el casino para no liberar el pago sirven de advertencia a otros cubanos y les hacen preferir el juego online.
Aunque el juego online se presenta como una gran alternativa moderna, no todo es tan bueno como parece.
Un fenómeno con implicaciones sociales
La normalización del juego ha generado tensiones familiares y económicas en cientos de hogares de migrantes cubanos en Estados Unidos. Hugo Ramírez, experto en prevención de la ludopatía, advierte que muchos latinos, incluidos cubanos, ven las apuestas como una salida rápida a sus problemas financieros.
Según el Consejo de Apuestas Compulsivas de Florida, más de 700,000 personas están en riesgo de desarrollar problemas con el juego en el estado, y el acceso fácil mediante el móvil agrava la situación.
Marketing dirigido y comunidad vulnerable
La publicidad en español, influencers latinos y plataformas diseñadas para hispanohablantes dejan claro que la comunidad cubana es un nicho rentable. En Miami, anuncios de casinos y pronósticos deportivos se difunden en WhatsApp, Facebook y emisoras locales.
Esta cercanía cultural facilita la adopción del juego, pero también expone a los usuarios a decisiones impulsivas, sin información suficiente para mantenerse seguros. La relación entre los cubanos migrantes y las apuestas online es compleja. Para algunos, representa entretenimiento y oportunidad. Para otros, una trampa que amenaza su estabilidad.
El fenómeno sigue creciendo, y con él, la necesidad de regulación, prevención y diálogo dentro de la comunidad.