Galope a golpes
La Habana/En Cuba no hay Ley de Protección Animal. Por tanto, tampoco hay ninguna regulación que impida el maltrato animal. De acuerdo con esto, se pueden ver circulando por la ciudad coches tirados por caballos pertenecientes al entramado turístico del Casco Histórico de La Habana –Patrimonio de la Humanidad–, también conocido como Habana Vieja.
Estos coches, que cobran altas tarifas en divisas, transitan llenos de turistas al sol del mediodía con temperaturas que superan ampliamente los 30 grados. Cada vehículo va tirado por un solo caballo, normalmente empapado en sudor con los belfos y alrededores de la boca cubiertos de espuma. Estos animales pasan largas jornadas tirando cargas increíbles y sin beber agua.
Claro que esos son los caballos de la zona turística, que hasta pudiéramos calificar de privilegiados respecto al resto de los que en otros lugares de la Isla son obligados a trabajar de sol a sol y, cuando desfallecen, los hacen seguir a fuerza de golpes.
La casi total ausencia de transporte público en pueblos y ciudades del interior ha hecho resurgir en pleno siglo XXI las antiguas "diligencias o carruajes", ahora convertidos en enormes carretones. Estos carromatos suelen cargar tantas personas como puedan apretarse adentro. Es usual ver atestados transportes tirados por dos caballejos tan flacuchos y maltratados que parece imposible que circulen. Sus improvisados cocheros lo logran a base de palos, pues a estos infelices no les dan ni latigazos, para ellos tienen fuertes varas y los golpean por cualquier lado de su maltrecho lomo o cabeza.
Cuando algún ciudadano quiere quejarse ante el evidente atropello, comprueba que no existe ninguna instancia gubernamental –ni política, social, judicial o policial– que atienda su demanda. Así pues es corriente observar en cualquier barrio, pueblo o ciudad, carretones cargados de todo cuanto pueda ser necesario mover de un lugar a otro: víveres de todo tipo, productos del campo, muebles en mudadas, materiales de construcción u otro tipo de carga por pesada que resulte. Para el carretonero es fácil acelerar el viaje, bastan algunos palos en el lomo del animal.
Si pensamos en la repercusión social y educativa de estos flagrantes maltratos, podemos afirmar que la falta de una ley de protección animal en Cuba está contribuyendo tremendamente a formar niños y jóvenes abusivos e insensibles, que aumentarán los ya altísimos niveles de violencia en el país.