Guáimaro, ¿dónde estás que no te veo?
Camagüey/Desde hace semanas desfilan por nuestra finca La Josefina, ubicada en el municipio Najasa al sureste de Camagüey, muchas personas en busca del guáimaro. Estas visitas están protagonizadas por enviados del Partido Comunista en Najasa, del Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) y de la Empresa para la Protección de la Flora y Fauna de la provincia.
Cuando en este caso se habla de la "búsqueda del guáimaro" no es en referencia al municipio camagüeyano donde hace 145 años se realizó la primera Asamblea Constituyente cubana, sino del árbol al que este territorio le debe su nombre. La planta era tan abundante en la zona que terminó convirtiéndose en uno de sus símbolos de identidad regional. Sin embargo, lejos han quedado los tiempos de profusión de una especie que también era muy utilizada como pasto para los caballos.
El revuelo de los últimos días se debe –según se rumora por todos lados– a que el propio Fidel Castro llamó a Jorge Luis Tapia, primer secretario del Partido Comunista de Cuba en Camagüey y le pidió que a la menor brevedad debía localizar el guáimaro en esa provincia. La encomienda ha sido tan difícil de cumplir como hallar agua en el desierto. "En la finca La Josefina puede ser que todavía se encuentre", le confirmó a Tapia el representante del Partido en Najasa, "esa es la finca de los Galleguitos, allí hay que ir a buscarlo". Y a La Josefina ha venido toda la comitiva.
El guáimaro, cuyo nombre científico es Brosimun alicastrum y pertenece a la familia Moraceae, es un árbol elevado que puede alcanzar hasta 15 metros de altura. Según el libro Flora de Cuba, se encontraba en abundancia entre Niquero y Cabo Cruz. Además se importaba desde tierras aztecas bajo el nombre de ramón de México, por su follaje muy apreciado para alimentar el ganado. Su madera dura y fuerte, pero poco duradera, se usaba en la carpintería. También su látex tiene buena reputación como galactógeno –para aumentar la producción de leche–. Los frutos servían para engordar los rebaños y las semillas pueden ser tostadas y consumidas por el hombre.
El propio Fidel Castro ordenó pasar los bulldozers por esas tierras y destruir la mayoría de los árboles, incluyendo los frutales
En caso de que fuera real la llamada de Fidel Castro, vale la pena preguntarse ¿por qué no mandó a buscar el guáimaro en el municipio que lleva su nombre y donde estaban sus mayores plantaciones? La respuesta a esa interrogante nos lleva a recordar que, décadas atrás, el propio Fidel Castro ordenó pasar los bulldozers por esas tierras y destruir la mayoría de los árboles, incluyendo los frutales. Su concepto de la agricultura intensiva y extensiva causó un profundo y negativo impacto en la flora de la zona.
Gracias a mi abuelo Joaquín Rodríguez y a su amor incondicional por la naturaleza, hoy en día en nuestra finca La Josefina contamos con una numerosa población de guáimaros que se salvaron de aquellos delirios gubernamentales. Ahora vemos llegar a todos estos funcionarios, que husmean en nuestros sembrados y corren a la orden de la misma persona que mandó a diezmar los árboles. ¿Qué pasaría si le negáramos una de nuestras posturas a Fidel Castro? Al menos sabemos que nuestros guáimaros no perecerán bajo las ruedas del próximo bulldozer.