Olor a vida
La Habana/Si alguien me preguntara cuál es el mejor olor del universo, diría que el de un cachorro de perro que bosteza frente a nuestra nariz. ¿Han sentido ese aroma alguna vez? Huele a vida, a ternura y a esperanza. Por estos días tengo mucho de ese perfume tan especial, pues a casa ha llegado un cachorrillo, tan pequeño que puede dormir dentro de mis zapatos. Se llama Tina y es “sata con carnet”, o sea tan mestiza y sin raza que una foto suya podría estar al lado del concepto de qué es un chucho sin pedigrí.
Tina se traga la luz. Tiene el pelo negrísimo y al mirarla apenas se pueden distinguir sus ojos del resto del rostro. Nació hace cinco semanas y la he recogido de un portal donde unos vecinos desesperados intentaban regalar toda su camada. Llegó a casa, al mismo hogar donde a principios de julio pasado nos entristeció la muerte de nuestra mascota. Desde que traspasó la puerta, Tina se acostó en la camita de nuestro anterior perro y agarró una de sus pelotas. Nunca podrá sustituir al que ya no está, pero esta perrita sata y negra como la noche se ganará sus propios afectos.
Como es tan pequeña, necesita cuidados especiales. Leche varias veces al día, lo cual es un problema encontrar para los humanos… imagínense para los animales. Tiene pequeñísimos y afilados dientes, con los que ya puede comer algo de papilla que le doy al mediodía. Todavía es muy temprano para intentar disciplinarla en sus hábitos, así que voy por toda la casa secando su orina y recogiendo sus pequeños “regalos”. Duerme, duerme y duerme. La primera noche lloró porque extrañaba a su madre, pero ya se ha ido acostumbrando a su nueva situación.
En algunas semanas ya podrán vacunarla, para protegerla de muchas enfermedades como el moquillo –también conocido como distemper–, el parvovirus, la leptospirosis, la hepatitis y la tos de perreras. Sin embargo, lo más importantes es que Tina tendrá una vida llena de afecto, aunque todavía no lo sabe.
A veces cuando la cargo, bosteza largo y tendido. Entonces ese aroma de la vida llega hasta mí y me doy cuenta que esta pequeñina atesora el mejor olor del mundo.