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“Cayman Airways destrozó mi equipaje”, denuncia una lectora

El equipaje de Amadelis Quesada. (Foto de la autora)
Amadelis Quesada

25 de octubre 2016 - 21:58

La Habana/Esta imagen de un televisor que parece haberse encontrado con una martillo de demolición muestra un paquete despachado por los almacenes aduanales de Lombillo el pasado sábado y que debía haber llegado como parte del equipaje de mi madre desde Islas Caimán a través de Cayman Airways el 30 de agosto.

Recuerdo ese día, detrás de las barreras metálicas de la terminal 3 del aeropuerto José Martí de La Habana, ver como mi madre miraba cómo se quedaban vacías las esteras de la sala de llegadas. No llegó la maleta de ningún pasajero del vuelo.

Cayman Airways es una aerolínea con una oferta atractiva para los cubanos, los cuales llenan sus capacidades aéreas desde hace muchos años, vuelo tras vuelo. A pesar de las ganancias que ingresa la compañía, el trato de sus oficiales es cínico y sus vuelos han arribado sin equipaje en más de una ocasión. Sin embargo, los cubanos en la Isla no tienen mecanismo para denunciar, reclamar, ni exigir los derechos que les corresponden como viajeros. Es Cuba un ejemplo de potencia sordomuda ante los derechos de los que cruzan el mar. Nuestro internacionalismo es tal que regalamos impunidad a las aerolíneas que abaten al aguerrido pueblo inválido legal. Defender los derechos de los cubanos que viajan no suena para nada atractivo, pero la realidad es que solo tendremos una sociedad próspera cuando se respeten y se hagan respetar los derechos individuales de todos los cubanos. Lo demás es propaganda.

Los cubanos en la Isla no tienen mecanismo para denunciar, reclamar, ni exigir los derechos que les corresponden como viajeros

Pero esta vez fue diferente, pues las autoridades aduaneras que sí saben exigir muy bien sus derechos, otra vez solicitadas a autorizar un avión carguero con el equipaje atrasado de Cayman y a chequear ellos solos un sinfín de maletas, se propusieron dar una lección a la aerolínea y negaron el carguero, que se autorizó solo después de varias reuniones con directores de la aerolínea en Cuba. El arribo del avión ocurrió 50 días después (19 de octubre). El todopoderoso Estado cubano, otra vez dando lecciones en su beneficio aplastando, fatigando, desangrando al bien portado, anodino ciudadano cubano. A los almacenes aduanales de Lombillo fueron a parar las maletas de los pasajeros.

Imaginen a aquellas personas en Lombillo esperando sus maletas, ausentes por casi dos meses. La paciencia de muchos pasó la línea de flotación cuando un raro trueque aduanal hizo que tuvieran que pagar sus maletas como si tuvieran sobrepeso. Yo, con la paciencia de un reloj, esperaba mi TV, donde vería a Cristiano Ronaldo tamaño Cristiano Ronaldo. Los testimonios de los damnificados del pulso Aduana-Cayman contaban historias disparatadas. Dos meses de espera hicieron que maletas de 40 libras bajaran a 28, que llegaran algunas abiertas, que faltaran maletas y un sinfín de otros atractivos nacionales. Después de tres días de visitas a mi almacén aduanal favorito, me despacharon mi TV. Un examen visual no detectó nada inusual fuera de algunos golpecitos de cariño de mis hermanos aduaneros. Pero cuando abro el paquete en casa me encuentro un TV con un golpe que deformó la pantalla en toda su extensión unos seis centímetros hacia adentro. El TV iba protegido pero no imaginé que me hubiese hecho falta una viga en forma de I para proteger su entereza. Tengo otro TV de 39 pulgadas roto por Cayman Airways y, con las 40 pulgadas de este, cuento ahora con 79 pulgadas de plasma inservibles en casa. Las indolencias de Cayman Airways y las poco profesionales y torpes autoridades aduanales conocen muy bien cuando usar la falacia de la culpa ajena, enfocando nuestra atención en culpables y no en mecanismos de solución.

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