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"No hay mucho para celebrar" con las regulaciones de las redes inalámbricas

Los usuarios temen que la legalización de las redes privadas se vuelva en su contra

Los administradores de estas redes inalámbricas han mantenido por años su funcionamiento en la clandestinidad. (David Himbert)
Marcelo Hernández

31 de mayo 2019 - 17:45

La Habana/ La alegría duró lo que se tarda en leer la Gaceta Oficial con las nuevas normativas para organizar y legalizar las interconexiones inalámbricas en Cuba. Los administradores de estas redes temen que la nueva legislación sirva para controlar un espacio virtual que había crecido al margen del Estado.

La primera reacción de Tony Bermúdez, un informático autodidacta que lleva uno de los nodos más importantes de SNet en la barriada habanera del Cerro, fue positiva.

"Me enteré por las noticias que ya se iba a acabar el juego de esconder la antena de un lado a otro para comunicarse por wifi, y me alegré", comenta a 14ymedio. "Pero después un amigo me hizo llegar el PDF con las nuevas resoluciones y la verdad es que no hay mucho para celebrar", lamenta. "Estas normas parecen más centradas en controlar el fenómeno del libre intercambio de contenido que se ha ido dando en estas redes wifi que para legalizar algo que ya estaba ocurriendo".

Bermúdez ve preocupante que en las resoluciones 98 y 99 del Ministerio de Comunicaciones, que entrarán en vigor el próximo 29 de julio, establezcan un máximo de potencia de 100 mW

Bermúdez ve preocupante que en las resoluciones 98 y 99 del Ministerio de Comunicaciones, que entrarán en vigor el próximo 29 de julio, establezcan un máximo de potencia de 100 mW.

El informático considera esto un grave problema para las redes ya existentes. "Cuando se tenga una red que no sea doméstica habrá que validar los equipos a través de un mecanismo oficial que puede decir cuál se usa y cuál no", detalla. "La mayor parte de los NanoStation y Mikrotiks que funcionan ahora mismo en Cuba superan con creces esa potencia".

El joven aclara que, aunque la mayoría de esos dispositivos permiten bajar la potencia y estar dentro de la ley, es poco proabable que haya quien pueda conectarse o enviar ficheros a través de un enlace que esté un poco distante. "La medida está hecha no para mejorar la conectividad sino para limitarla".

Los usuarios ponen en duda las razones aportadas por las autoridades para limitar la potencia -afirman que el objetivo es evitar interferencias y proteger de los efectos nocivos que las radiaciones puedan tener para la salud- y sospechan que la restricción pretende acabar con las grandes redes que abarcan kilómetros.

En la calle Belascoaín, a pocos metros del imponente edificio del Hospital Hermanos Ameijeiras, Karla, su hermano Abdel y su primo Roberto llevan gestionando más de dos años una red de juegos, mensajería instantánea e intercambio de contenido donde están estrictamente prohibidas "la religión, la pornografía y la contrarrevolución".

Ahora no podrán seguir transmitiendo su señal a más de 300 metros con los equipos que compraron en el mercado informal. "Un NanoStation M2 que trabaja en la frecuencia de los 2,4 GHz y tiene 10 decibelios de ganancia (dBi) con una potencia de alrededor de 630 mW", apunta Karla. "Los Mikrotiks LGH5 que se están usando mucho son aún más potentes"

Ahora no podrán seguir transmitiendo su señal a más de 300 metros con los equipos que compraron en el mercado informal

.La comunidad inalámbrica habanera, con miles de usuarios conectados teme que las nuevas normas lleguen acompañadas de un mayor control y decomiso de los equipos que no han sido declarados ni aprobados para su uso. Los más pesimistas consideran que tienen de plazo hasta la entrada en vigor de la normativa para desmantelarlo todo o buscar otra alternativa.

La Gaceta Oficial establece que los equipos que ya están en manos de los usuarios y que se utilizan para redes no domésticas deben pasar por un proceso de homologación para ser usados. El primer paso para que las autoridades inspeccionen el dispositivo y determinen si puede ser usado en el espacio radioeléctrico cubano es rellenar un formulario en la página del MInisterio de las Comunicaciones.

"Nuestra red está enlazada a una de las antenas de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (Etecsa) del parque de la calle San Rafael, y trae la señal de internet hacia toda esta zona de Centro Habana y parte de San Leopoldo con repetidores que los propios usuarios han comprado", cuenta el administrador de un nodo destinado a la navegación web que prefiere mantener el anonimato.

A finales de 2017 estaban registrados en el país 2.250 permisos de redes inalámbricas y solo para personas jurídicas que cubrían el servicio de 9.666 estaciones de tecnología wifi.

"Cada cual paga sus horas de acceso y no hay ningún tipo de robo a Etecsa, que sigue cobrando a cada usuario 1 CUC por hora, pero nosotros tenemos una cifra muy módica mensualmente para llevar a los clientes la internet hasta el interior de su casa, que es lo que no ha hecho la empresa estatal", sostiene.

Ahora, los que quieran brindar ese servicio deberán solicitar una licencia y homologar los dispositivos que vayan a usar en la infraestructura de la red. Las zonas wifi de Etecsa, desplegadas en varios puntos del territorio nacional, operan en dos bandas, la de 2,4 gigahertz y la de 5 gigahertz.

"Nosotros tenemos una cifra muy módica mensualmente para llevar a los clientes la internet hasta el interior de su casa, que es lo que no ha hecho la empresa estatal"

Maryanis, especialista del Ministerio de las Comunicaciones, aclaró en un foro online que "por el momento no se venderán los equipos en el país" pero "se pueden importar según las leyes aduanales, un equipo por pasajero y con una carta de autorización de entrada al país de la oficina de UPTCER (Oficina de trámites de licencia del Mincom que existe en cada una de las Provincias). Esta carta se otorgará si el equipo reúne los requisitos expuesto en las resoluciones".

Para el ingeniero Antón Rodríguez, el problema de la nueva legislación es que intenta regular "las bandas de 2.4 y 5 GHz, que deben ser libres de pago y ahora, aunque el precio es relativamente barato, de todas formas se está exigiendo un importe por transmitir y recibir a través de ellas en el espacio público", cuenta a 14ymedio.

Rodríguez recuerda que el espacio radioeléctrico "es parte de la soberanía de un país, pero también es un derecho de sus ciudadanos". Ahora "después de años de haber usado ese espacio como cimarrones, ilegalmente pero sin grandes restricciones, pasaremos a tener el amparo de una ley que nos reduce el potencial del que ya disfrutábamos a escondidas".

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