Con menos del 40% de los ómnibus en servicio, el transporte es "angustioso" en Cuba
'Bohemia' señala que de las 1.000 guaguas estatales, 397 están inservibles y 230 en reparación o sin combustible
La Habana/Viajar es una pesadilla en Cuba, pero pocos medios oficiales traducen el problema en números. Lo hizo este viernes Bohemia, que publicó cifras demoledoras tras una entrevista con el jefe de la Empresa de Ómnibus Nacionales, Aidel Linares. De las 1.000 guaguas que posee la entidad, solo funcionan 603. De esas hay que restar 128 que funcionan bajo arrendamiento, por lo que solo se cuenta realmente con 475. Para rematar, entre roturas y falta de combustible, se quedan en las terminales unas 230.
Un país que puede sacar a las carreteras unas 245 guaguas al día, además de las 128 arrendadas, solo puede describir su situación –y así titula Bohemia– como “angustiosa”.
Preciso en los números, Linares se pierde a la hora de señalar culpables y no alude ni una sola vez a Eduardo Rodríguez Dávila, el carismático ministro del Transporte que se ha granjeado cierta popularidad en las redes sociales denunciando los problemas del sector, pero sin declarar qué va a hacer al respecto. Para su subordinado, las causas de la debacle son las de siempre: el bloqueo, la falta de combustible y el deterioro de los vehículos.
En guaguas interprovinciales estatales se mueven, según Linares, unas 9.500 personas cada día. Hace cinco años, cuando la situación tampoco estaba para celebrar, se transportaban 17.500. Además, la empresa enfrenta una disminución radical de sus rutas. Ahora tiene solo 114 activas, cuando hace años operaba 409.
Según Linares, la prioridad del país es no perder nunca trayectos que considera vertebrales, como La Habana-Batabanó, Pinar del Río-Santiago de Cuba y, por ferrocarril, el tren de la capital occidental a la oriental.
Según Linares, la prioridad del país es no perder nunca trayectos que considera vertebrales
Bohemia ilustra la situación con varios testimonios. Uno es el de Roberto, de 63 años, que debe viajar 800 kilómetros desde La Habana hasta Santiago de Cuba para ver a su hija y nietos. El caso es típico, pero le ha complicado la vida al hombre, que lleva semanas viendo cómo se le escapan cada día los pasajes en la agencia de Tulipán y Factor, en el municipio habanero de Plaza de la Revolución.
Tampoco ha tenido suerte con la aplicación Viajando, difícil de manejar para los jóvenes e imposible para la gente de su edad, argumenta Roberto. Bohemia explica que el colapso de Viajando se debe a la falta de capacidad de los servidores nacionales, el exceso de demanda y los problemas a la hora de pagar y cerrar el trámite.
La Empresa Viajero –que gestiona la aplicación– ha hecho caso omiso a las sugerencias de los clientes, lamenta Bohemia. Se le ha pedido “comercializar los pasajes de forma escalonada, en diferentes horarios, separando rutas de mayor y menor demanda, y tipos de transporte”. Ha sido en vano. Rodríguez Dávila ha denunciado la situación, pero tampoco ha presionado a Viajero.
Desde hace varios meses, otro problema inquieta a los clientes: los ómnibus que circulan con asientos vacíos, pasan por las paradas y no se detienen. “¿Acaso, cuando la guagua se detiene, no lo detecta el GPS?”, protesta Michel, uno de los pasajeros entrevistados por la revista. Hay, evidentemente, “complicidad con chequeadores y jefes de turno”, que es la mejor evidencia de que existe “una cadena delictiva que se apodera de la ya menguada reserva de pasajes”.
Compran hasta los muertos, según Bohemia. Los dedicados al negocio de la reventa de turnos digitales han llegado a utilizar identidades de personas fallecidas para acceder a un boleto, un dato que ya había revelado Rodríguez Dávila durante las recientes sesiones ordinarias del Parlamento.
Esta situación llevó al Estado a llamar a una “cruzada contra los revendedores”, que pocos frutos ha dado. La solución que se implementará, en palabras de Rodríguez Dávila, es exhortar a la población a sacar su Ficha Única del Ciudadano, pero –dice Bohemia en un enigmático comentario– “en opinión de diversos clientes, esta seguridad excesiva resulta frustrante”.
“Los apagones también nos golpean”, explicó Linares. “Si estamos cogiendo un ponche, poco o nada se puede hacer hasta que se restablezca la electricidad”. El porcentaje de puntualidad ha caído: de 99% a 88%, una cifra más que dudosa en un país donde ningún vehículo sale o llega en tiempo a la terminal. Muchas veces el problema es una rotura “en un lugar apartado”. El tiempo reglamentario de reparación suele ser de tres horas. “Muchas veces incumplimos”, admite el directivo.
En momentos así, la gente se enerva, no importa si están bajo el sol en la carretera o si están esperando en la terminal
En momentos así, la gente se enerva, no importa si están bajo el sol en la carretera o si están esperando en la terminal. “Hace pocos días demoramos una salida por 45 minutos, La Habana-Matanzas, porque el ómnibus procedente de Pinar del Río se atrasó, y en él viajaban cinco personas que iban camino a abordarlo. Algunos comprendieron, aunque no faltaron malestares”, cuenta Linares.
La Unión de Ferrocarriles de Cuba, por su parte, dice haber experimentado “un notable avance” en su servicio, porque ha resucitado varias rutas que se daban por perdidas. Inversiones de Francia y la promesa de dinero ruso han oxigenado un tanto al sector. Sin embargo, “no es suficiente”, insisten los funcionarios.
El mayor problema es la duración del trayecto, que en sus rutas más largas veces llega a ser de 20 horas sin que los vagones tengan condiciones para ello. A algunos trenes, con no pocos años de explotación, “ni siquiera se les ha cambiado un simple bombillo desde que llegaron”.
Pero los vehículos y su deterioro son apenas una parte del problema. La otra es la situación de carreteras y vías férreas. En Santiago de Cuba, se jactaba este viernes Granma, se han gastado desde 2023 unas 80.000 toneladas de asfalto en las calles de la provincia. Sin embargo, sigue habiendo “miles de kilómetros en mal estado y no pocos totalmente erosionados e intransitables”.
Este año, se espera contar con 27.400 toneladas de asfalto, una disminución notable con respecto a 2023. Los vecinos de la periferia santiaguera han protestado, pues las autoridades solo reparan el centro histórico y se han olvidado de “el interior de los repartos”. Son muchas las “limitaciones” y las “quejas”, lamenta Granma, que promete –con el habitual entusiasmo– un “asalto moncadista” a las calles más maltratadas de Santiago. Vendrán tiempos mejores, promete el periódico del Partido Comunista, en 2025.