Castigan a una 'mula' por intentar llevar un helicóptero de juguete a Cuba
La Aduana alegó que "la prohibición de entrada de drones aplica para cualquier cosa que vuele y tenga control remoto"
Miami/Uno de los pocos consuelos de Carlos (nombre ficticio), que salió el año pasado por Nicaragua, a la desesperada como tantos otros cubanos por buscar una vida mejor en Estados Unidos, es que al menos ahora sus hijos y sus sobrinos, que quedaron en la Isla, pueden tener juguetes decentes para cumpleaños o Navidad.
Carlos los compra en unos grandes almacenes de Miami, a los buenos precios que permite la competencia del libre mercado, y los envía a Cuba por medio de una agencia. En su caso, Envíe con Fe, ubicada en Hialeah. Con ellos, también ha mandado remesas para su familia.
No había tenido ningún problema. En estos meses en EE UU, ha enviado, por ejemplo, sondas para su padre (enfermo de cáncer en La Habana), guantes para su madre, sazones y café para su esposa, un robot para su hijo mayor, un unicornio de peluche para su hija pequeña... En una ocasión, incluso, mandó, para el cumpleaños del niño, un helicóptero a control remoto. De apenas 20 centímetros de largo, el objeto era ligero, apenas pesaba 150 gramos.
El problema surgió al mandar, para Reyes, otro igual para su hijastro. Al inspeccionar el envío, como suelen hacer en este tipo de agencias, se llevó la primera decepción. "Para empezar, esta vez me querían cobrar un fee [una cuota extra] por el helicóptero", cuenta a este diario Carlos, quien explica que le recordó a la empleada que lo atendió: "Cómo me van a cobrar fee, si la otra vez ya mandé un helicóptero con ustedes y no tuve que pagar". Después de alegar que estaba enviando un paquete grande, e incluso 300 dólares en remesas, la muchacha, amablemente, aceptó no cobrarle la cuota.
La explicación que le dieron a Carlos es que "la prohibición de entrada de drones ahora aplica para cualquier cosa que vuele un poco y tenga control remoto"
Días después, se llevó otra sorpresa: "El día que estaba programada la llegada del paquete, me llamaron de la agencia para informarme que habían decomisado el helicóptero en la Aduana de Cuba".
La explicación que le dieron a Carlos es que "la prohibición de entrada de drones ahora aplica para cualquier cosa que vuele un poco y tenga control remoto". En efecto, en junio de 2021, el Gobierno cubano emitió una ley que regulaba las "aeronaves no tripuladas", con la intención de restringir el uso de drones con fines de aeromodelismo o trabajos aéreos específicos y siempre bajo la tutela de una entidad estatal.
Carlos no entiende cómo, por un lado, sí pasó el primer helicóptero y, por otro, cómo esa norma puede afectar a un simple juguete de poco más de 20 dólares, "que solo vuela durante siete minutos por carga, una distancia muy corta y a muy poca altura".
Menos que él, lo entendió su hijastro, quien se pasó días llorando. "¡Me parece una falta de respeto enorme!", denuncia Carlos.
La agencia solo tenía respuesta para la primera pregunta: simplemente la otra vez no le abrieron la maleta al hombre con el que mandaron las cosas. "Este tipo de agencias trabajan con mulas", explica Carlos. "La mula vende sus libras a la agencia y esta las revende al cliente por 7 dólares la libra de medicina, comida y aseo y 9 dólares por lo demás".
Cuando el hombre entregó el resto del paquete a la familia, se permitió maltratarlos: "¡Tremendo lío que me formaron en la Aduana por el helicóptero, yo más nunca vuelvo a traer nada que vuele!".
"Los agentes le dijeron que estaba equipado con cámaras y era 'guardacostas' y no solo no le devolvieron el helicóptero al hombre, sino que le pusieron un 'warning'"
A Carlos le quedaba el consuelo de que cuando regresara la mula, le devolverían en la Aduana el helicóptero y, algún día, cuando su familia se reuniera con él en Miami, su hijastro lo tendría al fin en sus manos. No fue así: "Los agentes le dijeron que estaba equipado con cámaras y era 'guardacostas' y no solo no le devolvieron el helicóptero al hombre, sino que le pusieron un warning [una alerta] y está marcado a partir de ahora". Es decir, que cada vez que vaya a Cuba, le abrirán la maleta para revisarle el equipaje.
Todavía entonces, la joven empleada que lo había atendido le ofreció una esperanza: "La muchacha me pidió el recibo de compra, para cuando vuelva el hombre lo enseñe allá en la Aduana, a ver si le devuelven el helicóptero y le retiran la advertencia". Él no era muy optimista: "No sé por qué, pero me parece que ese juguete ya tiene dueño en Cuba".
Aún quedaba un último episodio, semanas después, con la dueña de la agencia, que hace unos días lo llamó, con malos modos, para comunicarle que había despedido a la empleada.
"Por un momento pensé que había vuelto a Cuba y estaba hablando con una funcionaria de Etecsa, que piensan que eres un siervo en lugar de un cliente", refiere Carlos, quien le trasladó su extrañeza por haber despedido a la chica. "¡Eso es problema mío, no tuyo!", le respondía a los gritos la señora.
En mitad de las malas palabras y el trato intempestivo, Carlos supo lo ocurrido verdaderamente en la Aduana: "La mujer me dijo que al hombre en la Aduana, cuando fue a recoger el helicóptero de vuelta, le pidieron un dinero, un impuesto en dólares, pero él se negó a pagarlo, y entonces fue que salieron con que el helicóptero tenía luces y cámara y era guardacostas". Definitivamente, el inocente juguete había encontrado un dueño distinto a su hijastro, que aún recuerda con rabia el regalo de Reyes que no recibió.
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