"En Cuba, no hay buen o mal opositor: es opositor quien se enfrenta al régimen"
El periodista francés Francis Matéo conversa con '14ymedio' sobre su libro 'Cuba... patria y vida', un repaso por las protestas de los últimos años en la Isla
La Habana/Según el reportero francés Francis Matéo, la clave para entender las convulsiones políticas de Cuba es rastrear el dinero del régimen: sus cuentas fantasmas en el extranjero, las deudas que no puede pagar, lo que cobra por el envío de brigadas médicas y el presupuesto que destina a la propaganda. El desgaste de sus métodos tras seis décadas de abuso, sumado a la represión y el desabastecimiento, puso en crisis el orden establecido por el poder durante las protestas del 11 de julio de 2021.
Matéo, que no pudo entrar al país hasta que se levantaron las restricciones de viaje por la pandemia de coronavirus, recogió decenas de testimonios de los manifestantes y los publicó este año en Cuba... la patrie et la vie! (Cuba... patria y vida, VA Éditions), un minucioso reportaje que pronto saldrá a la luz en español por Ediciones Ecúmene. Desde Barcelona, ciudad donde reside, el autor habla con 14ymedio sobre el presente y el futuro de la Isla.
Pregunta. ¿Cómo fue el proceso de escribir Cuba.. patria y vida? ¿Conoció en persona a todos los entrevistados o fue esencialmente un trabajo por internet?
Respuesta. No los conocí a todos personalmente, pero hablé con ellos de manera directa, por WhatsApp. Para este libro fue muy importante una amiga cubana llamada María del Carmen, residente en Barcelona, que conoce a muchos de los manifestantes del barrio de La Güinera. Fue ella quien me ayudó a crear el contacto por varios medios.
A la periodista Iliana Hernández, una de las entrevistadas, sí fui a verla directamente cuando todavía estaba en La Habana. La conocí en su casa, donde estaba vigilada por la Policía con una cámara que apuntaba a su puerta día y noche. He ido a Cuba casi 30 veces en las últimas dos décadas, y los dos viajes más recientes fueron en noviembre de 2021 –cuando se abrió el país al turismo después de la pandemia– y en mayo de 2022.
Cuando llegué el 16 de noviembre, un día después de la llamada Marcha Cívica por el Cambio programada para el día 15, no había nadie en las calles. Todo el mundo seguía confinado. Se hablaba de Yunior García y de su vuelo hacia Madrid con mucha desilusión.
Se me ha reprochado entrevistar a ciertos opositores que viven ahora fuera de Cuba, y a quienes otros cubanos exiliados no reconocen como tales. Pero creo que no hay buen o mal opositor: es opositor quien se enfrenta al régimen. Lo mismo sucede con los medios. Un buen medio de comunicación sobre Cuba es el que dice la verdad. En eso hay que felicitar a este diario, que, por supuesto, es una de mis fuentes de información.
Hay que decir que ninguno de los personajes de este libro ni las situaciones descritas son ficticios. También son reales los sufrimientos expresados. Además, la mayoría de las personas citadas han aceptado testificar "abiertamente". La única concesión a esta realidad se refiere a los (escasos) nombres modificados por razones obvias de seguridad. Como señalo al final del libro, algunos detalles ficticios permiten también dar coherencia a la narración para facilitar la lectura, sin comprometer a los testigos. Estos pequeños elementos de ficción son en realidad artificios necesarios en el relato, para evitar que el libro sea una sucesión de hechos que podría resultar incomprensible, sobre todo para los lectores que no conocen bien a Cuba o que nunca han estado allí.
P. Usted habla sobre las dificultades de hablar a los europeos sobre la verdadera realidad cubana. ¿Hay un interés en los medios europeos para conocer esa verdadera Cuba que usted describe o se quiere mantener el mito del "paraíso" que defiende el editor que rechazó su reportaje, tal y como cuenta en su libro?
R. En Francia existe todavía una especie de romanticismo con la Revolución cubana, Fidel Castro y el Che. Quise contar la anécdota de ese rechazo porque fue lo que impulsó la escritura del libro. Para contar la realidad de la Isla se necesita un medio de comunicación que nos permita hacerlo, y me di cuenta de que en Francia es muy difícil escribir sobre Cuba, en algunos casos por culpa de ese romanticismo rancio y en otros porque se espera una caricatura del país.
Si uno quiere escribir sobre la situación política y social cubana, hay que matizar. Hay que evitar la trampa de señalar "los buenos y los malos", con la que tanto debemos luchar los periodistas
Si uno quiere escribir sobre la situación política y social cubana, hay que matizar. Hay que evitar la trampa de señalar "los buenos y los malos", con la que tanto debemos luchar los periodistas. Ahora los europeos comienzan a ver las cosas de otra manera, porque también la relación de turismo con Cuba ha cambiado. Se está viendo lo que nunca pasaba: violencia hacia los propios turistas (como la célebre "estafa de la goma ponchada", una encerrona en el parqueo del mausoleo del Che en Santa Clara, que el libro ilustra con el caso de una pareja francesa que tuvo que pagar 400 euros a los propios delincuentes que dañaron el neumático, para que lo repararan). Eso ha cambiado la noción. Pero están lejos de entender lo que pasa realmente.
P. Cuéntenos más detalles sobre la percepción de Cuba en los medios franceses, el público o las universidades.
R. Antes de escribir el libro, pensaba que no había mucho interés por la Isla. Ahora me percato de que ese desinterés era fruto de la desinformación. En el sistema universitario de Francia existe una izquierda influenciada por cierta tradición filosófica que parte de Sartre y, aún en estos años, el mito de Cuba sigue vivo. Todavía se ve a muchos estudiantes con la cara del Che en su ropa.
También me he dado cuenta de que la propaganda castrista es muy eficaz. Además, hay una relación cultural muy fuerte entre ambos países, con la música y el cine. El único festival de cine extranjero importante de la Isla es francés. Y en La Habana hay dos centros culturales muy importantes auspiciados por Francia: la Alianza Francesa y el Liceo Francés Alejo Carpentier –además del Museo Napoleónico–, que siguen abiertos y funcionando a pesar de la situación.
Por otra parte, la influencia de la diplomacia cubana es tal que ha logrado que el Club de París le condone una deuda multimillonaria a la Isla sin que se sepa muy bien por qué.
P. Usted comenta la complicidad de empresas francesas como Pernod-Ricard y Bouygues con el régimen. ¿Qué postura e intereses tienen los empresarios franceses sobre la Isla? ¿Y el Gobierno?
R. La presión de EE UU sobre el sistema bancario europeo es tan fuerte que las empresas francesas han decidido retirarse del mercado cubano, exceptuando algunas históricas, como Pernod-Ricard y Bouygues. Accor vendió su último hotel en La Habana –el Royalton– y otros han seguido su ejemplo. Hubo mucho interés en los años noventa, después de una visita de Fidel Castro a París en 1994, y se firmaron varios acuerdos de cooperación con empresas mixtas cubanas. Fue el momento en que Pernod-Ricard compró Havana Club. Todo se fue acabando por la corrupción y por las propias dificultades del país, además de las medidas de EE UU para evitar que se hagan negocios con Cuba.
El embargo, como todo el mundo sabe, es uno de los modos del régimen cubano para mantenerse donde está. Pero, al final, quien más sufre es el pueblo
P. El embargo de EE UU, según su libro, sigue siendo una de las razones que explican la pobreza en el país. ¿No piensa usted que funciona una coartada del Gobierno desde hace seis décadas?
R. El embargo, como todo el mundo sabe, es uno de los modos del régimen cubano para mantenerse donde está. Pero, al final, quien más sufre es el pueblo. Desde siempre han sabido jugar con esto de manera muy hábil. Para EE UU es una buena operación; para el régimen tampoco es mal negocio, porque así permanecen en el poder. Pienso que si los estadounidenses hubieran quitado el embargo de un día para otro, el régimen hubiera caído como una fruta madura. Fidel aprendió de los soviéticos sobre la efectividad de padecer un bloqueo externo. A la larga, el alumno superó a sus maestros.
Hace poco, el Gobierno cubano hizo un llamamiento para que los exiliados retornaran como turistas. Me parece increíble que se obligue a salir a los ciudadanos y que ahora se les pida que vuelvan a consumir y a enviar remesas. ¿Quiénes quedan allá? Los que no han podido irse porque no tienen dinero ni oportunidad de hacerlo.
P. ¿Por qué considera que las brigadas médicas son la herramienta más efectiva del "poder blando" del régimen cubano?
R. Para mí son también una mafia. Ahora la gestión está en manos de la Comercializadora de Servicios Médicos. Cuando llegaron a Francia y a Italia, todos se alegraron y dijeron: "Nos vienen a ayudar los cubanos". Algunos llegaron a decir que había que recurrir a los médicos de la Isla porque en Francia no tenemos el sistema adecuado. Hablaron con desconocimiento, porque pensaron que venían con intenciones humanitarias, como hicieron en Andorra. Pero es un sistema de esclavitud, sin duda.
P. ¿Cree que existen las condiciones para una nueva serie de protestas como las del 11J, a pesar de la estampida migratoria y el incremento de la represión?
R. Las cosas no han cambiado sino para mal. El grito de los cubanos tampoco ha cesado. Pero el fenómeno más relevante, desde el 11J, ha sido la huida de miles de cubanos, y esto es una nueva arma para el régimen. No soy muy optimista. La última vez que fui, el estado de desánimo era mucho mayor que durante el año de las protestas. Las condiciones sí existen: son las mismas o más duras que cuando ocurrió el 11J. Si estalla algo, será tan violento que no creo que se pueda esperar con alegría.
Hay un elemento fundamental en el exilio, que cada vez es más grande. Hay muchos activistas e intelectuales que se han ido, y eso es un desastre para el país. Solo quedan allá los viejos y los que están tan desanimados que no pueden hacer nada. El país habrá que reconstruirlo algún día desde las ruinas, ¿pero quién quedará para hacerlo? También existe el peligro de que el exilio cubano se convierta en la mano activa de Estados Unidos para tomar el país. Todo podría acabar ocurriendo de manera muy caótica.
Hay un elemento fundamental en el exilio, que cada vez es más grande. Hay muchos activistas e intelectuales que se han ido, y eso es un desastre para el país
P. Usted afirma que en 1959 "una dictadura reemplazó a la otra". Ahora hay cambios que parecen tímidos y poco interesantes en la cúpula, pero que podrían ser la antesala de una nueva época. ¿Qué prevé usted para Cuba en los próximos años, ahora que a Raúl Castro le queda poco tiempo de vida y ha muerto su "hombre fuerte", Luis Alberto Rodríguez López-Calleja?
R. Lo más parecido a lo que podría preverse para Cuba es quizás la transición tras la caída del muro de Berlín en países como Polonia, Rusia o Ucrania, donde mucha gente aprovechó la situación para ganar dinero. Los Castro ya han hecho todo lo posible para conservar su memoria. Un ejemplo claro es el museo que abrió la familia en Láncara, Galicia. Es todo un símbolo: con el museo lavan su memoria tanto como su dinero, y España los ayudó. Sin el compromiso de Gobiernos democráticos como el de Francia o el de la propia España, la transición será un desastre para el pueblo cubano.
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