Diplomarket, el "Costco cubano" en manos de un testaferro del régimen
El supermercado pertenece a la empresa Las Américas TCC Corporation, con sede en Miami y cuyo vicepresidente es Frank Cuspinera Medina
La Habana/La apertura de un supermercado mayorista en La Habana bajo el nombre de Diplomarket, en diciembre del año pasado, pasó inadvertida. Tan solo un anuncio en Instagram en el perfil de la empresa, dedicada hasta ese momento solamente a compras y envíos online, daba cuenta del estreno del establecimiento, situado en el kilómetro 8 ½ de la Carretera Monumental, en el barrio de Berroa, a más de 10 kilómetros al este del centro de la capital.
Un tuit del corresponsal de la cadena estadounidense CNN, Patrick Oppmann, la semana pasada, fue lo que puso el foco de la actualidad sobre el comercio. "Después de años de tener que buscar los productos más básicos, resulta un poco surrealista ver cómo un empresario privado ha montado lo que es básicamente el primer Costco de Cuba", decía el periodista en la red ahora llamada X, sin especificar el nombre del supermercado y asegurando que se podía pagar en pesos, dólares y euros, incluso con tarjetas de crédito estadounidenses.
"Eso está hecho para ir en auto, y se ven siempre carros lujosos, de gente que se ve con dinero, que llenan esos carros enormes"
A través de las imágenes que acompañaban su texto, eso sí, se acreditaba la semejanza con la firma mayorista estadounidense: enormes pasillos con los productos al por mayor colocados como en un almacén, el color rojo distintivo y, más revelador, la venta de productos marca Kirkland, comercializada en exclusiva por Costco.
En una visita al local este miércoles, 14ymedio comprobó que, en efecto, las hechuras son similares a las de la franquicia extendida en más de una decena de países. También es verdad que la marca Kirkland puebla sus estanterías, pero no más que Goya, la empresa de alimentación de origen hispano más grande de Estados Unidos, que hace apenas tres años se vio envuelta en una polémica por defender al entonces presidente, Donald Trump.
Por lo demás, son notorias las diferencias entre Diplomarket y Costco. Costco está hecho para que al comprar al por mayor, salgan más baratos los productos. En Diplomarket, muy pocos clientes se veían con los paquetes grandes. La mayoría prefería comprar los artículos por separado, a precios estratosféricos: una botella pequeña de aceite Goya por casi 7 dólares, una lata pequeña de coco rallado Goya a 4 dólares, una pastilla de jabón a 2 dólares (el paquete completo, de 16 unidades, eso multiplicado), una pasta de dientes un poco más. En cuanto a quesos y embutidos, los precios superaban los 20 dólares. Lo mismo, un pomo de mayonesa grande, más de 20 dólares. Las herramientas y los artículos para el hogar también se ofrecen a un costo inalcanzable para el salario medio del país.
Diplomarket no requiere una tarjeta de membresía, como tiene Costco, y se supone que está abierto a cualquier cliente, pero los precios estratosféricos y la lejanía del emplazamiento disuaden a cualquier cubano de a pie. "Eso está hecho para ir en auto, y se ven siempre carros lujosos, de gente que se ve con dinero, que llenan esos carros enormes", cuenta Mayca, una joven de Centro Habana que ha ido alguna vez con una amiga que tiene un negocio privado de alimentos.
El establecimiento, por otra parte, se encuentra fuertemente vigilado. En una primera garita, toman los datos de los vehículos junto a la hora de entrada, y más adelante hay otra caseta con guardia, antes de entrar en la tienda. En la puerta, dos individuos miran a todos los que entran de arriba abajo. Una pantalla grande muestra el movimiento de las cámaras de seguridad, colocadas por doquier, algo de lo que avisan en varios civilizados carteles. "Sí, aquello parece una unidad militar", concede Mayca.
Dentro, comienza una suerte de "persecución" por parte de los empleados. No se permite hacer fotos ni grabar videos, y los trabajadores caminan detrás de los clientes cuidando cada movimiento, disfrazando el celo de amabilidad: "¿Le puedo ayudar en algo?".
No se permite hacer fotos ni grabar videos, y los trabajadores caminan detrás de los clientes cuidando cada movimiento, disfrazando el celo de amabilidad: "¿Le puedo ayudar en algo?"
Mayca cuenta que siempre que ha ido se ha sentido muy incómoda: "No solamente por la vigilancia sino por la humillación con la que te tratan. "Una señora casi tiene que devolver la mercancía porque no llevaba dólares y pensó que todo se podía pagar en pesos cubanos. En el último minuto se salvó porque la amiga que la acompañaba le prestó unos billetes estadounidenses para salir del mal rato".
¿No dijo el corresponsal estadounidense que se podía pagar en todas las divisas? ¿No está así en el comercial de la propia firma en Instagram? La cajera se echó a reír ante la pregunta de este diario: "Eso se acabó, la gente paga en efectivo en dólares".
En cuanto a la propiedad del supermercado, tampoco tiene la misma transparencia que la marca capitalista que pretende emular. No dan, ni en la web ni en el local, información clara de lo que despierta más desconfianza: ¿de quién es Diplomarket, una tienda gigantesca, bien surtida y limpia, vigilada como un enclave gubernamental?
La firma no se encuentra en el listado de micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) aprobadas por el Ministerio de Economía y Planificación. Más aún, según su página corporativa, Diplomarket pertenece a una empresa estadounidense llamada Las Américas TCC Corporation, fundada en 2011 y con sede en Florida.
Como vicepresidente de Las Americas figura el cubano Frank Cuspinera Medina, quien, según páginas especializadas, ha tenido domicilio en Estados Unidos. Hace dos años, su nombre aparecía, como "especialista", en un encuentro entre trabajadores por cuenta propia (TCP) y la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba.
En esa ocasión, declaró a la Agencia Cubana de Noticias que "este tipo de intercambios propicia que las instituciones conozcan de primera mano los intereses y necesidades de los TCP" y que la asociación oficial era "una vía eficiente para elevar los planteamientos expuestos en la reunión a las autoridades encargadas".
Esta última firma tampoco está en el listado de 'mipymes' del régimen, pero sí una empresa con su nombre, Cuspinera SURL LVI, dedicada a "brindar servicios de plataforma de comercio electrónico"
Cuspinera Medina, cuyo domicilio actual se encuentra en El Vedado habanero, figura también en una carta que varios emprendedores cubanos remitieron en 2021 al presidente estadounidense, Joe Biden, para pedirle que levantara las sanciones contra el Gobierno de la Isla, que perjudicaban sus negocios. En la misiva no aparece como miembro de Las Américas, sino por parte de Iderod Servicios Constructivos.
Esta última firma tampoco está en el listado de mipymes del régimen, pero sí una empresa con su nombre, Cuspinera SURL LVI, dedicada a "brindar servicios de plataforma de comercio electrónico". Lo mismo que una rama de Las Américas TCC.
La cuestión no es menor, dado el embargo que sostiene EE UU contra Cuba. Tal y como recordaron funcionarios del Tesoro estadounidense a raíz de una reunión de empresarios cubanos en Miami, hace unas semanas, se tienen que cumplir varias condiciones para no transgredir la ley. Los empresarios residentes en Cuba, por ejemplo, no pueden crear empresas en Estados Unidos para vender sus productos o comprar mercancías directamente a empresas de EE UU. De igual manera, los cubanoamericanos no pueden establecer negocios en la Isla a menos que lograran la residencia permanente en el país por una repatriación.
No está claro en qué categoría figura Cuspinera Medina, que mantiene un perfil bajo en redes sociales. Sobre Diplomarket, Mayca es contundente: "Esto, privado no parece".
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