Vender una mata de aguacate
La Habana/Había probado con todo: se deshizo de la vieja vajilla familiar, remató las pertenencias del abuelo y comenzó a alquilar una zona de la casa para fiestas. Sin embargo, la pensión de jubilado seguía sin alcanzarle a Miguel Ángel Garrido, Gelmo, residente en la barriada habanera de Calabazar. Así fue, hasta que un día se percató del tesoro que tenía en su patio: una enorme mata de aguacate que cada temporada pare cientos de ejemplares del delicioso fruto.
Gelmo vendió a dos carretilleros el espléndido árbol. No tuvo que trasplantarlo ni llevarlo a otro lugar, sino que todos los aguacates que nazcan este verano irán a parar a las manos de los dos comerciantes de productos agrícolas. La transacción benefició al jubilado con 200 pesos convertibles y la frase: "Viejo, cuando usted quiera se puede comer un aguacate, que en fin de cuenta la mata es suya", dicha con cierto tono de lástima por uno de los compradores.
El precio de este alimento en el mercado informal ronda entre los 10 y 15 pesos cubanos por cada unidad, el salario de una jornada laboral, por lo que todos salen ganando en la transacción, especialmente en estos momentos en los que el aumento de turistas extranjeros ha desatado una furia en el consumo de aguacates en los hoteles, los restaurantes privados y las casas que rentan a viajeros.
El precio de este alimento en el mercado informal ronda entre los 10 y 15 pesos cubanos por cada unidad, el salario de una jornada laboral
La mata de Gelmo es de las más cotizadas. De la variedad Catalina, en edad madura, pero plenamente productiva. Lo más difícil ha sido protegerla de los vientos de los huracanes porque el tronco es de un madera casi vidriosa, que se parte fácilmente con las rachas fuertes. El resto lo ha puesto la naturaleza, porque "esto crece en cualquier lado", asegura su orgulloso propietario, quien cree que la mejor inversión que ha hecho en su vida ha sido "sembrar este dichoso árbol".
El anciano esperó con nerviosismo las primeras lluvias de este verano. "Hasta que el agua no les dé el toque, no sirven", asegura. Las precipitaciones de inicios de junio lo ayudaron y ahora en el centro de su patio las ramas están rebosantes de ese fruto que lo mismo se usa en ensaladas, gana adeptos entre los que no pueden comer mantequilla por el colesterol o es demandado por los salones de belleza para hacer mascarillas.
Ahora Gelmo custodia que los frutos que cuelgan de las robustas ramas del árbol no sean saqueados por los chiquillos de la barriada, ni terminen por caerse y ser pasto de los cerdos que tiene en el patio. Cada unidad del costoso alimento que los carretilleros logren sacarle será un paso más para vender, el próximo año, otra vez su mata de aguacate.