El régimen secuestró la Academia Cubana de la Lengua por criticar a Daniel Ortega

Salamanca/El 20 de junio de 2022, la Academia Cubana de la Lengua (ACuL) emitió un mensaje lacónico: el poeta Roberto Méndez, que debía dirigir la institución hasta 2026, renunciaba a su cargo "por motivos de salud". Su sucesor sería el ensayista Jorge Fornet, entonces vicedirector y uno de los hombres de confianza del régimen en Casa de las Américas. El cambio fue sorpresivo y, en busca de una explicación, 14ymedio contactó a Méndez. El escritor nunca respondió.

Sin embargo, otro miembro de la ACuL, entrevistado bajo condición de anonimato, explicó a este diario por qué Méndez fue destituido de su cargo, qué tensiones ha vivido la institución en los últimos meses y cómo fue secuestrada por el Gobierno.

La crisis de poder comenzó en mayo de 2022, cuando Daniel Ortega planteó a su Parlamento el cierre de la Academia Nicaragüense de la Lengua, "hermana" de la cubana. La medida puso en jaque a los académicos de La Habana: o la condenaban –como estaban haciendo múltiples organizaciones e intelectuales– o se quedaban en silencio, demostrando falta de autonomía y complicidad con Ortega, aliado del régimen cubano.

"Contra todos los pronósticos, Méndez decidió firmar un documento de solidaridad con los académicos de Nicaragua", asegura el miembro de la ACuL entrevistado por 14ymedio. Además, el escritor apoyó un comunicado de la Real Academia Española (RAE) que manifestaba su "profunda preocupación" con la acción de Ortega y reivindicaba "las libertades de pensamiento, expresión y asociación" en el país.

"La carta de Méndez no tuvo gran difusión ni visibilidad", señala la fuente de este diario en la Academia. "La redacción del documento no obedeció a una decisión personal: fue algo consensuado por los cinco miembros de la Junta de Gobierno. El pleno estuvo ajeno a ese asunto".

Había cumplido apenas cuatro meses como director de la ACuL.

Cuando Roberto Méndez comenzó a dirigir la Academia, el 18 de febrero de 2022, el diario del Partido Comunista celebró los resultados de la elección y dijo que todo había quedado "en buenas manos". Sin embargo, la prensa oficial guardó silencio tras la renuncia y no anunció la toma de posesión de Jorge Fornet, director desde el pasado enero.

Tras meses en el limbo, la ACuL intentó volver a su funcionamiento habitual. Fornet, que trabajó durante años como mano derecha del comisario cultural Roberto Fernández Retamar, fue presentado por fin como líder de la Academia en el IX Congreso Internacional de la Lengua Española, celebrado en Cádiz (España) el pasado marzo.

"Hay cargos que se otorgan como premio, pero hay otros que funcionan como una compra. Es el caso de Fornet"

"Hay cargos que se otorgan como premio, pero hay otros que funcionan como una compra. Es el caso de Fornet", reflexiona el miembro de la ACuL entrevistado por este diario.

A pesar de su lealtad en Casa de las Américas, la trayectoria de Fornet no ha sido irreprochable a los ojos del régimen. Autor de numerosos ensayos sobre la política cultural de la Revolución e hijo del también "problemático" escritor Ambrosio Fornet, el ensayista es recordado por un volumen que jamás se vendió en las librerías cubanas: El 71: anatomía de una crisis, un formidable análisis del año en que el poeta Heberto Padilla fue arrestado por la Seguridad del Estado.

"La designación de Fornet pretende 'limpiarlo' de una vez y por todas de su falta de ortodoxia. El Gobierno quiere llevarlo por el buen camino, por eso le ofrece el puesto. Y parece que está dando resultados", señala la fuente de 14ymedio en la Academia.

La defenestración "voluntaria" de Roberto Méndez y el ascenso de Fornet tuvieron, además, un objetivo más alto: lograr el control definitivo sobre la ACuL, una institución que defendió a capa y espada su autonomía durante toda la República y que Fidel Castro, después de 1959, intentó desmantelar en vano.

"Como la Revolución fracasó en eliminar la Academia, decidió infiltrarla" –como hizo con la masonería y otras muchas instituciones–, explica el entrevistado. La resistencia de la ACuL a Castro, con la escritora Dulce María Loynaz a la cabeza, es legendaria.

El propio Méndez relató en un artículo cómo, en su juventud y recién llegado a La Habana, la corporación le pareció anacrónica frente a las instituciones creadas por la Revolución. Se trataba de una "rara mezcla de catedráticos jubilados y nobles arruinados", reunidos en la casona de Loynaz, en las calles 19 y E de El Vedado, que funcionó como una de las sedes de la institución.

Con el tiempo, y ante la extrema vejez de la escritora, la Academia fue regida por intelectuales afines al Gobierno y agentes de la contrainteligencia, que fueron ingresando poco a poco a la corporación: Lisandro Otero, Salvador Bueno, Roberto Fernández Retamar y Nancy Morejón. En 2012, tras décadas de asfixia por parte del régimen, la ACuL fue absorbida por la Oficina del Historiador, entonces dirigida por Eusebio Leal. Con el mecenazgo de Leal, la corporación comenzó a sesionar definitivamente en el edificio del Colegio San Gerónimo, en La Habana Vieja.

"La clave para entender cómo funciona la Academia en la actualidad es la ensayista Graziella Pogolotti, una figura a la que se le presta muy poca atención, y que es quien dicta las instrucciones del Gobierno para la corporación", detalla el académico consultado por este diario. "Las decisiones que impulsa Graziella, con ayuda de la profesora Luisa Campuzano, son las que ya se han tomado en el Ministerio de Cultura".

Fue Pogolotti quien, según la fuente de 14ymedio, logró el cese de Rogelio Rodríguez Coronel, director de la ACuL hasta 2022 –quien también tenía vínculos con la Seguridad del Estado– y su sustitución por un candidato "moldeable" como Roberto Méndez.

"Nadie iba a escoger a un novelista como Leonardo Padura, que ingresó a la corporación en 2019. Tampoco a una escritora como Mirta Yáñez, que nunca se ha metido en problemas"

"Teniendo en cuenta el plantel de la Academia, Méndez se anunciaba como el director ideal", expone. "Nadie iba a escoger a un novelista como Leonardo Padura, que ingresó a la corporación en 2019. Tampoco a una escritora como Mirta Yáñez, que nunca se ha metido en problemas. En iguales condiciones estaban los académicos menos 'ruidosos', como el lingüista Sergio Valdés Bernal o el historiador Eduardo Torres Cuevas. Los 'viejos camajanes' de la literatura cubana, como Antón Arrufat o Reynaldo González, nunca hubieran aceptado el cargo".

Méndez no tuvo reparos en aceptar la propuesta de Graziella Pogolotti, señala la fuente. "Todos los demás dijeron que no", insiste.

"Es muy revelador que la condena a Daniel Ortega, independientemente de su poca repercusión, no condujera a la expulsión de Méndez de la ACuL", observa el académico. "El régimen también tiene una imagen de cordialidad que mantener ante la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale) y la RAE". La Habana no se atreverá a repetir el gesto de Managua.

En cuanto a Jorge Fornet, sigue bajo vigilancia y "todavía está por comprar", zanja. Mientras tanto, el ensayista sigue presidiendo la Academia e intentando recobrar su ritmo de trabajo, en medio de crisis y divisiones.

La poca asistencia de sus miembros, el pasado 21 de abril, al tradicional homenaje a Miguel de Cervantes por el Día del Idioma, en el parque de San Juan de Dios, resultó sintomática. Observados de cerca por Perla Rosales, la implacable directora adjunta de la Oficina del Historiador –y su máxima jefa, en la práctica–, la Academia ha sabido disimular con sonrisas y ramos de flores su secuestro definitivo por el régimen.

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