Carrera de obstáculos por las calles de La Habana

Las calles de La Habana carecen de reparaciones desde hace décadas (14ymedio)
Las calles de La Habana carecen de reparaciones desde hace décadas (14ymedio)
Jorge Luis González Suárez

04 de junio 2016 - 17:54

La Habana/Transitar por la ciudad de La Habana resulta un desafío para transeúntes y vehículos. El mal estado de las vías acelera el deterioro de los vehículos y provoca no pocos accidentes. Sin embargo, es el deterioro de las aceras el que genera las mayores molestias entre quienes andan a pie, trasladan un coche con un bebé o se desplazan en silla de ruedas.

En las reuniones de rendición de cuentas del Poder Popular realizadas entre el primero de noviembre y hasta el 30 de diciembre del pasado año, y a las que asistieron alrededor de 6.300.000 electores en todo el país, uno de los planteamientos más comunes fue la necesidad de reparar caminos, carreteras, calles de acceso y aceras.

Medio año después, el panorama se mantiene sin avances y muchas zonas de la capital muestran un grado mayor de destrozo en esas áreas comunes. Las razones son varias y van desde la propia indisciplina social de familias que incorporan la acera como parte de su vivienda, hasta la mala práctica de la Empresa de Servicios Comunales de recoger los basureros con maquinaria pesada que destruye aceras, parterres y contenes.

En la calle 27 esquina a 8, en la barriada del Vedado se combinan la desidia popular y las erradas decisiones estatales

Empleados de la entidad estatal han confirmado a este diario que carecen de recursos para realizar un trabajo más profesional. La empresa también atraviesa uno de sus peores momentos, tras el escandaloso desvío de recursos que a finales de 2015 llevó a seis de sus funcionarios ante los tribunales. Los directivos recibieron condenas de entre uno y diez años de cárcel por un desfalco de más de 390.000 dólares, según informó la prensa oficial.

Pero la responsabilidad no recae solo en la Empresa de Servicios Comunales. En la calle 27 esquina a 8, en la barriada del Vedado se combinan la desidia popular y las erradas decisiones estatales. Un gran basurero brota una y otra vez a pesar de los carteles que anuncian multas a los infractores que lancen sus desechos en la céntrica intersección. El uso de buldócer en la recogida del ilegal vertedero ha provocado la desaparición de la acera y la destrucción de la verja de un inmueble cercano.

A pocos metros de allí, en la esquina que forma la calle 27 con la 10, la situación se repite. Pero las averías no son privativas de barrios con menos recursos al estilo de Centro Habana o el Cerro. Hasta el glamouroso Miramar resulta un peligro para los tobillos de los peatones que en lugar de disfrutar la arquitectura de sus regias mansiones deben mirar siempre hacia abajo para evitar huecos, alcantarillas destapadas y grietas que cruzan las aceras.

La Empresa Eléctrica también carga con parte de la culpa del estado actual de las aceras habaneras al crear zanjas o boquetes que después permanecen abiertos por meses o son cerrados sin la correspondiente calidad en el sellado. La Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (Etecsa) y la Empresa de Gas Manufacturado también han contribuido al escenario actual, más parecido a un terreno lunar que a las vías de una ciudad donde viven más de dos millones de personas y recibe cientos de miles de visitantes cada año.

Otra solución es rodear, saltar o encomendarse a todos los santos a la hora de pasar por uno de estos tramos donde falta el suelo y abunda la negligencia

Algunos tramos de las aceras habaneras, después de tantos años mostrando su deterioro, se han convertido en referencia como si se tratara de una señal de tránsito o un cartel. En ese caso se halla la esquina de Ayestarán y Santa Ana, cercana a una parada de ómnibus, donde la acera falta totalmente y los residentes han bautizado a aquel punto como “el trillo” en referencia a los más sencillos caminos rurales. En “el trillo” una vez hubo un árbol que derribó un ciclón hace más de tres lustros. En su caída, el gigante arrancado de raíz se llevó parte de la acera y algo del pavimento de la calle. Hasta esta semana el lugar permanece como lo dejó el meteoro, ahora con el único añadido de un enorme basurero donde proliferan las moscas y los perros callejeros.

La Calzada del Cerro y la Avenida de Rancho Boyeros, tampoco se salvan de fallas a lo largo de sus aceras. En las cercanías del aeropuerto internacional José Martí se repite la escena de los viajeros con maletas de ruedas que se traban entre las piedras y los hoyos del camino.

La práctica de caminar por la calle, bajo el riesgo de un accidente, se ha extendido entre los habitantes de la urbe. Las razones para abandonar la acera y sumarse al tráfico vehícular no radica solo en el deterioro de la infraestructura, los salideros o los vertederos, sino también en el ilegal estacionamiento de autos, motos y coches de tracción animal en la zona que, según el Código de Seguridad Vial, es esa "parte de la vía destinada a la circulación de peatones".

Otra solución es rodear, saltar o encomendarse a todos los santos a la hora de pasar por uno de estos tramos donde falta el suelo y abunda la negligencia. Como en la calzada 51 entre 88 B y 90, hecho de hormigón sin revestimiento, donde más de un transeúnte ha dejado la piel de las rodillas al caerse o ha perdido parte de la suela de sus zapatos al solo pasar por el lugar.

Una mujer intentaba arrastrar por el lugar un pequeño carro cargado de plátanos y una calabaza. “Se ve que por esta acera no pasa ningún pincho”, se quejaba. Después de varios empujones y abundante sudor, logró salvar el obstáculo pero, pocos metros adelante, la esperaba un enorme charco que cubría toda la acera.

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