Se acercan al 20% del total los nacimientos correspondientes a adolescentes en Cuba

Es 10 veces más que en España y similar a México y Haití

Ser negras o mestizas, desempleadas y vivir en familias de bajos ingresos son otras de las características que conforman el perfil de las madres adolescentes
Ser negras o mestizas, desempleadas y vivir en familias de bajos ingresos son otras de las características que conforman el perfil de las madres adolescentes / Cubadebate
14ymedio

09 de julio 2024 - 22:04

La Habana/La tasa de embarazos adolescentes es una de las cifras que mejor ponen en su lugar a la Salud Pública de Cuba, que siempre se ha jactado de su sistema universal y eficiente. En 2023, el 18,9% de los nacimientos correspondieron a mujeres de entre 12 y 19 años. La cifra fue publicada en el enésimo artículo que la prensa oficial dedica al tema, que muestra cómo, lejos de solucionarse el problema, sigue incrementándose.

El número ha subido en más de dos puntos porcentuales desde 2019, cuando el 16,7% de los partos fueron en edades de entre 15 y 19 años. El año siguiente la cifra fue 17%; en 2021, 17,1%; y en 2022, 17,9%.

En términos de fecundidad adolescente –también entre 15 y 19 años– por cada 1.000 niñas en ese rango etario hubo 51,5 (2020), 49,2 (2021) y 50,6 (2022) nacimientos. Los datos de Cuba están lejos de los de otros países como España, que en 2022, para ese rango de edad, reportó una tasa de apenas 4,61 nacimientos. Las estadísticas de la Isla se parecen más a las de México (60,3) por ejemplo, o a la de Haití, de 51,2.

Para los entrevistados por Cubadebate, estos números representan una “disfuncionalidad” o, como lo explica la psicóloga y demógrafa Matilde Molina, “la mayor desarticulación presente en la fecundidad cubana”, especialmente si se compara con la tasa de fecundidad de mujeres entre 20 y 24 años (la más alta entre los rangos etarios) que no está muy lejos con sus 82,9 nacimientos por cada 1.000 mujeres.

El número ha subido en más de dos puntos porcentuales desde 2019, cuando el 16,7% de los partos fueron en edades de entre 15 y 19 años

Otros números alarmantes son los de embarazos precoces, entre 12 y 14 años de edad. En el primer semestre de 2023, el 5,4% de los embarazos adolescentes corresponden a niñas de esas edades, un número elevado en comparación a la cifra de 2018, cuando fueron el 3,8%. 

Estas son apenas las cifras globales, superadas en muchos casos, advierten las autoridades, por el número de embarazos en ciertos territorios, empezando por las provincias orientales. Provincias como Las Tunas (22,7%), Holguín (21,3%), Camagüey (20,5%) y Granma (20,3%) presentan los mayores porcentajes de embarazos adolescentes en el país.

Molina relaciona los casos de embarazos precoces con varios aspectos del contexto social y familiar de las adolescentes. Según estiman las autoridades, que defienden una postura que responsabiliza principalmente a las familias, son los propios padres los que muchas veces “incitan” a las adolescentes a mantener relaciones con hombres adultos o a tener hijos, y la experiencia familiar influye en sus decisiones. “La hija de una madre adolescente, muchas veces termina siendo también madre en edades tempranas de la vida”, dijo en julio de 2023 el doctor en Ciencias Antonio Aja frente al Parlamento.

“Las jóvenes tienden a repetir los patrones aprendidos de formación familiar temprana, ya sea a través de uniones formales o informales, que a menudo conllevan embarazos precoces”, aclara por su parte Molina. Ser negras o mestizas, desempleadas y vivir en condiciones de “vulnerabilidad” son otras de las características que, según han definido en otras ocasiones las autoridades, conforman el perfil de las madres adolescentes cubanas. 

Existen casos de adultos de hasta 50 años que mantienen relaciones con niñas de menos de 19 años

Otra situación, que realza la desigualdad entre las adolescentes y sus parejas, es la diferencia de edades. Para las niñas que tienen entre 10 y 14 años, sus parejas tienen como promedio 8,9 años más. No obstante, el diario reconoce que existen casos de adultos de hasta 50 años que mantienen relaciones con niñas de menos de 19. “En la medida que es menor la edad de la adolescente esa distancia se hace cada vez mayor”, asegura el medio.

Molina señala que, además de que se trata de “niñas” y no mujeres adultas, los embarazos adolescentes muchas veces traen aparejadas situaciones de desventaja, violencia de género, desbalances de poder y libertades y matrimonios infantiles. 

“El embarazo adolescente limita el desarrollo inclusivo, aumenta las desigualdades y las desventajas sociales, y agrava las brechas de género y las heterogeneidades entre los territorios”, señala la especialista, que ve con preocupación que en 2014 la edad mediana para el primer matrimonio era de 15,4 años. El reciente Código de las Familias situó la edad mínima para el matrimonio en los 18 años –antes era de 14 años para las niñas y 16 para los varones con consentimiento de los padres–, pero muchas uniones informales se siguen llevando a cabo “al margen de la ley”, admite Cubadebate.

En 2022, 15 adolescentes de menos de 15 años contrajeron matrimonio, mientras que en el grupo de 15 a 19 años, la cifra sube a 3.987, de acuerdo con el Anuario Demográfico de Cuba de 2022. Por su parte, la última Encuesta de Indicadores Múltiples por Conglomerados, publicada en 2019 por el Ministerio de Salud Pública, calculó que el 6,2% de las mujeres entre 15 y 49 años se había casado o unido antes de los 15 años.

En 2022, 15 adolescentes de menos de 15 años contrajeron matrimonio, mientras que en el grupo de 15 a 19 años, la cifra sube a 3.987

“Cuando las niñas se convierten en madres, tienen muchas más probabilidades de tener más hijos en la adolescencia, lo cual incrementa los riesgos para su desarrollo personal, pero también para su descendencia, la familia y la comunidad”, añade Molina, que explica que el 75% de las niñas que tienen un hijo antes de los 15 años vuelven a gestar antes de cumplir los 20.

Molina añade, por último, otras variables, como el inicio temprano de las relaciones sexuales –antes de los 15 años–, la falta de educación junto a la baja percepción de riesgo y, en última instancia, el “déficit marcado de métodos anticonceptivos, lo que aumenta la demanda insatisfecha de esta población”.

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