Además de escasa, la leche en Cuba está adulterada
En Ciego de Ávila la leche se mezcla con agua u otras sustancias que pueden poner en riesgo, incluso, la salud, denuncia la población
Madrid/La industria láctea en Ciego de Ávila dispone diariamente de 12.300 litros de leche, la mitad de lo que debería tener, unos 24.000, para niños menores de siete años, dietas médicas especiales, y el consumo en hospitales y centros de mayores. El plan establecido es de 17.500, porque los productores no entregan lo contratado, pero ni a eso se llega.
Esta es la situación en la provincia que cuenta con un telón de fondo que ha dado mucho que hablar esta semana, las dificultades para cubrir las necesidades de la población que tiene la leche garantizada y que han forzado al Gobierno a pedir ayuda formal a la dirección del Programa Mundial de Alimentos de la ONU.
En ese contexto la leche en polvo se entregará solo a los bebés de entre cero y siete meses, mientras que el resto de las necesidades deben cubrirse con la leche fluida que, como se ha visto, no alcanza. El dato se encuentra al final de un extenso reportaje del diario Invasor con el que se pretende poner el cascabel al gato sobre otro de los grandes temas que afectan a este codiciado producto: su adulteración. El medio traza detalladamente una cadena, aparentemente impecable, en la que cuesta encontrar –si tan bien funciona– el punto en el que la leche se mezcla con agua u otras sustancias que pueden poner en riesgo, incluso, la salud.
Cuesta entender que tan engrasado sistema deje tantísimos fraudes como se conocen y tan pocos infractores detectados
El problema no es menor. Lo denuncia gran parte de la población y es el punto de partida del texto, titulado Del agua y otros demonios de la leche. “La historia de la adulteración de la leche de vaca es tan vieja como el acto mismo de ordeñar a ese rumiante, y resulta que cuando la demanda aumenta y el producto escasea, el camino más fácil de un tramposo, o de varios, es adicionarle agua y otros demonios para ‘estirarla’ y agrandar las ganancias”, expone Invasor.
El rastreo comienza cuando llegan los choferes con la leche acarreada a la Empresa de Productos Lácteos. “Si el laboratorio de microbiología determina irregularidades en alguno de esos itinerarios, la acción inmediata es que al otro día un inspector de la Unidad Empresarial de Base Acopio Lácteo o un miembro del consejo de dirección de la entidad acompaña a ese chofer en el carro para tomar las muestras correspondientes y analizarlas”. Otro de los puntos de interés son las inspecciones a los productores para comprobar que el ordeño se produce en las condiciones higiénico-sanitarias exigidas.
Según los directivos del sector, la cadena llega hasta el bodeguero, de manera que se toman muestras también en el recorrido y cuando se expende “con el objetivo de comprobar si hay correspondencia entre lo que sale del lácteo o lo que se recoge, si es tiro directo, con lo que adquiere el consumidor”. Por último, se habla de un convenio con Comercio para colocar inspectores en los puntos de venta. “Puede ser que la cadena hasta la una de la madrugada esté bien: que el carrero nuestro deje la leche acopiada sin alteraciones y cuando ya el bodeguero la despache esté alterada”, agrega el director de la empresa provincial del Lácteo, Rubén Pina.
En los lugares de acopio, detallan los directivos, funcionan termos refrigerados que cuentan con un lactodensímetro y también hay un programa de muestreo en las rutas que acumulan incidencias. Además, cada municipio tiene –o debe tener– un laboratorio para revisar la leche y los propios ciudadanos tienen el derecho de acudir, producto en mano, a exigir que se analice la suya.
La baja natalidad y los problemas sobradamente conocidos del ganado –del robo a la malnutrición– afectan las cifras
Cuesta entender –y en ello coincide Invasor– que tan engrasado sistema deje tantísimos fraudes como se conocen y tan pocos infractores detectados. Pero la situación empieza a entenderse mejor cuando se avanza en la lectura, amén de la corrupción que corroe el sistema completo. “Lamentamos, cuenta una empleada del sector, que la industria avileña carezca de equipos para determinar la adición de otros productos, como almidones de yuca, cal y urea”, expone.
Los entrevistados afirmaron que las limitaciones de recursos y para acceder a tecnologías más sofisticadas impide la detección de algunos problemas, así como la escasez de nailon para embolsar favorece las adulteraciones. “Es una pelea bien dura la que sostenemos cuando detectamos en las rutas que el alimento llega adulterado con agua y sal, fundamentalmente”, añade la especialista.
Maritza Valladares Quiñones, microbióloga del Lácteo, manifiesta que se exige a los ganaderos una leche de acopio con 1,030 de peso (densidad) y un mínimo de 3,2% de grasa, para poder luego trabajarla con la descremada pasteurizada y llevarla hasta 2,4%.
En estos momentos, la tonelada de leche en polvo en el mercado internacional es de 3.300 a 3.500 dólares, afirma el subdirector general de Economía y Planificación en Ciego de Ávila, José Lemos. Esa cantidad, sostiene, sube hasta los 4.000 en el caso de Cuba, por el embargo, definido por el funcionario como “persecución económica y financiera a la que es sometida por las medidas coercitivas del bloqueo del Gobierno de Washington”.
Ese hecho, pese a la ayuda del PMA y las compras a algunos países (entre ellos EE UU), además del apoyo de Sancti Spíritus –que aporta 3.000 litros diarios–, ha llevado a las autoridades provinciales a reestructurar las entregas de leche como se explicó semanas atrás.
Los ganaderos también están presentes en el texto, en el que se aportan las supuestas bondades exclusivas de la leche de vaca –cada vez más discutidas frente a las alternativas vegetales–, para explicar que cada uno de sus animales da un rendimiento promedio de 2,3 litros, que podrían ser cuatro más si se contara con mejores condiciones, en referencia a la alimentación, pero también al respeto de sus horarios de rumia. Además, la baja natalidad y los problemas sobradamente conocidos del ganado –del robo a la malnutrición– afectan las cifras.
En los últimos 12 años, la masa ganadera en Ciego de Ávila decreció en más de 5.100 cabezas anual y en 2023 el número fue mayor a 13.000 animales
Basilio González Adega, médico veterinario entrevistado por el medio, expone que el estrés de los animales hace que hasta el celo sea un “lujo” y aclara que, de las que se preñan, “más de un 10% abortan por el trauma que les ocasionan las más de 13 horas sin alimentos y agua al estar recogidas para no ser víctimas de ladrones matarifes”. Entre unas cosas y otras, la mortalidad se dispara.
“Si nuestro ganado durmiera en los potreros el índice de natalidad sería un 10% o un 15% superior, el de las muertes un 2% inferior, los animales que se llevan a sacrificio alcanzarían 30 kilogramos o más de peso y cada vaca en ordeño daría, como mínimo, un litro de leche más”, subraya. Siguiendo este cuento de la lechera, nunca mejor dicho, nacen 6.300 vacas, hay 427 toneladas más de carne, las vacas entregan 4 millones de litros de leche más y las muertes bajan en 3.446.
Pero como en el cuento, el cántaro se rompe y la realidad es otra. En los últimos 12 años, la masa ganadera en Ciego de Ávila decreció en más de 5.100 cabezas anual y en 2023 el número fue mayor a 13.000 animales, lo que llevaría, de continuar así, a la desaparición de la ganadería bovina en los próximos 25 o 30 años.