Además de los impagos del Gobierno, el caos en los puertos se debe a la falta de estibadores

Salarios miserables y condiciones deplorables explican la estampida de los trabajadores

“En el puerto manipulamos carga que da dinero ‘duro’ a la economía nacional”, advierten los estibadores.
“En el puerto manipulamos carga que da dinero ‘duro’ a la economía nacional”, advierten los estibadores. / CMKC
14ymedio

26 de diciembre 2024 - 18:25

La Habana/Para la prensa oficial, es la falta de estibadores –y no de dinero en las arcas estatales– la que provoca la sobrestadía de los barcos extranjeros en los puertos cubanos. En un reportaje publicado este lunes por Trabajadores se enumeran las causas de la estampida de empleados, inconformes con numerosos “conflictos, cambios de directivos, descontrol, falta de higiene en baños y taquillas, bajos sa­larios, poco encadenamiento productivo, mala atención a los trabajadores e incalificable ali­mentación”. 

Los buques han tenido que esperar durante días –y a veces semanas–, por ejemplo, en el puerto de Cienfuegos, donde algunas tripulaciones “cobraban estadía por falta de personal para la carga o descarga”. Trabajadores insiste en que esta clase de situaciones se da con frecuencia en los 13 puertos más importantes del país, en especial La Habana, Cienfue­gos, Nuevitas y Santiago de Cuba, visitados recientemente por un escuadrón de inspectores. 

También sucede que varios puertos, como el capitalino, “han llegado a multiplicar utilidades hasta un 280%” en varias operaciones, pero a los estibadores solo les pagaron 300 pesos o menos. Durante el primer semestre de 2023 ni siquiera les pagaron acorde a la actividad del puerto. 

Varios puertos, como el capitalino, “han llegado a multiplicar utilidades hasta un 280%” en varias operaciones, pero a los estibadores solo les pagaron 300 pesos o menos

A menudo, los estibadores son llamados al puerto pero deben esperar a que los barcos estén en sus posiciones para descargar. Cuando el barco demora en entrar a la terminal –por razones totalmente ajenas a los trabajadores– se les debe pagar, por ley, el tiempo de espera. Sin embargo, este cobro tampoco se respeta siempre. 

Con las condiciones actuales, los estibadores tienen sobradas razones para renunciar –algunos después de 20 años o más de trabajo– a su contrato con el Grupo Empresarial de Transporte Marítimo Por­tuario (Gemar). 

Silverio, un veterano empleado del puerto habanero al que sus colegas llaman Guanabacoa, describe sin ambages el panorama. “En el puerto se roba”, es su carta de presentación ante los periodistas oficiales. “Y si se roba es porque no todo el mundo hace lo que tiene que hacer”. A Silverio le parece inconcebible que no pocos estibadores saquen clandestinamente bienes de los contenedores –“una mochila cargada con intriga”– y recorran, sin que “nadie vea nada”, el kilómetro que separa la terminal de atraque de la puerta de salida. 

“En el puerto se roba. Y si se roba es porque no todo el mundo hace lo que tiene que hacer”

El estibador, que ha sido también “jefe de brigada, mecánico, secretario general del sindicato y mucho más”, ha hecho de vigilar a los ladrones su misión personal. Ha llegado a “fajarse a los piñazos” con alguno. “Aquí todo el mundo sabe que yo soy Guanabacoa y no dejo robar a nadie”, espeta. 

Roberto Betharte y Agustín Sánchez, dos funcionarios sindicales del sector portuario, contaron a Trabajadores algunos detalles de su “expedición” por los puertos cubanos como parte de un grupo de trabajo nacional. Volvieron a La Habana abrumados por las “numerosas dificultades” que cualquier estibador de la Isla padece y la despreocupación de los jefes. 

“¿Cómo aceptar que muchos de los directivos al frente de la gestión de los recursos humanos no conocieran siquiera los sistemas de pago ni qué es un destajo, o los recursos laborales y los elementos que conforman la organización del sistema salarial?”, lamentaron. “Esas son razones para las frecuentes reclamaciones de los trabajadores, quienes –entre otras– se quejan de los bajos salarios no obstante la labor e intensidad del trabajo que ejecutan”. 

Hay otros problemas, relacionados con el estado de las instalaciones, que los empleados también llevan años denunciando. Los baños, por ejemplo, están en una situación “crítica” y “deprimente”. Las taquillas carecen de seguridad, por lo que las “pérdidas” de pertenencias de los trabajadores son frecuentes. 

El comedor, por otra parte, no solo sirve alimentos de mala calidad y en porciones exiguas, sino que a muchos estibadores se les quita el derecho a comer en las instalaciones. En La Habana, por ejemplo, solo tienen derecho al comedor unos 50 estibadores. En Santiago, a pesar de que se le debe garantizar a un estibador una dieta de 2.552 calorías, se llegaba apenas a 600.  

Las ocho guaguas que el puerto de La Habana tiene alquiladas a Transporte trabajan con intermitencia e irrespetando las rutas

Las ocho guaguas que el puerto de La Habana tiene alquiladas a Transporte trabajan con intermitencia e irrespetando las rutas, denuncia el medio. “Algunos estibadores llegan tarde o se ausentan justificadamente alegando la falta de transporte, sin embargo, nadie ha demandado por los daños ocasionados”, añade. 

La historia de Miguel Bringas, un estibador de 80 años que permanece en plena actividad en el puerto de Santiago de Cuba, es otra de las que ilustran la inconformidad del gremio. “La cosa está cada vez más difícil”, admite el hombre, que lleva más de 50 años laborando en la rada santiaguera. 

Bringas, un empleado disciplinado, considera que, atendiendo a la cantidad de insatisfacciones que acumula, “carga sobre sus hombros algo más que sacos”. “Salarios men­guados, altibajos con la alimentación, caren­cia de medios de protección, añoranza por el incentivo en moneda libremente convertible (MLC), insuficiencias con el transporte obre­ro, son algunos de los reclamos”, enumera. 

Jorge Caminero, colega de Bringas y con 20 años de experiencia estibando, asegura que llegan a trabajar a las seis de la mañana. Van a pie al puerto, “arriesgándose como está la calle de peligrosa”, porque la guagua no pasa por su zona. Otros pagan 100 pesos por un transporte privado. El regreso a sus casas es similar. 

La inseguridad laboral es el pan diario de los trabajadores portuarios cubanos y numerosos casos lo confirman

Se queja de que los directivos no les ofrezcan un mínimo de condiciones. “¿Botas para trabajar? Ni recuerdo la úl­tima vez que las dieron”, afirma. Entre sus reclamos está el pago en MLC, pues conoce bien el valor de su trabajo. “En el puerto manipulamos carga que da dinero ‘duro’ a la economía nacional”, añade. 

Los directivos entrevistados por Trabajadores se pierden en laberintos burocráticos y remiten a las autoridades ministeriales en busca de respuestas. Son los “esquemas” de La Habana los que rigen en los puertos cubanos, que ni siquiera cuentan con órganos de justicia que defiendan a los trabajadores. 

La inseguridad laboral es el pan diario de los trabajadores portuarios cubanos y numerosos casos lo confirman. El pasado febrero, tres estibadores fallecieron en el puerto de carga de Santiago de Cuba, tras inhalar gases tóxicos: Raicol Calzado Kindelán, Yosbani Paaterson Duany y Roibel Bejerano Hernández fueron sepultados en el cementerio de Santa Ifigenia, al mismo tiempo que la investigación sobre los responsables del accidente.

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