Adiós, 'Moscú', bienvenido el Kremlin
Terminan de demoler el edificio donde se encontraba el célebre restaurante, sinónimo del fin de una era
La Habana/Parecía imbatible. Los años de esplendor y las posteriores décadas de decadencia, pero de sobrevivencia física del inmueble, hicieron creer a muchos habaneros que la parcela ubicada en la intersección de la avenida 23 y la calle P sería por siempre una imponente mole. Esta semana la ciudad dice adiós al local del restaurante Moscú, sinónimo del fin de una era.
Solo queda un trozo y resulta raro. Un fragmento del edificio que una vez condensó los placeres más mundanos y la más feroz parametrización. Todo en uno. No ha habido estructura en esta ciudad que pueda resumir tanto: el relajo y la sobriedad; el desparpajo cubano y el duro músculo soviético. En el mismo lugar en el que se ubicó el cabaret Montmartre, donde actuaron Rita Montaner y Joséphine Baker, luego se instauró la sopa borsch y el miedo. Después llegó la nada.
Un incendio puso fin a la etapa que comenzó tras la llegada al poder de Fidel Castro y las nacionalizaciones que se sucedieron. Entonces, el inmueble dejó de albergar el famoso casino y cabaret Montmartre. A finales de la década de los 60 el lugar fue rebautizado como Moscú, un guiño a la Unión Soviética. Las noches de bolero llegaron a su fin y el espacio quedó ocupado por platos de sopa Solianka y ensalada rusa. Más tarde llegaron las llamas.
Ahora, tres décadas después de que un incendio apagara el brillo del céntrico local, sus ruinas se convirtieron en un quebradero de cabeza para los vecinos más cercanos y las autoridades de la ciudad. La noticia de su demolición cayó como un bálsamo entre los desesperados residentes de las cercanías. Pero nada resultó como estaba planeado. Ni la ruina era tan fácil de echar abajo, ni la ciudad era la misma de antes de anunciar su desmontaje.
Ahora, a las fotos que se toman desde balcones cercanos les han nacido nuevos ángulos, pero la ciudad no está lista para celebrar tales frivolidades. La gente se queja de la velocidad para limpiar un área cuando va a convertirse en una zona hotelera. Se ha sabido que en el lugar se erigirá un alojamiento que gestionará la empresa cubana Gran Caribe y la compañía española Be Live.
A pocos metros, hay cuarterías con decenas de familias a punto de derrumbarse por falta de mantenimiento. La calle 23 forma parte, sin duda, del corazón de un pastel muy apetecido por las empresas turísticas y el conglomerado militar que gestiona buena parte del turismo en Cuba. Pero nadie sabe si el lugar del cabaret Montmartre dará paso a una zona de libertad y creatividad, como lo fue en sus inicios, o si regresará al control de un Kremlin pacato y nervioso.
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