Aguadores, tanques y camiones cisternas, los caminos del agua
La Habana/Bajo el sol, y mientras los transeúntes buscan la sombra que proyectan los balcones, se escucha el sonido de una carretilla que recorre la calle Jovellar en La Habana. Va cargada de tanques repletos de agua y, a su paso, los vecinos se asoman por las ventanas o corren al interior de sus casas en busca de un cubo para llenar. El revuelo de la barriada recuerda al de los días de fiesta, pero no hay música ni jolgorio, solo un aguador que vende su anhelada mercancía de puerta en puerta.
Idalmis, una joven madre que vive en la ruta que hace El Primo, le grita desde el balcón que quiere llenar un tanque. Le pide que no se vaya, que otras vecinas también necesitan almacenar en pomos, cazuelas y hasta una pecera con agua. Hace meses que no ven a las pilas de sus casas soltar un sonoro chorro que lo moje todo.
Abel Salas, vicepresidente primero del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), explicó a los medios que unas 70.000 personas en Santiago de Cuba reciben el agua por carros cisterna, mientras que en la capital la cifra ronda las 60.000El Primo es un aguador moderno. No carga cubos por una escalera. En su carretilla tiene un pequeño motor y unas mangueras que le alcanza a los clientes y con las que llena cualquier recipiente en un dos por tres. Conecta en una extensión eléctrica que alguien le preste y el ronroneo del bombeo se hace sentir. Tiene el garbo de un descendiente lejano de Francisco de Albear y Lara pero a su nombre nunca se levantará un monumento en la capital cubana.
El método de El Primo, a pesar de lo sofisiticado tiene sus limitaciones. No puede pasar de un segundo piso por cuestiones del largo de las mangueras, pero, matiza, "tampoco aquí en Centro Habana los edificios son tan altos".
Mientras llena un tanque azul, que una vez tuvo manteca vegetal y ahora contiene el agua para una una familia de cuatro miembros, el comerciante explica que desde que se radicó en la ciudad, proveniente del oriente de la Isla, este ha sido su trabajo. "La policía me ha confiscado varias veces el motor, pero los vecinos me tienen tanto aprecio que ellos mismos me sacan del calabozo", asegura.
En menos de cinco minutos ya se ha formado la cola frente a la carretilla. Antonia, una jubilada que vive sola en primer piso, cuenta que un uniformado le prohibió al aguador que llenara sus tanques en la entrada de agua de la cisterna del cercano cine Pionero. "La cuadra en pleno se movilizó y lo sacamos de la unidad ese mismo día", recuerda.
Los ciclos de suministro de la empresa Aguas de La Habana se ha hecho más largos en la mayoría de los municipios capitalinos. Zonas como La Habana Vieja se abastecen casi por entero de camiones cisternas, pero en sus barrios más pobres, donde el dinero no puede comprar una frecuencia más breve, las pipas solo llegan "cada siete días". Se priorizan "las escuelas, los círculos infantiles y los policlínicos", dice a 14ymedio el conductor de uno de estos vehículos que el lunes abastecía un edificio de la calle Teniente Rey.
Abel Salas, vicepresidente primero del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), explicó a los medios que unas 70.000 personas en Santiago de Cuba reciben el agua por carros cisterna, mientras que en la capital la cifra ronda las 60.000. El deterioro de la red hidráulica agrava la situación. Según datos brindados por la prensa oficial, "las empresas registradas en la capital como derrochadoras dilapidan en un mes casi 830.000 metro cúbicos" de agua. Los últimos informes publicados sobre el tema indican que un 45% del agua que se bombea en el país se pierde en fugas y salideros.
Zonas como La Habana Vieja se abastecen casi por entero de camiones cisternas, pero en sus barrios más pobres, donde el dinero no puede comprar una frecuencia más breve, las pipas solo llegan "cada siete días"
Una pipa puede costar entre 10 y 15 CUC, que se pagan, normalmente, reuniendo el dinero entre todos los vecinos. Los dueños de hostales y paladares se dan el lujo de comprar una para sus negocios, pero para la mayoría de los residentes en La Habana es un precio demasiado alto.
En la periferia de la capital, en zonas como Mantilla y Arroyo Naranjo, el agua llega en días alternos pero "con muy poca fuerza", se quejan los residentes. Allí también abundan los aguadores como El Primo, que cuando irrumpen con su carretilla en una calle todos se aglomeran a su alrededor con cuanto recipiente puedan llenar.
Para ellos habrá mucho trabajo en los próximos meses. Aunque el Centro del Clima del Instituto de Meteorología pronosticó una temporada de lluvias con un "comportamiento normal de las precipitaciones" también advierte que "los volúmenes acumulados no resolverán los déficits existentes. El grito de "agua" seguirá sonando en los barrios habaneros.