Alberto es un nombre maldito en Artemisa
En muchas zonas de Artemisa los residentes, todavía con el “agua por los tobillos”, evalúan las pérdidas en la agricultura y en las viviendas
Candelaria/Las lluvias de la tormenta subtropical Alberto han concentrado las miradas hacia el centro del país, la zona más afectada por las inundaciones, pero en el occidente los daños también son considerables. En muchas zonas de Candelaria (Artemisa) los residentes, todavía con el “agua por los tobillos”, evalúan las pérdidas en la agricultura y en las viviendas.
Municipio mayoritariamente agrícola y de crianza de ganado menor, Candelaria es uno de los suministradores más importantes de alimentos para la ciudad de La Habana. Junto a otros como San Antonio de los Baños, Güira de Melena y Alquízar, de sus campos salen viandas, frijoles y vegetales con destino a la capital.
A mediados de 2017 la provincia de Artemisa, en la que se encuentran enclavados estos municipios, abastecía unos 200 puntos de venta en La Habana, según datos suministrados a la prensa oficial por Tomás Rodríguez, director del Grupo Agropecuario y Forestal.
“Cuando estos pueblos no pueden llevar sus productos hasta la ciudad, allí la situación se pone muy difícil porque lo que nace en estos campos es lo que compran los habaneros en sus mercados”, explica a 14ymedio Luis Romero, conductor de una araña, un vehículo de dos ruedas tirado por caballo que se utiliza para el transporte de mercancías.Este jueves en la tarde algunos clientes ansiosos llegaban desde La Habana a Candelaria para aprovisionarse de cebollas, ajo y carne de cerdo. “Pero no hay mucho para vender porque la mayoría de los cultivos está todavía bajo el agua y otros se echaron a perder”, lamenta Romero, quien logró rematar unos plátanos antes de que se malograran.
Entre los cultivos más afectados en territorio candelariense se halla el arroz, con cientos de hectáreas que permanecen aún bajo el agua, mientras que en la zona montañosa de Soroa sembrados como el maíz, la yuca y los frutales, como el plátano, sufrieron severos daños con las intensas lluvias.
En las calles, las aguas albañales todavía se mezclan con la inundación dejada por las lluvias y han anegado numerosas viviendas, especialmente en las zonas más bajas. Los vecinos han ido sacando sus muebles y artículos personales hacia los portales para secarlos con los primeros rayos de sol en dos semanas.Una insoportable plaga de mosquitos se ha unido a los daños dejados por Alberto, y las familias con niños pequeños toman precauciones para evitar el contagio de enfermedades. “Mandamos a buscar agua a Pinar del Río porque nuestro pozo está contaminado y en la casa hay dos niños pequeños”, explica una abuela a cargo de sus tres nietos.
La situación de los pacientes crónicos también se complicó con el paso de la tormenta, porque el hospital más cercano está en San Cristóbal. Los asmáticos, hipertensos y diabéticos son los que han sufrido más y, desde el miércoles, los que se encuentran en peor condición física han empezado a ser trasladados hacia los centros hospitalarios.Otros viven la angustia de un posible derrumbe de sus viviendas dañadas por el exceso de humedad.
“Pasados por agua”, así describe la situación de sus familiares una candelariense, Caridad, que vive en el centro del poblado y que ha colocado una decena de latas, cubos y otros envases para recoger las goteras que caen de su techo sujetado por vigas de madera. “Los aguaceros no nos han dado tregua”, puntualiza.
“Hemos puesto también este nailon sobre las camas para evitar que se mojen, pero el resto de las cosas está amontonado en la única esquina que no se moja”, explica Caridad mientras señala el techo.“Estoy desesperada, mandé a mi hija con su niño para casa de mi hermana y nosotros permanecemos aquí”, dice. “Esta construcción es de las más antiguas del pueblo, fue declarada patrimonio y arreglarla cuesta un dineral que no tenemos, además de los permisos y restricciones para construir que se nos imponen por ser patrimonio”, se queja.
En el municipio vecino de San Cristóbal, el más dañado de la provincia según las autoridades, la prensa local señala que las familias perdieron una cantidad innumerable de electrodomésticos y cerca de 400 colchones.En los poblados de Taco Taco y Santa Cruz, la sola mención del nombre Alberto crea desazón entre los residentes. En 1982, un huracán del mismo nombre provocó graves inundaciones y ahora se ha repetido la pesadilla.
“Aquí nadie le va a poner Alberto a ningún niño que nazca porque la gente tiene muy mal recuerdo de ese nombre”, asegura un vecino de Taco Taco todavía con el agua por las rodillas en la sala de su casa.
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