Menos 'almendrones’ en La Habana tras el reordenamiento del transporte

La capital cubana ha vivido ocho días de confusión tras la disminución del número de taxis privados en la ciudad

Los pocos vehículos de transporte de pasajeros que se acercaban este martes a la piquera cercana al cine Mónaco eran prácticamente asaltados por los clientes unos metros antes (14ymedio)
Los pocos vehículos de transporte de pasajeros que se acercaban este martes a la piquera cercana al cine Mónaco eran prácticamente asaltados por los clientes unos metros antes (14ymedio)
Marcelo Hernández

17 de octubre 2018 - 16:07

La Habana/Más de una semana después del comienzo del reordenamiento del transporte en La Habana, se nota en las calles de la capital la caída de las posibilidades de subirse a un taxi privado, aunque muchos conductores de almendrones siguen sin sumarse a la "huelga de brazos caídos" propuesta por algunos de los afectados.

La capital cubana, un verdadero caos a la hora de trasladarse de un lugar a otro, ha vivido ocho días de confusión tras la disminución del número de taxis privados que hacen las más importantes rutas que entrecruzan la ciudad. No obstante, una parte de los choferes sigue tras el timón a la espera de que el Gobierno de marcha atrás en parte de las medidas.

Los pocos vehículos de transporte de pasajeros que se acercaban este martes a la piquera cercana al cine Mónaco, en la habanera barriada de La Víbora, eran prácticamente asaltados por los clientes unos metros antes.

"La gente está desesperada porque si antes nada más tenía que esperar un máximo de 15 minutos para irse, ahora puede estar hasta una hora aquí", cuenta a 14ymedio un buquenque que organiza la cola y ayuda a llenar cada carro. En los últimos días, se queja, ha ganado menos de lo habitual porque por regla general cada conductor le da unos 5 CUP por su labor, pero "están viniendo muy pocos".

"La gente está desesperada porque si antes nada más tenía que esperar un máximo de 15 minutos para irse, ahora puede estar hasta una hora aquí", cuenta a '14ymedio' un 'buquenque' que organiza la cola

El 8 de octubre el Consejo de la Administración Provincial inició un "experimento" que incluye nuevas regulaciones, además de incentivos económicos y fiscales para los trabajadores por cuenta propia dedicados al transporte de pasajeros. Lo boteros deben operar con una nueva licencia para cuya obtención se necesita presentar un contrato para obtener el combustible a menor precio y, además, poseer una cuenta bancaria.

La aparente ventaja de comprar gasolina o diésel a menor precio no lo es tanto para el transporte privado de pasajeros que se mueve, en gran parte, con combustible comprado en mercado informal previamente robado de ministerios y entidades estatales, especialmente de sectores como el transporte urbano y la industria azucarera.

"Tampoco el poder contar con un mercado de piezas vendidas con un descuento me interesa", afirma Panchito, uno de los transportistas que hasta hace una semana hacía la ruta desde el Vedado hasta La Víbora y que no ha vuelto a trabajar desde entonces.

"Estoy pensando seriamente entregar la licencia porque no quiero trabajar en estas condiciones". "Antes nosotros éramos más libres, si una ruta no nos daba negocio nos cambiábamos para otra, pero ahora una vez que te afilies a una piquera y a una ruta es muy difícil hacer eso", agrega el cuentapropista. Panchito no cree que en el mercado mayorista, con rebajas de hasta el 20% en la piezas prometidas por el Gobierno, pueda encontrar algo que se ajuste a su Chevrolet de 1956. "Eso o se compra en Estados Unidos o con los talleres privados que hacen copias de casi todo".

En Cuba se ha desarrollado toda una industria de rehabilitación automovilística fruto de los años de prohibición de compra de vehículos en concesionarios. Los mecánicos especializados en la reparación de autos de los años 50 y los talleres que reproducen fielmente partes de la carrocería, la pizarra interior y hasta las puertas son numerosos.

Liván es otro de los boteros que ha seguido rodando por las calles habaneras hasta "ver qué pasa". El joven de 26 años opina que "es mejor esperar porque aquí las cosas empiezan con mucho rigor y después se van relajando en el camino"

Liván es otro de los boteros que ha seguido rodando por las calles habaneras hasta "ver qué pasa". El joven de 26 años, con dos de ellos frente al timón de un vehículo de pasajeros, opina que "es mejor esperar porque aquí las cosas empiezan con mucho rigor y después se van relajando en el camino". Asegura no poder dejar de trabajar "ni un día" porque forma parte de una cuadrilla de carros que pertenecen a un solo hombre que renta su uso y gana una comisión diaria.

"Si no le entrego su dinero cada día me quita el carro y se lo da a otro", esgrime Liván. La práctica de un dueño que gestiona varios vehículos está prohibida, pero la situación se enmascara con testaferros que tienen la propiedad del vehículo y el dueño pocas veces da la cara.

Liván confiesa que si tuviera carro propio "ahora mismo estaría parado" pues apoya las demandas de sus colegas. En su opinión es una "limitación muy grande" que los boteros deban cumplir con consumos mínimos y máximos de combustible en dependencia del tipo de vehículo, su capacidad y la clase de combustible que utiliza.

"Eso es una locura porque en estos carros viejos puede pasar cualquier cosa, desde una rotura hasta un derrame o que tengas que hacer viajes a un taller, a un lugar para reparar una pieza", lamenta. "Además, eso lo único que va a traer es más corrupción, porque la gente cumplirá con la formalidad pero terminará haciendo viajes con el combustible del mercado negro".

Los clientes tampoco valoran satisfactoriamente el experimento, aunque las nuevas medidas buscan beneficiar los intereses de la población y de los transportistas

Los clientes tampoco valoran satisfactoriamente el experimento. Aunque las nuevas medidas buscan crear un equilibro entre "los intereses de la población, asociados a precios más asequibles y seguridad", y los de los transportistas, según la viceministra del Transporte, Marta Oramas, los clientes tienen también sus dudas.

"Vivo cerca de la avenida Rancho Boyeros y si antes salía de mi casa y estaba segura de que en 10 o 15 minutos iba a estar montada en un almendrón, ahora ese tiempo es una incógnita", explica Adelina, vecina de la calle La Rosa. "Antes el que tenía los 10 pesos podía irse rápido, pero ahora ni eso".

Adelina lamenta lo mucho que tendrá que caminar ahora para subir a un taxi colectivo, al quedar establecidas 26 terminales y 23 rutas asociadas, fuera de las cuáles no podrán operar los boteros. "El que no llegue hasta alguna piquera puede quedarse esperando por horas y si vas a una tampoco es que tengas garantizado el viaje".

Entre quienes apoyan las medidas no faltan quienes se alarman frente a la situación actual pero creen que "esto es una prueba de fuerza y la va a ganar el Gobierno", según Manolo, un jubilado que vende la prensa en las cercanías de la Plaza de Carlos III. "Ya era hora de que los boteros dejaran el abuso que tenían con la gente", asegura. "Solo es cuestión de tiempo para que vuelvan a las calles, porque solo les importa el dinero".

A partir de diciembre entra en vigor un paquete de 20 decretos, resoluciones y normas que buscan "reordenar" el sector privado

El regreso de todos al servicio no se ve tan claro. La Oficina Nacional de Administración Tributaria está impartiendo unos cursos para entrenar a los cuentapropistas, incluyendo a los transportistas, en las nuevas medidas para regular el sector privado, pero las sesiones se han convertido en un muro de los lamentos.

A partir de diciembre entra en vigor un paquete de 20 decretos, resoluciones y normas que que buscan "reordenar" el sector privado y que los emprendedores perciben como un frenazo a las aperturas económicas impulsadas desde hace diez años.

"Vine a escuchar qué me decían pero todo lo que veo son restricciones y más restricciones", cuenta Hugo, un trabajador por cuenta propia dedicado a la venta de dulces que asistió a uno de los seminarios en la oficina de la ONAT de la calle 17 en el Vedado. "Esto que estamos viendo con los boteros es un adelanto de lo que viene para todos nosotros", opina. "En enero, aquí el logre subirse a un almendrón o comerse un pastelito se podrá sentir afortunado".

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