Los altos precios de la cebolla hacen llorar a los cubanos

La Habana/Al mojo criollo le puede faltar el preciado sabor ácido del limón o de la naranja agria, incluso carecer de aceite –que se sustituye por agua en tiempos de crisis–, pero tiene que contener cebolla y ajo sí o sí. Sin esos dos ingredientes la mezcla no merece siquiera llevar el nombre del tradicional adobo que tanto se usa en las cocinas cubanas. 

Señorial, la cebolla es prácticamente obligatoria en todos los platos que conforman el recetario de esta Isla. No hay potaje, guiso, carne asada o fricasé que no contenga esta hortaliza que hace saltar las lágrimas hasta del más despiadado. Últimamente, sin embargo, el llanto se centra en los bolsillos debido a los precios que alcanza el producto y a los largos períodos en los que desaparece de las tarimas de los mercados.

A pesar de su condición de imprescindible, la cebolla que se cultiva en los campos cubanos se ha ido haciendo más pequeña y sucia con las décadas. El encogimiento de su tamaño ha sido, no obstante, inversamente proporcional al precio que se paga por una ristra o una pata, ya sea de la variedad blanca o morada. 

El producto se ha trasladado al comercio furtivo o ilegal tratando de evitar los controles de precios topados

Hace un año la libra costaba unos 350 pesos en el mercado de 19 y B de El Vedado habanero. Uno de los más emblemáticos y caros locales de venta de productos agrícolas en la capital cubana ha podido ofrecer la hortaliza prácticamente cada semana, pero otros comercios no han corrido con igual suerte. El producto se ha trasladado al comercio furtivo o ilegal tratando de evitar los controles de precios topados impuestos por las autoridades.

Para este mes de agosto, en el mismo mercado la libra de cebolla cuesta 400 pesos pero el tamaño y la calidad han descendido notablemente. En julio pasado escaló hasta los 450 y "eran unas cebollitas que daban pena, parecían sacadas antes de tiempo del campo y con muy poco sabor. Donde antes se echaban dos, había que poner cuatro para que supiera algo la comida", lamentaba este viernes una cliente.

Sin embargo, lo dramático de la subida se aprecia más claramente cuando se compara el precio en los últimos cuatro años. Los 80 pesos la libra que costaba la hortaliza en agosto de 2020 se habían triplicado en 2022 y, este verano, su precio de hace cuatro años se ha multiplicado por cinco, mientras los salarios se han quedado estancados.

"¡Cebolla, cebolla! ¡Blanca y morada!", pregonaban este sábado dos jóvenes en el interior de un edificio de 12 pisos en Nuevo Vedado. Eran vendedores sin licencia y al precio de cada ristra, con un poco más de 50 cebollas medianas, no podrían ofrecerlas en los mercados o las carretillas a la vista de los inspectores. "Son 1.500 pesos cada ristra", respondía uno de ellos cuando una vecina indagaba sobre el precio. El mohín de la mujer dejaba claro que no podía pagar esa cantidad.

En el cercano mercado del Ejército Juvenil del Trabajo, de la calle Tulipán, hace muchos meses que las cebollas no aterrizan en las tarimas. En lugar de ellas, apenas se asoma su primo pobre el cebollino, "sucio, con muchas hojas marchitas y a veces de un mazo la mitad están podridos cuando se limpian", advierte un hombre que vende bolsas de nailon a las afueras del local.

Por los alrededores merodean con frecuencia comerciantes en bicicletas, listos para emprender la fuga rápidamente si llegan los inspectores y cargados con ristras de cebollas. Sin embargo, desde que a mediados del pasado mes de julio se impusieran nuevos precios topados a más de una veintena de productos agrícolas, los controles se han recrudecido y los vendedores del mercado negro han desaparecido. Ahora mismo no es posible encontrar el producto de ningún tamaño, color o calidad.

Mientras la blanca se usa fundamentalmente para colocar cruda y en rodajas sobre la ensalada, aunque también se le añade al mojo de la yuca y otras viandas, la cebolla morada es la preferida, por su sabor más fuerte, para adobar carnes, frijoles y otros platos de larga cocción. Pero también se pueden utilizar indistintamente si no hay otra opción. Elegir entre varios tipos de un mismo producto no es un ejercicio que los cubanos hayan podido hacer con frecuencia en las últimas décadas, a menos que tengan moneda extranjera.

En el mercado informal cubano y en algunos portales digitales venden en divisas cebollas grandes y limpias

En el mercado informal cubano y en algunos portales digitales venden en divisas cebollas grandes y limpias. Empacadas y sin tierra pegada, las blancas cuestan unos 6 dólares la libra y las moradas superan los 6,50. Si se opta por el ingrediente granulado, un envase de unos 140 gramos roza los 8 dólares. A todo eso habrá que sumar el costo del envío a domicilio que, en dependencia del volumen del pedido, puede superar los 5 dólares a los barrios más céntricos de La Habana.

Los productores, como Leopoldo, residente en Güira de Melena, provincia de Artemisa, achacan la reducción del tamaño y la caída en la calidad de los bulbos a la falta de nutrientes para el suelo y a que los guajiros no cuentan con buenas semillas para sembrar. "Donde antes una ristra de cebolla nos duraba casi un mes, ahora en la cocina se nos va una a la semana. Por suerte yo no tengo que comprar porque tengo sembrados propios".

Cuando están en cosecha, toda la familia de Leopoldo se dedica a la recogida desde los surcos y a trenzar las ristras y las patas que luego venderán una parte a la estatal Acopio y otra a intermediarios particulares. "Es una tarea bonita porque uno las va armando con las propias hojas secas y todo coge ese olor", advierte. Pero donde antes había cebollas rechonchas ahora las hay pequeñas. "Así está todo aquí, esmirriado", advierte.