Las andanzas de tres mujeres en busca de un improbable transporte en Matanzas

Un pasaje en un ómnibus estatal cuesta 20 pesos y, en los camiones particulares, 250, pero "las guaguas estatales están escasas"

Se encarecen los precios en la transportación privada en Matanzas, que no llegan a todos los municipios de la provincia
Se encarecen los precios en la transportación privada en Matanzas, que no llegan a todos los municipios de la provincia / 14ymedio
Julio César Contreras

28 de mayo 2024 - 22:16

Matanzas/Marlén se levanta de madrugada, pero no es la primera en llegar a la terminal de ómnibus de Matanzas –la única en la ciudad– en la que confluyen el desbaratado transporte estatal, los camioneros que viajan a La Habana y los boteros privados. Hacía meses que no visitaba el local, pero ahora, debido a trámites en el Registro Civil, debe volver al municipio en el que nació, Unión de Reyes. 

Si de describir la situación del transporte se trata, un vistazo al punto de embarque lo dice todo: la arquitectura dañada por falta de restauración, un solo empleado que anota o llama a las personas en las listas de espera y que, a la vez, rectifica los pasajes reservados con antelación, los baños sucios y sin agua y los bancos oxidados completan el cuadro. 

“No hay una sola esquina de este lugar en la que uno se sienta cómodo. Todo está polvoriento y sucio. No hay guardabolsos, por lo que los viajeros deben cargar su equipaje desde el lugar donde le ponen el ticket hasta el propio maletero de la guagua. La cafetería tampoco vende nada y es común que las guaguas se retrasen”, se queja Marlén.

En la antigua terminal de ómnibus, única existente en la ciudad, se acumulan las personas para viajar dentro y fuera de la provincia
En la antigua terminal de ómnibus, única existente en la ciudad, se acumulan las personas para viajar dentro y fuera de la provincia / 14ymedio

La matancera logró anotarse en la lista de espera para Unión de Reyes, pero antes debió esperar media hora a que la empleada de la terminal terminara de vender los boletos de un carro de última hora para La Habana y rectificar la lista de pasajeros a Santiago de Cuba. La larga espera le permite “darse una vuelta” por la piquera donde esperan los vehículos particulares, pero los precios le hacen dar media vuelta: 500 pesos a Unión de Reyes, porque queda cerca, pero el viaje hasta destinos más alejados como Jovellanos o Colón está entre 600 y 800 pesos. 

Entre tanto, un pasaje en un ómnibus estatal cuesta 20 pesos y, en los camiones particulares, 250. Sin embargo, “las guaguas estatales están escasas”. “Tratamos al menos de cubrir una ruta diaria a la mayoría de los municipios, pero la dura realidad es que en ocasiones no se puede cumplir ese plan. Tampoco tenemos combustible para nuestros ómnibus, por lo que el transporte intermunicipal muchas veces depende solo de los particulares”, explica a este diario un funcionario de la terminal.

A la salida de la ciudad, en el lugar conocido como Los Amarillos, se encuentra Ivis desde hace aproximadamente una hora y media. El nombre dado al sitio se debe a la presencia de inspectores que paran los carros para facilitar el embarque de las personas. Sin embargo, ninguno se presentó este martes en la parada, por lo que los autos estatales y particulares, llenos y vacíos, pasan a alta velocidad sin recoger a nadie. 

Algunos optan por viajar a algunos municipios o pueblos cercanos desde Peñas Altas, y no hacerlo desde la parada de Los Amarillos, a un kilómetro
Algunos optan por viajar a algunos municipios o pueblos cercanos desde Peñas Altas, y no hacerlo desde la parada de Los Amarillos, a un kilómetro / 14ymedio

Para visitar a sus padres en el municipio de Limonar, Ivis debe coger al menos dos transportes, tanto en la ida como en la vuelta. “Hago esto una vez por semana, porque mis padres están muy viejos, y muchas veces me sorprende la noche en el camino”. Ivis recuerda que varias veces ha escuchado, en la calle y en los medios oficiales, que los vehículos estatales deben detenerse en los puntos de recogida pero, en la realidad, “casi todos los choferes siguen de largo como si la gente fuera invisible”. Como único refugio del sol y las inclemencias del tiempo, la parada cuenta con un angosto techo y un muro de cemento para sentarse. Los viajeros deben elegir entre estar a la sombra hasta que algún carro se detenga voluntariamente –lo que casi nunca ocurre–, o mantenerse a la sombra y no conseguir ningún transporte.

Otra parada, en el Viaducto, se ha vuelto peligrosa últimamente, pues en el tumulto de gente desesperada por embarcarse proliferan los robos de teléfonos celulares, billeteras, entre otras pertenencias de valor. Allí está Claudia, entre vendedores que ofertan granizado, pizza o refresco enlatado. La mujer observa atónita cómo prosiguen su marcha los ómnibus Transtur y Transgaviota que se dirigen a Varadero. Llevan los asientos vacíos, pero pasan sin ninguna intención de atender la señal del inspector, que les pide detenerse. 

“Estos choferes se creen los dueños de las guaguas”, opina un hombre sentado junto a Claudia. La respuesta no se hace esperar: “Sí, en realidad los choferes son los dueños porque compran, con su dinero, desde las gomas hasta el combustible”, responde otro joven. “Al final uno tiene que darles la razón. Tengo un amigo que tira pasaje y cobra 500 pesos por persona hasta Varadero y al final le saca muy poco dinero aunque para nosotros sea exagerado. Todo se le va en gasolina, reparaciones y pagarle el alquiler al dueño del carro”, refiere la joven, recepcionista de un hotel.

Desde la parada de El Viaducto, los pasajeros se trasladan a Santa Marta, Cárdenas y Varadero
Desde la parada de El Viaducto, los pasajeros se trasladan a Santa Marta, Cárdenas y Varadero / 14ymedio

“Los hoteles tienen guaguas para los trabajadores, pero salen en ciertos horarios y si mi turno de trabajo no coincide, debo venir hasta aquí para irme en lo que pase”, explica. Claudia admite que ir en los ómnibus de trabajadores es mucho más cómodo, pero “esa comodidad depende que no paran a recoger a nadie que no sean los empleados, pese a que a veces van medio vacíos”.

Luego de una prolongada espera, Marlén es la primera de las tres mujeres que logra tomar un ómnibus hasta Unión de Reyes. Ha tenido que pagarle al chofer 80 pesos por encima del precio del pasaje, pero ha conseguido finalmente su objetivo. Ivis, por su parte, continúa en el punto de recogida y sabe que si no se embarca pronto deberá regresar a su casa pues el tiempo no le alcanzará para visitar a su familia.

Por su parte, Claudia logra montarse en un camión que la lleva hasta Varadero por 300 pesos. Pero el problema no acaba ahí. Nada más poner un pie en la península piensa en el viaje de regreso. “Hoy termino el turno de noche y no sé cómo voy a virar”, lamenta.

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