"Entre el apagón y sin combustible para cocinar, la situación es caótica aquí en Holguín"

  • La realidad en Cienfuegos es menos crítica, pero hay poca comida
  • En La Habana, llegaron la luz, internet y los huevos, pero falta el agua en algunos barrios

Venta de gas GLP en Holguín, este martes.
Venta de gas GLP en Holguín, este martes. / 14ymedio
J.D. Rodríguez/J.C. Contreras/M. García

22 de octubre 2024 - 21:32

La Habana/Holguín/Cienfuegos/“Ya tenemos electricidad, ya tenemos internet, ahora no tenemos agua”. Así resumía la situación un habanero mientras hablaba por videoconferencia, con algún familiar en el extranjero, por lo que alcanzaban a oír los transeúntes. Tras colgar la llamada, el joven se apresuró a ponerse en la cola ante un camión cisterna estacionado en La Habana Vieja. 

Aunque aún hay zonas de la capital donde el servicio eléctrico es intermitente, sus habitantes han tenido este martes un respiro. Una hora después de que sucediera, la prensa oficial informó de que la sincronización del Sistema Energético Nacional (SEN) ocurrió a las 2:44 pm. Así, luego de cuatro días cocinando lo mucho o poco que hubiera en refrigeradores y congeladores para que no se echara a perder, se lanzaron a la calle con un objetivo principal: comprar comida.

Al igual que sucedió este lunes, en los distintos puntos de venta que sacaban algún producto, enseguida se formaba una cola multitudinaria. En la tienda de venta en moneda libremente convertible (MLC) de la calle Fábrica con más razón, pues sacó, a precio razonable, uno de los productos más desaparecidos y caros de los últimos meses: los huevos. Por 5,75 MLC el cartón –equivalente a 1.524 pesos, en lugar de los 3.000 que llegaron a costar últimamente por 30 huevos–, cada persona podía comprar dos.

“No sé en estas circunstancias de dónde estarán sacando los huevitos, a lo mejor ya está llegando la ayuda proletaria internacional”, decía con sorna una mujer en mitad de la fila interminable. Los cartones no traían ningún tipo de etiqueta, pero en los últimos meses, ha sido República Dominicana el país que más ha aumentado sus exportaciones de ese alimento a Cuba. Desde julio de 2023 hasta el cierre de ese año, la Isla gastó un millón y medio de dólares en huevos dominicanos, y en 2024 hasta el pasado agosto, 5,2 millones.

"Mira, pon las zanahorias al precio que quieras pero a mí no me engañes. Devuélveme el dinero o ponme lo que falta"

En medio de la desesperación, no faltan las estafas. En un mercado de Plaza de la Revolución, una anciana protestaba en uno de los puestos al recibir cinco zanahorias como dos libras. “Son 800 pesos”, le dijo el vendedor. “Imposible, eso no son dos libras”, le recriminaba la mujer, que pedía que se las pesara de nuevo. Al negarse, se encaminó a la administración del mercado, donde comprobó que las hortalizas pesaban poco más de una libra. Airada, la anciana le estiró la bolsa: “Mira, pon las zanahorias al precio que quieras pero a mí no me engañes. Devuélveme el dinero o ponme lo que falta”.

La Habana, con todo, corre con suerte respecto a otros lugares de la Isla. Eran las 10:20 minutos de la noche del lunes cuando, por fin, a Holguín llegó la corriente. El alborozo duró apenas diez minutos, los que tardó en irse la luz de nuevo. Pasados otros siete, regresó. La paciencia se había colmado y los vecinos de la ciudad oriental, castigada con casi 72 horas sin energía, salieron a la carretera del Mirador, que lleva hasta la Unidad Provincial de Patrulla y la Jefatura Provincial de la Policía. Casi 40 personas cargadas con calderos y latas protestaban contra la situación hasta que, media hora después, llegó una comitiva de carros con miembros del Partido y el Gobierno municipal.

“Incluso estaba el presidente municipal de la Asamblea y el primer secretario del Partido del municipio y, por supuesto, con los segurosos, que venían atrás de colita y se dedicaron a mirar a todo el mundo”, cuenta el corresponsal de 14ymedio en la provincia. “La gente del Gobierno y el Partido no dieron explicaciones ni hablaron mucho con el pueblo. Una señora empezó a hablar y la interrumpieron, pero ella les habló más alto y dijo que la dejaran seguir, que ya estaba cansada, que se estaban echando a perder la comida”, relata. Un oficial aseguró en ese momento que este martes llegaría la luz, aunque no se atrevió a asegurar cuánto duraría el alumbrón.

Fila para comprar huevos en La Habana, este martes.
Fila para comprar huevos en La Habana, este martes. / 14ymedio

La ausencia de energía eléctrica tiene muchas caras que recorren Cuba de extremo a extremo. En Holguín, donde se trata de recuperar la unidad 1 de la termoeléctrica de Felton (Mayarí), la desesperación por conseguir un poco de combustible con el que alimentar los generadores azotaba a los vecinos de la ciudad. “Yo estoy al borde del colapso de los nervios”, contaba Juan, que buscaba con angustia el modo de alimentar la batidora para hacer un jugo a su hijo, que padece una enfermedad crónica.

“Aquí no hay gasolina, no hay gasolina… En los servicentros no tienen capacidad para bombear, las colas son kilométricas, todo el mundo no tiene acceso… tuve tan buena suerte que un amigo, muy buen amigo, me regaló cinco litros y pedí una plantica esa de 1.500 watts prestada y entonces estoy ahí dándole agua al tanque elevado a la casa”, explica. Con eso debía alcanzar para hacer la comida a la familia, los cuatro perros que tiene y enchufar un rato el frigorífico. “A ver si no se nos echa a perder la nevera, que está llena de cosas. Esto está terrible”, contaba con una remota esperanza al ver que algunos edificios cercanos a su casa y el estadio de pelota empezaban a recibir corriente. 

En el punto de venta de gas GLP en el Reparto Echevarría, cerca del Hospital Lenin, la multitud bullía.

“Entre el apagón y sin combustible para cocinar, la situación aquí es caótica”, asevera Juan. “Vamos a ver cuánto dura. La gente ya está asqueada. Si esto hubiera durado cuatro, cinco o seis días más, yo creo que se hubiera formado algo”. 

En comparación, la situación energética en Cienfuegos era levemente mejor. Allí, las tiendas comenzaron este lunes a abrir sus puertas con los productos habituales y un público temeroso de que las cosas empeoren. En un intento por garantizar lo imprescindible, hombres y mujeres gastaban el poco dinero que tenían en sus bolsillos, a pesar de que la escasez se reflejaba en una inflación que escalaba casi cada hora. 

Reparto de agua en La Habana Vieja, este martes.
Reparto de agua en La Habana Vieja, este martes. / 14ymedio

"La incertidumbre con lo que pueda pasar es muy grande. Es tanta la miseria que los precios de productos básicos se disparan abruptamente, de un día para otro. Una libra de arroz se está vendiendo hasta en 200 pesos. Aquí en el Mercado La Princesa está a 160, por lo que voy a comprar 10 libritas para estirarlas al máximo. Desafortunadamente, la cuenta no me alcanza para comprar picadillo. Se vive en una tensión constante y mucha gente está pasando hambre", lamenta Beatriz, una cienfueguera de 47 años que afirma no haber visto nunca nada igual. 

"Hace un rato pasé por la tienda La Flor de Cuba, en el Parque Villuendas, y había una cola larguísima para comprar detergente líquido, que no sacaban desde hace rato. Están comprándolo por cantidades para revenderlo al precio que quieran ponerle”, advertía. En esa cola estaba Yadira, vecina de Abreus, donde los cortes de electricidad han superado las 24 horas seguidas. 

"Si aquí las cosas andan mal, en los pueblos de campo están terriblemente mal. La verdad es que yo hago este sacrificio por mis hijos, porque no tienen ropa que ponerse ni tengo prácticamente comida para alimentarlos. Pedí dinero prestado para comprar algunas cositas, sacándole después una mínima ganancia, pues la mayor parte de lo que obtenga lo tengo que devolver al prestamista. No me ha quedado otra opción que hacer esto", confiesa. 

Durante los últimos tres días, cuenta a 14ymedio, ha tenido que comprar un saco de carbón por 700 pesos para poder llevarse algo caliente a la boca. "Donde yo vivo, el desabastecimiento es terrible. Pueden considerarse dichosos los que llegan a comerse un huevo hervido por las noches. No exagero si digo que nos estamos muriendo lentamente, sin esperanza de que alguien resuelva nuestras calamidades. Gracias a Dios he comprado lo que necesitaba, pero mi lucha está lejos de terminar. Ahora veré en qué transporte regreso a casa", agrega. 

En el mercado Cartoquí, varios consumidores aprovechan para hacerse con todo lo posible, aun a riesgo de que las cosas se encarezcan. "Si la libra de frijoles está hoy a 300 pesos, mañana puede ponerse a 350 o 400. Así pasa con todos los alimentos y artículos vitales. El Estado no tiene cómo garantizar la comida y los demás pagamos los platos rotos", alega Orestes, que se queja de la especulación de los revendedores. "En las redes sociales se encuentra cualquier cosa que debería estar en los estantes de una tienda, dispuestos para venderse. ¿De dónde salen? ¿Quién se los pone en las manos a los revendedores. Parece que el control y las multas únicamente son para los que no tienen padrinos que los salven de caer en desgracia", remata.

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