Entre los apagones y la escasez de efectivo, los cajeros son cada vez más inútiles en Cuba
Los cubanos tienen que habituarse a que la carencia de billetes se extienda a la mayor parte de la semana
La Habana/“Banco de Línea y Paseo (7 cajeros), sin dinero. Banco de Calzada y G, Minrex (1 cajero), sin dinero y sin servicio de caja. Banco de Línea y M (1 cajero), fuera de servicio. Banco del Focsa (3 cajeros), sin dinero. Banco de 23 y frente al Mincex (4 cajeros), sin dinero. Banco de 23 y J (6 cajeros), uno solo con dinero y la cola llegaba a la otra esquina. Banco de 23 y 8 (3 cajeros), sin dinero”. Como una suerte de letanía, la usuaria Yailis Mon desgranaba en redes el viernes su particular viacrucis financiero por hasta 25 cajeros de La Habana, a la que puso por título un verso de ranchera de José Alfredo Jiménez: “con dinero y sin dinero”. Y bien podría haber sido, como dice El rey en otro momento, “llorar y llorar”, porque penando están los cubanos ante la escasez de efectivo.
Acostumbrados a que los fines de semana los cajeros no dispensen dinero, los ciudadanos ahora tienen que habituarse a que la carencia se extienda a otros días. Así este lunes, cuando, a las dos de la tarde, los dispositivos de la céntrica calle Infanta, de La Habana, estaban apagados por el corte eléctrico que le tocaba a la zona. “Cuando no es porque no hay billetes, es porque están en apagón”, decía Yulia, que lamentaba haber llegado, además, casi a la hora del cierre del banco. “Es que la gente saca tanto que se acaba, ¿y quién va a recargar el cajero antes de cerrar la oficina aunque vuelva la luz? Nadie”.
"Es que la gente saca tanto que se acaba, ¿y quién va a recargar el cajero antes de cerrar la oficina aunque vuelva la luz? Nadie"
Este martes, el problema persistía. En la pequeña sucursal de Calzada y G, en El Vedado, junto al Ministerio de Relaciones Exteriores, de la que Yailis Mon había puesto fotos en Facebook, seguía, además, el mismo cartel del viernes: “No estamos prestando servicios de caja”.
A primera hora de la mañana, otro cajero del mismo barrio, en J y 23, sí ofrecía servicio, pero a mediodía se canceló todo. “Ya sin electricidad, ni cajero, ni banco”, protestaba un anciano que fue a consultar el saldo de su tarjeta.
“Yo ni me acuerdo ya el último día que pude mirarlo”, cuenta Marla desde San Antonio de los Baños, donde el panorama es aún peor debido a los cortes de energía. “Aquí no para el apagón. ¿Y qué pasa con los cajeros? Que cuando vas a verificar, si no hay luz, están desconectados, y cuando hay luz, si es horario de trabajo y ellos están, te lo conectan, pero si viene la luz después de las tres de la tarde, no te conectan nada y ya no se puede verificar nada”. Marla se pregunta y se contesta ella sola. “¿Y dinero? Muy poco. ¿Y los bancos en los espacios de tiempo que no hay luz? Repletos”. Y se desespera: “Sin electricidad un país no se puede mover”.
En Holguín, Eduardo recorrió cinco cajeros con resultados similares: o no había efectivo o no había energía. El de la calle Maceo, “vacío y además apagado por falta de corriente”; el de la sucursal del Banco Popular de Ahorro en Jose Antonio Cardet, lo mismo. El dispensador de la calle Arias, uno de los principales de la ciudad, sí se encontraba en servicio, pero sin billetes disponibles.
Hasta el cajero adyacente a la Fábrica de Cigarros Lázaro Peña, en Avenida Jesús Menéndez, se encontraba sin colas. El aparato ha levantado polémica, cuenta Eduardo, “porque los trabajadores normalmente tienen peleas con los vecinos, que piensan que el cajero sirve exclusivamente para dispensar los salarios de la fábrica”.
Para algunos analistas, la escasez de efectivo es algo que el Estado favorece –acaparando los pesos en circulación a través del alza de los precios del combustible y de los aranceles sobre las importaciones– con el objetivo de que una menor disponibilidad frene su depreciación frente al dólar, que rozó los 400 CUP el pasado 16 de mayo (este miércoles se tasa a 310).
Sin embargo, los mismos especialistas están de acuerdo en que poco efecto tendrá la estrategia del Gobierno. Tal y como han recordado estos días, ha habido otros momentos en que la tasa de cambio de la divisa estadounidense se ha desplomado en el mercado informal, y este bajón, como aquellos, es transitorio. “Una típica autocorrección de un mercado de divisas”, la definió el economista Pavel Vidal, quien reafirma que nada cambiará mientras continúen la crisis, la emigración y la inflación.