El arte de organizar las colas para comprar gasolina en Cuba

Hay carros que vienen con tres garrafones en el maletero, porque conocen al pistero, y echan hasta 300 litros para revender después

Una larga fila aguardaba para un gran espectáculo: el de comprar combustible en Cuba.
Una larga fila aguardaba para un gran espectáculo: el de comprar combustible en Cuba. / 14ymedio
José Lassa

11 de diciembre 2024 - 11:34

La Habana/El cercano cine Riviera, en pleno Festival de Cine de La Habana, estaba desierto este martes. La auténtica expectación en esa zona de El Vedado no era para ver el estreno de una película ni conocer a algún actor famoso. Estaba en la gasolinera de la calle G esquina a 25, donde una larga fila aguardaba para un gran espectáculo: el de comprar combustible en Cuba.

Basta acercarse para sentir la tensión. Los vehículos ocupan las sendas más pegadas a la acera en las cercanías del servicentro. Hay gente arremolinada a la entrada del local de la estatal Cuba Petróleo (Cupet) y los conductores gesticulan, gritan, se molestan ante la lentitud con que avanza la fila y la posibilidad de que se cuelen algunos aprovechados. El mayor temor: que la gasolina se acabe antes de que les toque su turno.

“Hace tres días que aquí no había nada y hay gente que lleva todo ese tiempo durmiendo en la cola. Hoy, al mediodía, vino una pipa, de las chiquitas”, dice a 14ymedio un joven que, sentado en el asiento del conductor de un Geely de color gris plateado, se abanicaba mientras no le perdía la vista a lo que ocurría en las bombas de despacho del combustible. “Mi hermano me trajo algo para almorzar pero creo que va a tener que traer también la comida y el desayuno de mañana porque esto no camina”.

La demora no solo se debe a los días sin suministro sino también a que en el local se han fundido cuatro colas

La demora no solo se debe a los días sin suministro sino también a que en el local se han fundido cuatro colas. “Solo han echado combustible en este, no ha llegado nada todavía a El Tángana, ni al Cupet de L y 17 –que, solo entre las dos, sumaban mil tickets–, tampoco al de 23 y Malecón”, aclara el joven y detalla que “los clientes han venido de esos lugares para acá”. 

La mayoría de los que aguardan han obtenido su turno virtual, a partir de las listas que llevan un puñado de confiables funcionarios a través de la aplicación Telegram, que avisaron, antes del amanecer, de la llegada de 26.000 litros de gasolina. Los clientes de 25 y G, El Tángana y L y 17 que el día antes se habían inscrito en el listado virtual estaban convocadas a partir de las 7 de la mañana en los dos últimos. Para los menos madrugadores, desde las 2 el servicio pasaba a 25 y G.

El mecanismo puesto en práctica este martes no deja de ser rocambolesco. “Desde las 12:00 pm comenzaron a despachar. Van alternando uno de cada cola. Ahora son las 4:00 pm y apenas ha caminado”, cuenta a 14ymedio un cliente que espera su turno. Para integrar todas las filas, se ha implementado un mecanismo igual de complejo.

“Las dos bombas que están funcionando están ahora divididas y también las colas, en esa de ahí están despachando a los que estaban en la cola de El Tángana y en esta otra a los que estaban en L y 17, alternando con los de 23 y con los que estamos anotados en este Cupet”. El trenzado es lento: “Esto va a demorar, esto va para largo”, reconoce un hombre al que el sol de diciembre, aunque menos fuerte que otros meses del año, ya le ha dejado enrojecidos los antebrazos.

Todos tienen caras similares de cansancio, bocas resecas por la falta de agua aunque se ve algunos a los que la familia les alcanza algo para refrescar o se turnan con ellos en la cola. 

“Los choferes que están en cola ya han sido citados por la una lista virtual que se organiza”, aclara otro conductor.

Todas las gasolinas están limitadas a 40 litros el máximo para los carros y a las motos según su capacidad.
Todas las gasolinas están limitadas a 40 litros el máximo para los carros y a las motos según su capacidad. / 14ymedio

“Con este sistema quieren acabar con los coleros, piden hasta el carné de identidad para evitar que se metan los revendedores pero a río revuelto ganancias de pescadores. Mira cuántos hay ahí dirigiendo, esto es una mierda”, se queja el hombre al referirse al sistema que llevan en la gasolinera donde solo hay dos bombas trabajando. 

Además de organizar la cola por Telegram con los que estaban formados ayer, les repartieron sus tickets para comprar hoy. “Yo tengo el 34”, aseguraba un cliente que llegó hasta la gasolinera en un viejo Moskvitch de un azul intenso y cuatro horas y media después de iniciarse la venta jugaba con su hijo tranquilamente en el parque G. “Con cada cliente se demoran una eternidad los empleados, hay que revisar los datos, cotejarlos con lo que aparece en la lista de Telegram, pasar la tarjeta magnética que a veces da error y hay que hacerlo varias veces”, enumera.

“Mira cuánta gente hay dirigiendo ahí, pocos trabajando y un montón de jefes, así no hay nada que pueda hacerse con eficiencia”, añade. El hombre no tiene muchas esperanzas. “Creo que este combustible no alcanza hasta las 7 de la noche, si acaso un poquito más”, considera. No obstante él piensa mantenerse en el lugar a pesar de todo.  

“Las colas son interminables. Estoy aquí desde el lunes a las 11 de la noche”, asegura un hombre que hacía cola en el Cupet de Acapulco. La gasolina especial cuesta 156 pesos el litro, la regular, 132; y la de motor, 114, todas limitadas a 40 litros el máximo para los carros y a las motos según su capacidad. “Hay algunas que tienen 15 litros, la mía por ejemplo tiene 5”, señala el cliente. “Obviamente, la gente lleva sus pomos escondidos para rellenarlos. Hay carros que se cuelan y vienen con tres garrafones en el maletero porque conocen al pistero, y echan hasta 300 litros para revender después. La gasolina se acaba rápido”, lamenta.

“Recogen los carnets, pero los propios pisteros entran gente por carambola, más la gente que intenta colarse. Los que cuidan no dicen nada, y la cola no camina, hasta que se acaba el combustible. Yo mismo filmé un moscovich echando entre 300 y 400 litros.”

La cola del Acapulco comenzaba en la avenida 26, subía por todo Kohly, llegaba al separador y daba la vuelta, para volver a terminar en 26. “Por afuera el litro está a 550 o 600. Tal vez alguien te lo venda en 300, aunque todo eso va a seguir subiendo”, continúa. “En la cola nos comentaron que venía gente de Mayabeque, porque allí lo tienen entre 900 y 1.500 el litro”.

“En la cola nos comentaron que venía gente de Mayabeque, porque allí lo tienen entre 900 y 1.500 el litro”

Por ambas aceras de la calle 25, desde F hasta H, tampoco hay sitio para un carro más. Las colas se entrecruzan en varios puntos, bajan por G y, en cierto momento, simplemente se les pierde el rastro. Cada tres o cuatro autos hay grupos de choferes tensos, pendientes con la mirada a cada nuevo auto que se acerca.“Aquí han cogido a unos cuantos coleros, y se los llevan a Zapata. No puede llegar cualquiera tampoco. El otro día pidieron el carné y la circulación del carro”, asegura un cliente de la cola de 25 y G.

En Telegram, los grupos siguen siendo un hervidero. Se anuncia la llegada de una pipa para 17 y L en horas de la madrugada de este miércoles y los funcionarios explican que “por orientaciones de Cimex” no es posible convocar para la mañana y la gasolina se despachará en cuanto llegue. Los números del 1 al 457 de 25 y G comenzaban a despacharse desde las 9 de la noche, el turno para los últimos 50 estaba previsto para las 5 de la madrugada del miércoles. Mientras, los mensajes siguen llegando: “Los que pidieron gasolina especial se mantienen pendientes hasta que llegue a alguno de los servicentros”, “mañana 11.12.24 a las 9 a.m, abriremos el grupo para anotarse” o “si insiste poniendo una misma chapa en más de una ocasión el sistema lo invalida”.

 Un Santa Claus de sombrero puntiagudo parece mirar la escena desde la acera del frente de la gasolinera, a buen recaudo tras el muro perimetral de un lujoso restaurante privado. Algunos turistas que pasan notan la expectación y preguntan si pasa algo, pero los conductores ya no tienen ni ganas de responder. 

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