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En las asambleas de rendición de cuentas, el más puntual es el apagón

La mayoría de los vecinos tienen más de 60 años y reina la apatía

La debacle energética ha sido el peor enemigo de los Comités de Defensa de la Revolución. / Trabajadores
14ymedio

27 de septiembre 2024 - 21:12

La Habana/Mientras las notas de un violín desafinado maltrataban el Himno de Bayamo, una escuálida lámpara iluminaba la bandera, unos papeles y un buró en plena calle. Era la primera asamblea de rendición de cuentas en un barrio de Cojímar y el estreno de un nervioso Francisco Rodríguez Cruz –periodista del círculo personal de Miguel Díaz-Canel y Lis Cuesta– como delegado. Lo que quería ser una manifestación de estoicismo revolucionario acabó tomando ribetes patéticos. 

Conocido como Paquito de Cuba, el activista gay que se define como “conflictivo y contento” fue el hazmerreír de sus propios vecinos, que grabaron y publicaron una escena que se ha repetido decenas de veces esta semana: la del dirigente que, en medio de un denso apagón, intenta “cumplir” con la “orientación” de celebrar la asamblea. 

La debacle energética ha sido el peor enemigo de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), empeñados en demostrar su utilidad organizando rendiciones de cuentas en cada barrio de la Isla. El otro ha sido la escasez: en un país donde “donar una cabeza de ajo ya es como dar parte del hígado” –en palabras de una vecina de Luyanó– el futuro será negro para las caldosas, cada año más exiguas y líquidas para la celebración del día de los CDR, el 28 de septiembre. 

“Ayer nos asomamos en medio del apagón y vimos un grupo de gente reunida con una lamparita”, cuenta la mujer a 14ymedio. “Ni nos habíamos enterado que era la asamblea. Había hasta una bandera en la puerta de una casa y dicen que van a recoger dinero en el barrio. Pero aquí nadie va a pagar nada. Tremenda pena va a pasar el que venga a pedir algo”. 

“Ayer nos asomamos en medio del apagón y vimos un grupo de gente reunida con una lamparita”, cuenta la mujer

Las cosas han cambiado, añade, y la apatía es generalizada. “Ya no hay movimiento de nada en ningún lado. Antes, cada 27 de septiembre la gente se ponía desde las 6:00 pm a preparar la leña para la caldosa, aunque solo fuera por la comida y la fiesta. Eso se acabó”. 

La prensa oficial lleva días ofreciendo un panorama de entusiasmo y amabilidad en los barrios. Aluden a los CDR como una institución que “reconforta y compromete”, y describen el ambiente de los barrios –cada vez más violentos, azotados por el aumento de la droga y la inacción policial– como un sitio donde “tu mejor hermano es el vecino más cercano”. 

En Nuevo Vedado, La Habana, las asambleas de rendición de cuentas han pasado también con poca asistencia y muchas quejas. En uno de los altos edificios que caracterizan el lugar, la noche de este miércoles se dieron cita un puñado de vecinos, de más de 60 años en su mayoría, a escuchar el largo informe del delegado de la circunscripción, quien leyó un rosario de planteamientos vecinales y de problemas que padece el barrio.

Las participaciones de los asistentes se centraron fundamentalmente en criticar la inflación y la pérdida del poder adquisitivo que han sufrido las familias. "Con mi pensión prácticamente no puedo hacer nada, si no fuera porque mis hijos todavía están aquí no sé qué sería de mi", lamentó un nonagenario que participó en la construcción del inmueble a través del sistema de microbrigadas.

Otros, denunciaron que a las afueras del local gestionado por el Ejército Juvenil del Trabajo (EJT) en la cercana calle Tulipán se ha creado un "mercado cartaginés" donde se vende de todo pero "no está controlado ni responde a los precios topados", argumentó una vecina. "Ya hay más mercancías vendiéndose de la puerta para fuera del EJT que en las tarimas que están dentro".

En los alrededores del conocido mercado, hace años ha proliferado un entramado de comerciantes informales que ofrecen desde cigarros al menudeo hasta ristras de cebolla. "Ellos no son el problema, sino el resultado del problema, porque si uno quiere comprar ajo, detergente, pasta dental o jabas para poder llevarse las viandas que venden dentro tiene que terminar sí o sí apelando a esos vendedores", explicó otra de las participantes en la asamblea.

Uno de los vecinos cuestionó las inversiones estatales que se han hecho en los alrededores del edificio

Uno de los vecinos cuestionó las inversiones estatales que se han hecho en los alrededores del edificio y que no han rendido frutos o no se han puesto a funcionar a pesar de todos los recursos empleados. El hombre señaló una nueva oficina bancaria, con dos cajeros automáticos, que se iba a ubicar en las calles Estancia y Conill y que, después de semanas de trabajo de los albañiles, ha quedado paralizada.

En una situación similar, argumentó el asistente, "está la Cadeca (Casa de Cambio) que empezaron a hacer en la calle Tulipán, y que le levantaron hasta un baño para los empleados, de eso hoy solo funcionan los cajeros automáticos, cuando tienen dinero, pero nada más". Mención especial recibió el Joven Club de Estancia y Santa Ana, objeto de una remodelación hace unos años y convertido en un local que apenas presta servicio debido al deterioro de sus computadoras. Una asistente añadió que estaba en proceso de “convertirse en un mercado de una mipyme”

El remate de la reunión lo dio el jefe de sector de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) de la zona que fue categórico: "de ocho policías que deben trabajar en este barrio, solo estoy yo". El uniformado aseguró que "la mayoría de los delitos de robo y hurto que se cometen en esta área los llevan a cabo personas que residen en el Cerro", una barriada más pobre separada de Nuevo Vedado apenas por la avenida Rancho Boyeros. 

Poco después, bajo un bombillo con luz mortecina, el delegado dijo las palabras finales y los participantes regresaron a sus apartamentos. La mayoría ni siquiera había abierto la boca durante los minutos que duró la asamblea de rendición de cuentas.

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