Con el aumento de la violencia, los cubanos se encierran en sus casas
"Temores en las guaguas, en calles solitarias, parques nocturnos vacíos, ventanas y puertas aseguradas antes del anochecer", enumera la revista oficialista 'Bohemia'
La Habana/Muy poco tiempo sobrevivió, en la portada digital de Bohemia, el minucioso reportaje que la revista dedicó al auge de la violencia en Cuba. Traspapelado entre trabajos menores, el texto aporta cifras desoladoras –y no pocos testimonios– tras una encuesta cuyo alcance no revelaron.El 92,3% de los entrevistados considera que ha aumentado mucho la criminalidad, y el 48,9% ha sido víctima directa en los últimos seis meses o conoce a una víctima. Un tercio no confía en las autoridades para denunciar el crimen y, de los que sí lo han hecho, el 73,4% “no vieron solución a su reclamo”.
Además, tras “diversas entrevistas realizadas e investigaciones sociológicas, penales y antropológicas consultadas”, concluyen que casi la mitad de los cubanos puede enumerar 10 o más delitos violentos acaecidos en el semestre pasado. El 83% ha cambiado totalmente su rutina y ha desarrollado estrategias para permanecer a salvo.
En pocos años, argumenta Bohemia, el alza de la criminalidad en Cuba ha sido directamente proporcional al deterioro de la vida, la “pérdida de valores”, las “vulnerabilidades” cada vez más masivas, y la debacle de los “mecanismos de solución” de los conflictos por parte de la Policía. La revista recurre a eufemismos y pide consultar los datos oficiales, pero no le queda más remedio que admitir que las autoridades suelen ser herméticas al respecto.
La revista recurre a eufemismos y pide consultar los datos oficiales, pero no le queda más remedio que admitir que las autoridades suelen ser herméticas
“Sin embargo”, ironizan, “sitios estadísticos comparativos como Infobae o Numbeo refieren que Cuba se ubica entre los países con índices de criminalidad más bajos de América”.
Aunque el bandolerismo y los crímenes de violencia de género en las zonas rurales son innegables, es en las cabeceras municipales o en los pueblos importantes donde se percibe con particular intensidad el aumento de la delincuencia. “Temores en las guaguas, en calles solitarias y oscuras, parques nocturnos vacíos, ventanas y puertas aseguradas antes del anochecer”, enumera Bohemia.
En Guantánamo, recuerda la revista, el locutor oficialista David Alexis González fue apuñalado en su propia casa por los ladrones. González estaba durmiendo y su cuerpo fue destrozado. Las autoridades del Ministerio del Interior tardaron tres meses en brindar una versión oficial, solo cuando capturaron a los presuntos asesinos.
Informar, lamenta Bohemia, es “una práctica poco común” en la Policía, y casi siempre se hace tardíamente, pese a que los “medios no oficiales y perfiles de Facebook” ya habían ofrecido detalles del caso.
Los “medios alternativos” son la evidencia, razona la revista, de que hay “una necesidad de información aún insatisfecha, debido a la falta de espacios oficiales que aclaren y aporten cifras sobre este tipo de sucesos. Esa insuficiencia no desaparece, se redirige hacia diversos canales alternativos de comunicación”.
Los "medios alternativos" son la evidencia, razona la revista, de que hay "una necesidad de información aún insatisfecha"
Bohemia distingue un espectro de medios independientes, desde los que poseen “rasgos amarillistas” y “carecen de rigor y profesionalidad”, hasta los que, reconocen, son serios, pero “pretenden vender a Cuba como país inseguro”. “Pero lo cierto es que sí, en las redes también hay denuncias de hechos reales. Una parte de ellos escala el interés popular provocando una respuesta, generalmente tardía, de los medios estatales”.
“Ayer le robaron la balita de gas al médico que vive al doblar y la semana pasada intentaron entrar en el garaje cercano al hogar de ancianos, por lo que un vecino se despertó, encendió la luz y por eso se fueron. Cierra con Yale (el cerrojo mecánico), pasa pestillos, ponme esos palitos detrás de la puerta y la piedra para, en caso de que entre alguien, al menos haga ruido y me despierte”. Así se expresaba una mujer de unos 50 años entrevistada por Bohemia, “casi paranoica”, durante una conversación nocturna con su hija.
Las casas cubanas son “la cárcel de Sing Sing”, bromeaba –con risa nerviosa– la mujer. Su miedo no se fundamenta en lo que lee en las redes sociales, acota la revista, sino en sus experiencias propias y en lo que lee en los periódicos, “oficiales o no”.
Otro testimonio, el de Elizabeth Bello –una muchacha habanera–, narra el robo de su celular. Cuando sacó su teléfono en la calle Belascoaín a las tres de la tarde, “dos adolescentes le propinaron un pescozón que la hizo caer al suelo y le arrebataron el celular”. Bello atribuyó el robo a que la habían confundido “con una extranjera”. “Enseguida hice la denuncia. Estuve hasta las dos de la madrugada en la Unidad de la Policía ¡Casi 12 horas allí!”.
La vida cotidiana en Cuba se deteriora con celeridad y el Derecho Penal, lamenta Bohemia, “no es un instrumento de cambio”
La vida cotidiana en Cuba se deteriora con celeridad y el Derecho Penal, lamenta Bohemia, “no es un instrumento de cambio”. No se puede erradicar la criminalidad sin una mejoría en las condiciones de vida. “Los directivos del sector jurídico vinculan el notable incremento de los delitos en nuestra nación a la escasez de recursos, bienes, alimentos y también a la elevada inflación”. La respuesta de la Fiscalía, señalan, ha sido juzgar “con mayor rigor” los delitos relacionados con bienes.
Por otra parte, hay cada vez más ex convictos que vuelven a cometer crímenes porque “les es difícil encontrar trabajo e incluso ser recibidos por sus familias”. La estigmatización y el hecho de que regresen al mismo ambiente de miseria del que salieron “son estímulos a la reincidencia”.
Las guaguas y sus paradas –sobre todo en la capital– son un ambiente de delitos frecuentes. Leonardo Rodríguez, en espera de abordar un P6 a Mantilla, vio cómo dos jóvenes se lanzaban cuchillazos, cada uno perteneciente a pandillas distintas –con integrantes de ambos sexos– que los miraban de lejos, armados con cuchillos y machetes. La parada estaba en el medio del “campo de batalla” que, a pedradas, se formó a continuación. Había mujeres y niños. “Eso es normal aquí, pasa casi todos los días”, comentó Rodríguez.
En ese tipo de barrios la vida se caracteriza por “la pérdida de valores y la crisis formativa, la vagancia y la deslegitimación del trabajo como fuente de ingresos, el machismo y la violencia”, enumera Bohemia.
Tema aparte es la violencia de género, sobre el que Bohemia se escandaliza de que los datos más completos ofrecidos por el Gobierno sean de una fecha tan lejana como 2016. Los feminicidios son los casos “más seguidos por su trascendencia”. En los investigadores, la ausencia de información oficial deja un “sinsabor”, puesto que no pueden determinar si realmente hay un aumento de los casos o “si en realidad siempre existió un número similar de casos que no era tipificado como tal”.
Las mujeres que padecen violencia machista chocan con la “insensibilidad de los funcionarios”
Las mujeres que padecen violencia machista chocan con la “insensibilidad de los funcionarios”, insiste la revista. “Cuestionamientos a los damnificados a la hora de hacer la denuncia, desestimación de peligro o la gravedad que implica la situación, demoras en la toma de declaraciones en las Unidades de la PNR o en el levantamiento de evidencias en el lugar de los hechos, exposición de las víctimas a la reconstrucción del relato demasiadas veces”, todo influye en la “pérdida de confianza” en la Policía que se constata actualmente.
En este sentido, subrayan “un detalle”: “Las fuerzas del orden también se ven afectadas por el panorama socioeconómico imperante, lo que provoca una disminución del personal policial encargado de atender, procesar y resolver los delitos. Al final, ni víctimas ni victimarios ni ejecutantes escapan de su contexto”.