Las autoridades cubanas mantienen el secretismo sobre la gripe aviar en el Zoológico de 26
El parque sigue en cuarentena desde que se detectara en aves silvestres en el lugar el subtipo H5N1 de la influenza aviar
La Habana/"Te acercas y parece agradable, un rectángulo verde, pero enseguida salta que es un lugar con muchas cosas escondidas", así resume María Elena Valdivia, diseñadora y vecina del Zoológico de la avenida 26 en La Habana, el lugar donde rugen leones y se ha detectado el primer caso de gripe aviar en Cuba. Si alguien hubiera pensado en el peor punto en la Isla para aterrorizar el virus, la realidad acaba de superarlo.
Este jueves la entrada principal del parque permanecía cerrada aunque dentro podía verse el trasiego de trabajadores. Un desteñido cartel con una cebra pintada da la bienvenida pero no queda ni asomo de la fila de familias con niños que usualmente hay a las afueras. El parque sigue en cuarentena desde que se detectara en aves silvestres en el lugar el subtipo H5N1 de la influenza aviar.
"Ya esto lleva mucho tiempo siendo un problema sanitario para nuestra comunidad y con esto estamos muy preocupados", resume Valdivia quien reside a pocos metros de la parada de ómnibus próxima a la entrada principal del zoo. "Yo crecí en este barrio, pero además de niña fui muchas veces al Zoológico y tengo unos gratos recuerdos, pero vivir cerca es otra cosa, este lugar hay que cerrarlo".
La diseñadora enumera los problemas. "Los animales pasan hambre, están hacinados y se lamentan todo el tiempo, debemos vivir las 24 horas del día con rugidos, mugidos y balidos que dan pena, es muy difícil sentarte a la mesa de tu casa y comer sintiendo esos sonidos de seres que se están muriendo de hambre. Ya no puedo".
"Ya esto lleva mucho tiempo siendo un problema sanitario para nuestra comunidad y con esto estamos muy preocupados"
El hacinamiento y la presencia de mamíferos próximos a las zonas destinadas a aves de la colección o en contacto con pájaros silvestres aumentan el riesgo que plantea el zoológico habanero de que ocurra un salto del virus entre especies. La enfermedad, detectada por primera vez en 1996, se ha expandido entre aves libres y en cautiverio pero también en las últimas décadas ha llegado a afectar a humanos.
Las aves migratorias portan las cuatro cepas de esta influenza que ha llegado ya hasta Centroamérica y Sudamérica. La gripe aviar sigue siendo poco común en las personas "pero no podemos asumir que siempre sea así y debemos prepararnos para cualquier cambio de situación", advirtió el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus. Entre 2003 y marzo de 2022 se han registrado 864 casos en humanos, y 456 fallecimientos.
Recientemente las alarmas saltaron aún más cuando en Perú se confirmó que la muerte de centenares de lobos marinos se debió al virus y los investigadores advierten de que puede estarse produciendo ya el contagio entre mamíferos. "Lo ocurrido en Perú es el primer caso en toda América Latina de mortalidad masiva de mamíferos", reconoce Víctor Gamarra-Toledo, ornitólogo e investigador del país andino.
Un espacio como el zoológico de La Habana podría ser el escenario propicio para esa propagación entre especies y un posible contagio a humanos. Las autoridades no han vuelto a actualizar la situación e insisten en que todo está controlado, pero el tradicional secretismo de los medios oficiales cubanos genera más suspicacias que certezas. En epidemias anteriores la realidad ha superado con creces a la información difundida por los medios nacionales.
Hace unos años se detectó en el Zoológico de la avenida 26 la presencia del caracol gigante africano. Después de estar cerrado durante la pandemia de covid-19, el parque reabrió con un panorama de animales desnutridos, sin agua, con sus habitáculos llenos de suciedad y excrementos, además del protagonismo del caracol, una de las 100 especies más invasoras a nivel internacional.
"La gente se centró en el covid y en el nasobuco pero aquí hemos tenido que vivir también con el caracol africano, eso nadie lo cuenta pero se lo come todo"; sentencia un vecino próximo al Zoológico que ha visto cómo su pequeño jardín con suculentas y también matas de plátanos ha terminado devorado por unos seres "lentos pero aplastantes como el elefante".
Simios recluidos en minúsculas jaulas, empleados que lucran sacando a fotografiar bebés de leones, trabajadores que venden desde las plumas de pavos reales hasta excrementos de hienas, muy demandados en ciertos rituales religiosos, el zoo de la avenida 26 es un local a la vieja usanza con animales enclaustrados y falta de higiene.
Sin embargo, los temores de que el virus afecte la producción avícola nacional parecen mucho menores en un país con una producción diezmada por la falta de alimento animal, el deterioro de las granjas y la creciente importación de carne de pollo desde naciones de la región, especialmente Estados Unidos. La "enfermedad" que parece haber acabado con la industria avícola en la Isla no se propaga entre aves sino que nace de la ineficiencia del sistema.
El hacinamiento y la presencia de mamíferos próximos a las zonas destinadas a aves de la colección o en contacto con pájaros silvestres aumentan el riesgo que plantea el zoológico habanero de que ocurra un salto del virus entre especies
Los principales miedos con la actual situación se centran, entonces, en el impacto sobre las aves silvestres y el posible salto zoonótico, un escenario que agravaría la delicada situación del sistema de Salud Pública con déficit de profesionales, fármacos y una infraestructura muy deteriorada.
Esta semana los vendedores particulares de chucherías y juguetes han desaparecido. El Zoológico, un monopolio de gestión estatal, es blanco frecuente de revendedores que se aprovechan de sus ofertas subvencionadas, cada vez más pobres, para comprar y luego ofertar esos mismos productos a las familias que llegaban para visitar el local. Pero entre el cierre y el temor al contagio parecen haber disuadido a los visitantes de acercarse siquiera a sus instalaciones.
"Es curioso porque se oye mucho el canto de los pájaros, la mayoría que están de paso o son silvestres y les gusta esta zona de muchos árboles en medio de la ciudad", detalla otro vecino cuyo patio apenas está separado por una calle de la parte posterior del zoológico. "Este sonido siempre ha estado pero ahora con la llegada de la gripe aviar es que uno lo nota más porque no se sabe qué va a pasar con los pájaros".
Por uno de los árboles cuyas ramas salen del parque zoológico y casi tocan el techo de la casa de este residente, un ágil sinsonte salta y entona su canto, una melodía de esperanza en medio de la preocupación.
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