Azotada por el éxodo y la crisis, La Habana se refugia "detrás del muro" para celebrar sus 505 años
La gala incluyó un amplio repertorio de baladas, boleros, música romántica y tradicional, además de temas en inglés, ese idioma que pone nerviosos a los funcionarios
La Habana/La noche de este viernes La Habana tuvo un respiro de su largo declive. En la plaza de armas, a pocos metros del punto que fija la fundación de la ciudad hace 505 años, la música obligó a una pausa en medio del ajetreo y la desesperanza que impregna cada muro de la capital cubana. El espectáculo Detrás del Muro, dirigido por el barítono Ulises Aquino, fue uno de los pocos homenajes públicos que este año ha recibido la ciudad más poblada de la Isla.
Llegar hasta el cuadrado casi perfecto custodiado por el Palacio de los Capitanes Generales y el del Segundo Cabo resultó un acto bastante heroico, dado el colapso del transporte que inmoviliza las calles habaneras. "Pude venir porque pedí un carro en la aplicación La Nave, me costó 1.200 pesos desde mi casa en el Cerro hasta aquí y tendré que pagar otros tantos para regresar", contaba una anciana que aguardaba al otro lado de la valla de protección que rodeaba las sillas.
Unos turistas con mirada curiosa revoloteaban por la zona a la espera de poder colarse en el concierto gratuito y llevarse un par de instantáneas del momento. Tampoco perdían oportunidad los pobres, sin hogar, de porte renqueante y mano extendida a la espera de unos billetes, preferiblemente en divisas; las estatuas vivientes que ponían su sombrero en el suelo mientras aguantaban la respiración y escenificaban el frío bronce de una escultura y las matronas disfrazadas de populacheras habaneras decimonónicas, con su pañuelo y sus flores en la cabeza.
En la medida en que la luz diurna fue cayendo, el lugar se convirtió en un imán que atrajo también a los vecinos cercanos, cada vez más ausentes en un casco histórico donde abundan los museos y se echa en falta a los residentes. Algunos llegaban con cara contrariada preguntando qué pasaba, sin recordar que la vieja Habana sopla este sábado las 505 velitas de su existencia. Para recordárselo, unieron talentos la Orquesta Sinfónica del Gran Teatro de La Habana, el Coro del Teatro Lírico, junto a la orquesta y el coro de Ópera de la Calle.
Las palabras de Eusebio Leal, el Historiador de La Habana fallecido en 2020, que resonaron al inicio del espectáculo parecían más un obituario que un texto que describiera una ciudad viva. Su voz hizo un recorrido por la villa de intramuros y por la urbe republicana, deteniéndose en los pregones, los toldos, los conciertos nocturnos y el comercio en las calles, una estampa vibrante que nada tiene que ver con las avenidas casi desiertas y las innumerables casas derrumbadas que caracterizan hoy a la Villa de San Cristóbal.
"Vengo cada año que hacen este espectáculo porque vivo cerca y es gratis, además trabajé muchos años vinculado al Teatro Lírico y esto me recuerda aquellos buenos momentos", asegura Ernesto, ataviado para una celebración solemne. El anciano, de sombrero impecable, guayabera de mangas largas cerrada hasta el botón más alto y bastón lustroso se asemejaba a uno de esos habaneros de las estampas republicanas que hipnotizan al mirarlas y hacen suspirar de nostalgia.
Ernesto finalmente accedió a las sillas y logró sentarse en "la zona de los pobres", ironizó. "Pero se escucha perfecto porque el audio, a diferencia de otros años, ha estado muy bien", aseguró en una pequeña pausa de la gala. "El escenario debió estar un poco más alto para verlo bien desde aquí pero es un detalle menor, me voy contento, se nota que han trabajado mucho".
Las primeras filas de asientos, fueron reservadas a los altos funcionarios de la capital cubana y otras figuras del oficialismo, también se esperaban miembros del cuerpo diplomático de España y Francia. Se sentaron, además, en esa zona, invitados de los artistas que subieron al escenario, ubicado frente a la fachada del hotel Santa Isabel, en un escorzo desde el que también se divisaba parte de El Templete, aurícula fundacional del corazón habanero.
Con uniforme militar, se veían al presidente de la Asamblea Nacional, Esteban Lazo, al secretario del Partido Comunista en La Habana, Liván Izquierdo Alonso y a la gobernadora de la ciudad, Yanet Hernández Pérez. El color verde olivo de su atuendo, el rostro adusto de sus miradas y la siglas "CDP" en sus charreteras, para advertir que están aún movilizados por el Consejo de Defensa Provincial tras el paso del huracán Rafael, parecían tan incongruentes como llegar a una trinchera con zapatos de tacón alto o participar en un funeral con ropa de carnaval.
Vestidos de civil, estaban la vice primera ministra, Inés María Chapman, y el vicepresidente de la República, Salvador Valdés Mesa. Pero ni siquiera su atuendo más informal hizo que encajaran muy bien en un evento donde, a diferencia de los actos oficiales, brillaron por su ausencia las consignas políticas, los ripios poéticos destinados a ensalzar a algún líder y los lemas partidistas. En lugar de eso, la gala incluyó un amplio repertorio de baladas, boleros, música romántica y tradicional, además de temas en inglés, ese idioma que pone nerviosos a los funcionarios y a los censores.
El peso del espectáculo cayó sobre la actriz y cantante Gretel Cazón, el tenor Humberto Bernal y el propio Aquino
El peso del espectáculo cayó sobre la actriz y cantante Gretel Cazón, el tenor Humberto Bernal y el propio Aquino, este último columna principal de la gala y verdadero hombre orquesta ajeno al desaliento. Minutos antes de que comenzaran a sonar los instrumentos, el también fundador y director de Ópera de la Calle, luchaba todavía contra los obstáculos de la burocracia e iba de un lado a otro tratando de atar los últimos cabos organizativos en medio de un contexto donde la desidia y la improvisación campan a sus anchas.
Un guiño también resultó el final, cuando se escuchó a los intérpretes entonar la canción de Silvio Rodríguez Venga la esperanza, un tema que sonó a convocatoria urgente para que la ilusión y el entusiasmo vuelvan a habitar las esquinas habaneras. "Hínchese la vela, ruja el motor", demandaban en la villa que tiene como patrono un santo que, sobre sus hombros, traslada a un niño al otro lado del río. Premonitoria metáfora del éxodo y los coyotes que han pasado a definir la ciudad actual.
No obstante, fue la canción dedicada a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, el momento más emotivo del concierto. La composición del maestro Ernesto Lecuona describe a Cachita como una "madre, dulce y morena, que riegas tu piedad". El final del tema movilizó el entusiasmo al convertirse en un reclamo "por que en Cuba brille radiante la libertad". Repetida por todo lo alto, aquella palabra hizo latir corazones, provocó alguna que otra lágrima y volvió marmóreas las caras de los funcionarios en primera fila.
Los asistentes aplaudieron con fuerza ese lema que, repetido en las calles habaneras durante las protestas populares del 11 de julio de 2021, le costó años de cárcel a tantos manifestantes de esa histórica revuelta. A pocos metros del punto donde una vez nació la ciudad, la noche de este viernes sus residentes se pusieron una meta más difícil que luchar contra los piratas, levantar una férrea muralla o convertir este pedazo de tierra junto a la bahía en un dinámico puerto del Nuevo Mundo. A La Habana se le reverenció recordándole justo aquello que más le falta.