La bandera “bien ajustada”
La Habana/Después de que los cubanos vieron el estrechón de manos entre Raúl Castro y Barack Obama en la pasada Cumbre de las Américas en Panamá, el número de banderas estadounidenses en las calles de la Isla se ha disparado exponencialmente. Se encuentran en el interior de taxis colectivos, sobre las gorras que protegen contra el despiadado sol del trópico y en innumerables prendas de ropa.
Hay algo de desafío en llevar sobre el cuerpo esta insignia de barras y estrellas. Un gesto de rebeldía, que no acaba de gustarle al oficialismo.
Los artículos en la prensa nacional con ácidas críticas a la creciente presencia de la bandera del Tío Sam en Cuba apenas han servido para alimentar el deseo de portarla. Como si muchos quisieran recuperar el tiempo perdido en aquellas décadas donde la mínima simpatía por el país del norte significaba ser expulsado del trabajo, botado de la universidad o sufrir represalias aún peores.
Ajustada, en contacto con la piel, hoy muchos cubanos llevan encima su propia manera de separarse y contradecir al discurso gubernamental.