El "cubano de la bandera" consigue casa en Tampa gracias a la solidaridad
"En el futuro veo una Cuba libre, pero el cubano necesita tener fe", asegura Daniel Llorente a '14ymedio'
La Habana/La vida de Daniel Llorente ha cambiado en las últimas 48 horas. Al menos un poco, lo suficiente. Un estadounidense que leyó su historia en el Tampa Bay Times le ha ofrecido un techo en el que podrá quedarse durante un tiempo, al menos mientras vende la casa que ha ofrecido al "hombre de la bandera", con quien habló este miércoles 14ymedio.
"En este momento yo estoy con dificultad de poder pagar una renta. En EE UU la gasolina subió increíblemente y con ello la renta, los productos, todo", explica Llorente, vía telefónica, desde Tampa. El cubano consiguió encadenar trabajos informales cuando llevaba un mes en EE UU y, en cuanto tuvo unos ahorros, acordó con un amigo, también de la Isla, comprar un auto a medias. "En este país se necesita verdaderamente un carro para moverse. Pensé que tenerlo me daría oportunidad de tener trabajo, mientras que una renta no, así que con este amigo mío pensamos comprarlo juntos".
El vehículo costó 12.000 dólares que podían pagar en dos años, pero su amigo se echó atrás por cuestiones familiares. "Le pedían que mandara dinero a Cuba y él ya no quiso responsabilizarse". Ahora, Llorente empeña todo su dinero en pagar ese préstamo.
Con su auto se fue al Good Samaritan Inn, la casa de huéspedes donde esperaba poder dormir con otros inquilinos por 130 dólares por semana, como contó al diario de Florida. El lugar está regentado por un cubanoamericano, explica Llorente a 14ymedio, por eso, aunque estaba completo cuando llegó, el hombre se sensibilizó con su situación y le ofreció que durmiera el tiempo que necesitara en un sillón del lobby que se usa ocasionalmente en esos casos.
"Ahí estuve tres noches, pero a la cuarta, uno de los trabajadores me dice que me tengo que ir". Las explicaciones fueron inútiles y el empleado, según Llorente, se negó a hablar con su jefe. Además, repentinamente recibió el rechazo de otros alojados que hasta ese día no se habían molestado por su presencia en el espacio común. "Por eso ahora duermo en el carro", cuenta aún en presente. La noche del miércoles al jueves fue la primera en su "nueva casa".
Daniel Llorente salió de Cuba en mayo de 2019, dos años después de su irrupción en la Plaza de la Revolución durante el desfile del Primero de Mayo portando una bandera estadounidense y gritando "libertad". La carrera le valió una detención que lo mantuvo un mes en prisión y un año en el Hospital Psiquiátrico de La Habana, conocido como Mazorra. Sin embargo, confiesa a 14ymedio que no se arrepiente en absoluto de aquella "performance" –como califica la acción– y cuyo objetivo era, dice, que el Gobierno de Estados Unidos "preste atención al mensaje que Dios tiene".
Tras aquellos hechos, la Seguridad del Estado lo asedió hasta conseguir que saliera de la Isla. "Ellos me dijeron que tenía dos opciones: me iba de Cuba o me llevaban preso. Yo les respondí que fueran ellos quienes tomaran la decisión, y a la semana fueron a buscarme a mi casa para que los acompañara, porque me iban a sacar del país, y así sucedió".
Llorente salió con su hijo desde Guyana el 2 de mayo de 2020 y en su travesía, cuenta, tuvo incidentes en tres países. El primero surgió en Venezuela, donde estuvieron diez días varados, aunque fue, inesperadamente, el más sencillo de resolver. En una ocasión, la Policía los paró y les quitó 100 dólares, y después tuvo otro encontronazo, esta vez con la Seguridad del Estado. "Tengo que reconocer que no nos trataron mal, tanto a mí, como a mi hijo y otro cubano con el que íbamos, nos trataron con mucho respeto, más sabiendo que fue la Seguridad del Estado de Venezuela, que sabemos que está ligada con la de Cuba". Según su versión, el oficial le dijo que el propio Maduro había pedido que los trataran bien.
La selva del Darién, entre Colombia y Panamá, fue lo peor del camino. "Estuvimos dos días. La lancha que traslada a los migrantes normalmente hace una ruta que no incluye el cruce del estrecho por el que nos pasaron a nosotros. Pero ese día se atrevieron. Entonces fuimos atacados por los guardacostas de Colombia, que dieron un tiro y todo y rompieron el motor. No dieron a nadie, pero fue una locura", añade.
El último inconveniente llegó en México, donde la Policía los detuvo en dos ocasiones y les pidió dinero bajo amenaza de deportación. Llorente cuenta que les explicó quién era, que él había sido expulsado de Cuba y que no podían hacer eso. Finalmente, todo quedó en un susto y pudo cumplir su objetivo de llegar a EE UU, donde espera la resolución de su petición de asilo desde hace un año.
Llorente, hombre de fortísimas creencias religiosas, cree que la fe es la que hará caer al régimen. "En el futuro veo una Cuba libre, pero el cubano necesita tener fe. Es importante entender que hay un refrán que dice que quien no conoce su historia está condenado a repetirla, y los cubanos tenemos que aprenderla".
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