La otra bandera
La Habana/Seis horas después del izamiento de la bandera de las barras y estrellas en la embajada de Estados Unidos frente al Malecón habanero, se producía otra ceremonia similar en la calle 150 del reparto Cubanacán, donde se ubica la residencia oficial del encargado de negocios de ese país, Jeffrey DeLaurentis.
En esta mansión han vivido todos los jefes de la Oficina de Intereses (SINA) en estos últimos años y en su inmenso jardín hay un asta. Frente a ella se congregaron cientos de invitados que no cupieron físicamente en el reducido espacio donde en horas de la mañana funcionarios norteamericanos y cubanos habían presenciado el simbólico acto que dejó inaugurada la embajada en La Habana.
A esta celebración asistieron diplomáticos, representantes de la sociedad civil, eclesiásticos, intelectuales y artistas cubanos junto a una nutrida delegación que acompañó a John Kerry en su viaje a Cuba, entre ellos los tres marines que hace 54 años arriaron la bandera cuando se rompieron las relaciones y que les correspondió ahora el honor de participar en el izamiento. El Brass Quintet del ejército norteamericano interpretó un repertorio internacional donde no faltaron piezas cubanas, como la Guantanamera y el Manisero.
En una reunión de media hora, representantes de la sociedad civil compartieron con Kerry sus preocupaciones y expectativas
En la residencia oficial John Kerry sostuvo un encuentro de media hora a puertas cerradas con representantes de la sociedad civil, activistas y periodistas independientes, entre los que se encontraban Dagoberto Valdés, Elsa Morejón, Héctor Maseda, José Daniel Ferrer, Manuel Cuesta Morúa, Martha Beatriz Roque, Miriam Leiva, Oscar Elías Biscet, Reinaldo Escobar y Yoani Sánchez. Los presentes compartieron con Kerry las preocupaciones y expectativas que ha generado el restablecimiento de relaciones entre ambos países y expusieron un panorama sobre los diferentes proyectos que animan.
A pesar de que los medios oficiales no mencionaron esta actividad de la apretada agenda del Secretario de Estado, fue uno de los momentos que marcó el carácter de la visita de Kerry a Cuba por tratarse del único que podía provocar, y de hecho provocó, fricciones y polémicas.
Los primeros en molestarse fueron los gobernantes cubanos que hubieran preferido un distanciamiento entre el más alto funcionario norteamericano que ha pisado tierra cubana en medio siglo y esa parte inconforme de la ciudadanía cubana, perseguida, calumniada y discriminada por el Gobierno.
Otros que coincidieron en estar molestos fueron algunos opositores, como la líder de las Damas de Blanco Berta Soler y el activista Antonio González Rodiles, que declinaron la invitación recibida porque estiman que el Gobierno norteamericano les ha traicionado “al establecer relaciones con la dictadura”.
Si no hay avances en el tema de los derechos humanos en Cuba, no habrá levantamiento del embargo, dijo con toda claridad
En el encuentro no hubo nada que merezca ser clasificado como conversaciones secretas ni como pactos paralelos. De parte de los invitados cubanos se hizo una explicación general sobre los cuatro puntos de consenso de la sociedad civil, impulsados por el Espacio Abierto, se planteó la necesidad de que Estados Unidos desbloquee todo lo que frena hoy el acceso a Internet para los cubanos y se mencionaron diferentes iniciativas como la de hacer propuestas para una nueva Ley Electoral, la creación de un “tanque de pensamiento” sobre asuntos cubanos y el accionar cívico de diferentes plataformas políticas.
De igual forma se expuso la preocupación de que el gran beneficiado del restablecimiento de relaciones sea el Gobierno cubano y que el pueblo siga padeciendo lo mismo como si nada hubiera ocurrido. Quizás lo más trascendente fue la respuesta de Kerry sobre este punto. El Secretario de Estado se comprometió a mantener el interés de su Gobierno en que haya avances en el tema de los derechos humanos en Cuba. Si no se dan pasos en esa dirección no habrá levantamiento del embargo, dijo con toda claridad.