1/9Los mayor parte de los inmuebles que siguen en ruinas son viviendas cercanas al litoral y cuyos habitantes están siendo presionados por las autoridades para desplazar su residencia lejos de la costa.
2/9A pesar de los créditos bancarios otorgados a los damnificados, muchas familias no han podido reconstruir sus casas todavía por falta de mano de obra, los elevados precios de algunos productos -como los accesorios de baños y cocinas- o la escasez de materiales.
3/9Los estragos del ciclón resultaron más devastadores por el mal estado del fondo habitacional de la ciudad, donde existen innumerables viviendas de finales del siglo XIX y principios del XX que han recibido poco mantenimiento en décadas.
4/9Junto a los daños causados en el litoral por la intensas olas y las inundaciones, los techos sufrieron la embestida de los vientos, especialmente aquellos de tejas o hechos con materiales ligeros.
5/9No solo las casas han tardado en reconstruirse, sino que el comercio de la zona se ha visto afectado por el desabastecimiento debido al daño en la agricultura. Las largas colas para comprar cualquier producto han sido una constante en los últimos meses.
6/9En la parte de la ciudad más cercana al mar se han demolido varios inmuebles, entre ellos un edificio multifamiliar de cinco pisos, afectados en sus estructuras por las frecuentes penetraciones del mar.
7/9La iglesia católica de Cabacú tampoco ha podido ser reconstruida porque de su infraestructura apenas quedaron algunas paredes en pie.
8/9Las ruinas de la iglesia se han convertido con el paso del tiempo en vertedero y baño público, además de que muchos vecinos han cargado con ladrillos, puertas y cabillas de acero del lugar para reconstruir sus propias casas.
9/9El mar sigue siendo el sustento principal para muchas familias que viven de la pesca y de la venta de pescados o mariscos a los negocios de la zona, muy concurridos por turistas, aunque muchos perdieron sus pequeñas embarcaciones durante la furia de Matthew.