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Con tanta basura por recoger en La Habana, no hay barrendero que aguante

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Sin guantes y sin insumos para cumplir su tarea, se le presenta un trabajo inhumano: salvar la que es la ciudad más sucia de Cuba

Lo que lo tumbó allí no fue el ron o el químico, sino el exceso de vertederos en la ciudad / 14ymedio
Juan Diego Rodríguez

22 de abril 2025 - 15:58

La Habana/El hombre se dejó caer en la acera, a la sombra de una pared derruida. Podría tratarse de un mendigo –no es raro que el hambre o el alcohol derrumben a muchos sobre el pavimento–, pero es un barrendero. Junto a él, las herramientas de su trabajo: dos cubetas rotas y un escobillón, fijadas a una carretilla en la que no cabe un remiendo más. 

Que la calle esté llena de basura sugiere que lo que lo tumbó allí no fue el ron o el químico –la peligrosa y ya habitual anestesia cubana contra la realidad–, sino el exceso de vertederos en la ciudad. Un solo buey no ara, reza el refrán criollo; un solo barrendero tampoco es suficiente contra la cochambre capitalina. 

De nada han valido las denuncias y protestas, los llamados al orden, los reclamos a los Servicios Comunales. Al barrendero de a pie, sin guantes para operar, sin insumos para cumplir su tarea, se le presenta un trabajo inhumano: salvar la que es la ciudad más sucia de Cuba.

Por eso el hombre, vestido y calzado con harapos, busca en la “sombrita” una tregua para el avasallante sol criollo y la no menos torturante franja de ciudad que tiene que vencer. Junto a él pasan los carros con chapa estatal con su habitual indiferencia. En la esquina hay un puesto de viandas tampoco exento de suciedad. 

A poca distancia del “caído”, un grotesco vertedero sigue desafiando a los transeúntes y entorpeciendo el tráfico / 14ymedio

En un rato volverá a caminar, apenas recompuesto, para seguir “en la luchita”, un diminutivo que no suaviza las montañas que, literalmente, encontrará a su paso. En Cayo Hueso, Centro Habana, a poca distancia del “caído”, un grotesco vertedero sigue desafiando a los transeúntes y entorpeciendo el tráfico. 

Es el basurero de la calle Hospital, irónico no solo por el nombre de la calle en la que está enclavado, sino por su resistencia a cualquier maniobra de recogida. ¿Qué persona, armada solo con una escoba y dos cubetas, podría acabar con una acumulación tan portentosa de papeles, cáscaras, jabas, excrementos y líquidos? 

Los únicos que se atreven a lanzar expediciones a esa clase de vertederos son los buzos, vestidos y armados con la misma precariedad del barrendero, que intentan hacer de la necesidad virtud, o si no virtud al menos comida y materia prima. A cambio de unos kilos, el Estado pretenderá pagar a los buzos –generalmente ancianos o menesterosos– los “tesoros” útiles que encuentren. Es lo más cerca que ha estado de tomar una medida real a favor de la higiene de las calles.  

Que la situación está totalmente descontrolada lo sabe hasta la prensa oficial. Los reporteros financiados por el Partido Comunista no han podido disimular su asco ante los vertederos que se multiplican en casi cualquier esquina del país. 

Algunos –como el que firma un artículo publicado este martes en la web de la radio matancera– piden a gritos una solución. Sin embargo, siguen atribuyendo a la podredumbre un origen tan remoto como Washington. “El bloqueo existe y afecta a cada una de las esferas de la sociedad cubana, y eso es algo con lo que al menos por el momento hay que vivir”, aseguraba el periodista. 

Con la foto de un perro sato también derrumbado –exactamente en la misma posición que el barrendero de La Habana– sobre un basurero de Matanzas, el artículo enumera los municipios más sucios: Matanzas, Cárdenas, Colón, Perico, Jagüey Grande y Jovellanos. 

La cantidad de mipymes aprobadas por el Estado ha sido directamente proporcional al crecimiento de los basureros

Alude a una reunión del gobierno provincial donde la conclusión fue que, precisamente en esos lugares, la cantidad de mipymes aprobadas por el Estado ha sido directamente proporcional al crecimiento de los basureros. No es la primera vez que se señala al “nuevo enemigo” de la higiene, pero sin declarar qué harán las autoridades con la basura que ya existe. 

¿Adónde van a parar los “casi 1.000 litros de combustible que se distribuyen a diario en Matanzas” –o en el resto de las provincias–, según asegura Radio 26? La emisora no lo explica. 

Tampoco explica Trabajadores –otro de los diarios oficiales que han comentado la crisis de la basura ese mes– qué hará La Habana para contener una realidad que ha desfigurado en cuestión de años, en sus propias palabras, una “ciudad limpia”. 

“Crear conciencia social” es la única solución que ofrece el régimen. Pero qué conciencia –social, personal o de cualquier tipo– puede quedarle a un hombre que, cara a cara con el vertedero, cae desplomado por una misión a todas luces imposible. 

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