1/22Como en 'El mago de Oz', un camino de baldosas amarillas que incluso puede internarse en el mar e ir más allá del horizonte 2/22‘Detrás del muro’, la exposición colectiva que ha convertido el malecón habanero en una galería a cielo abierto desde el Parque Maceo hasta el Castillo de San Salvador de La Punta y durante la XII Bienal de La Habana 3/22‘Árbol de luz’, la obra del cubano Rafael Villares, mezcla luminarias de quince países entre ellos Cuba, China, Estados Unidos y la India 4/22La brisa marina le da vida a muchas de las obras que se han ubicado en la avenida costera, como esta instalación de tela y metal que bate al ritmo del viento 5/22Las fachadas son el rostro de una ciudad, que en el caso de La Habana es tormentoso y triste por momentos, bullicioso o apacible, en otros 6/22Sillones de obligada unión, pegados de manera que sentarse en ellos sea cumplimentar una alianza o sellar una negociación 7/22En una ciudad donde la mayoría de las fuentes no tienen agua, este remedo hecho con espejos y alambres le ha traído de vuelta a los habaneros el recuerdo de algo que una vez tuvieron 8/22Rostros y formas que brotan en la esquinas o de esos parques tan característicos de Centro Habana y que se han erigido allí donde se derrumbó un edificio 9/22Prismáticos para observar qué hay más allá. En una urbe que ha vivido de espaldas a su propio mar, despierta mucha curiosidad saber sobre ese lugar prohibido por el que no nos dejan navegar 10/22Todos quieren ver una boya, la línea del horizonte, un barco en la distancia o algún indicio que les confirme que la Isla no está sola en la nada 11/22A la carrera, las brigadas constructivas rematan algunos espacios donde gigantes de metal y colores desafían el salitre 12/22Volúmenes y formas que despiertan la curiosidad, algunos de los cuales sólo quedarán en el recuerdo cuando la Bienal de La Habana llegue a su fin 13/22El artista Roberto Fabelo y su obra ‘Delicatessen’ intrigan y atraen a los transeúntes, por aquello de la obsesión nacional con la comida, el plato y la olla 14/22Los transeúntes hacen suyas las instalaciones artísticas y se apropian utilitariamente de las obras 15/22¿Torre para el vigía, asiento de un salvavidas o simple observatorio para explorar el otro lado? 16/22La vida continúa en la ciudad, mientras inusuales estructuras desafían la rutina, como estos arcos unidos y flechas que convergen, quizás como metáfora de la reconciliación de los rivales 17/22Trozos de una pared o de columnas que alguna vez sostuvieron algo enorme, una obra que algunos leen como una clara alusión al Muro de Berlín 18/22A este enredo de alambres, las amas de casa de la zona lo han bautizado el estropajo 19/22En la ciudad de los derrumbes y las columnas cuarteadas, hay un cubo caído como del cielo y en cada uno de sus lados las fachadas frente a las que hemos pasado tantas veces 20/22Cerebros, de diversas formas, tamaños y pertenecientes a distintas especies, ubicados en este muro y que han puesto a pensar a más de un vecino en el significado de tanta “materia gris” que se ha sumado al barrio 21/22Como en un juego de gigantes palitos chinos, esta instalación invita a colocarlos de forma que quede armada la bandera norteamericana, pero pocos se atreven a completar el divertimento 22/22La atalaya que mira hacia el norte, hacia esa zona más allá de nuestra geografía donde hasta hace poco se ubicaba “el enemigo”