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En el café del Teatro Terry, en Cienfuegos, los negocios se hacen detrás de la barra

En la cafetería estatal “se compra y se vende de todo, hasta lo que uno no imagina”

Ubicado frente al parque José Martí, la cafetería del Teatro Tomás Terry tiene una ubicación privilegiada / 14ymedio
Julio César Contreras

20 de agosto 2024 - 21:01

En las mesas del café del Teatro Tomás Terry en Cienfuegos se urden todo tipo de tratos y negocios a los que las autoridades hacen oídos sordos. Desde divisas y sustancias ilícitas hasta el cuerpo de alguna muchacha cienfueguera, en el local, administrado por la estatal Artex, “se compra y se vende de todo, hasta lo que uno no imagina”, asegura con voz baja una clienta del bar.

Ubicado frente al parque José Martí, una zona céntrica de la ciudad, el café del Terry no se vacía ni cuando hay apagón. Sentado en una mesa, dándole al pie con impaciencia, Adrián –usa un nombre falso para que no lo “fiche” la Policía– espera a un extranjero que busca alquilarse en un hostal. “Esta es mi lucha diaria: Conseguir turistas y hospedarlos en casas particulares, con una comisión para mí por cada cliente que dejo alojado”, cuenta a 14ymedio el muchacho de 26 años.

Incluso cuando hay apagones, el café del Terry siempre tiene clientes / 14ymedio

A quienes, como él, recorren la ciudad buscando potenciales clientes se les conoce como “gestores”, un nombre que da más pedigrí a su oficio del que verdaderamente tiene. “Los dueños de los hostales cobran entre 15 o 20 dólares la noche y de eso yo me llevo un por ciento”, asegura.

Desde hace unos meses –Adrián solo lleva dos años en el negocio– la dificultad para atraer extranjeros ha aumentado y los turistas casi no llegan a la ciudad, o prefieren hospedarse en hoteles estatales. Debido a ello, el negocio del joven cienfueguero se ha visto “en baja” y los clientes que sí se hospedan con particulares ahora son, en su mayoría, los que tienen un interés muy concreto: estar fuera de la vista de las autoridades.

“No es que a uno le guste este lío de la prostitución, pero a veces se da la oportunidad y hay que aprovecharla, porque la cosa está durísima para donde quiera que te viras y esa es una forma de enganchar a los turistas”, explica. Normalmente, asevera Adrián, el coste por una noche con una jinetera ronda los 100 dólares o euros, pero “cuando la cosa está apretada” y casi no hay turistas, a veces aceptan 50. A la mujer se le entrega una parte, en dependencia del trato, revela el joven, que prefiere zanjar la conversación porque la “preguntadera” trae sus riesgos.

Desde fuera, la vida en el Terry parece transcurrir tranquila, aunque, por los precios, cualquiera deduce que quienes se acercan a tomarse un café no viven de un salario obrero

Desde fuera, la vida en el Terry parece transcurrir tranquila, aunque, por los precios, cualquiera deduce que quienes se acercan a tomarse un café no viven de un salario obrero. Con expresos a 60 pesos –hace un año costaba tres veces menos–, coctelería entre 150 y 300 o una cerveza a 280, el local todavía mantiene una carta evidentemente estatal aunque cara. Los trucos para mantener el negocio a flote ocurren detrás de la barra.

Detrás de la barra es donde ocurren los trucos que mantienen a flote al negocio / 14ymedio

“Para mantener el servicio hay que estirar el café en polvo todo lo posible, porque el abastecimiento es muy escaso y la demanda es muy alta”, revela a este diario un empleado. A la coctelería se le echa “mucho hielo y poco alcohol” y, para “engordar” un poco los salarios, que no llegan a los 3.000 pesos, algunos trabajadores revenden por la izquierda “lo que aparezca”. Sobre lo que ocurre puertas adentro del Terry, los trabajadores prefieren hacer la vista gorda.

“Las apariencias engañan y, mientras está andando la peña musical los sábados por la mañana, perfectamente hay quienes están vendiendo, comprando y negociando cualquier cosa”, detalla Mercedes, otra de las singulares clientas del café. “Ahora mismo le compré 80 MLC (moneda libremente convertible) a una mujer que acaba de irse”, cuenta la cienfueguera, que finge sorpresa ante el hecho de que el Gobierno persiga el mercado negro de divisas al mismo tiempo que lo deja hacer en sus propios locales.

Mientras está andando la peña musical los sábados por la mañana, perfectamente hay quienes están vendiendo, comprando y negociando cualquier cosa

Si no fuera por todo lo que se “oferta” por la izquierda en el café del Terry, el lugar, con una cartelera “de adorno” que entre apagones y fallas técnicas nunca se cumple –además de los 100 pesos que se piden por entrar a cualquier evento– estaría siempre vacío. “Esto yo no debería decirlo, pero aquí a veces hasta se venden algunas drogas”, asegura Mercedes, que ha visto a los clientes “pasarse pastillas” escondidas entre el gentío y la música. “Al final cada cual está en lo suyo”, alega la mujer, para quien también es un alivio que –parafraseando el famoso dicho de Las Vegas– lo que pasa en el Terry se queda en el Terry.

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