El canciller cubano acepta la necesidad de un cambio, sin decir en qué consistiría
Bruno Rodríguez dice a 'Newsweek' que la presión de EE UU empuja a la Isla hacia China y Rusia
Madrid/Cuba admite la necesidad de cambios internos, pero rechaza someterse a EE UU. Así titula el reconocido semanario estadounidense Newsweek su entrevista con el canciller Bruno Rodríguez, en la que, en efecto, el ministro de Relaciones Exteriores dedica un mínimo de siete párrafos a divagar sobre una eventual transformación que nunca traduce en medidas concretas.
“Queremos cambiar para desarrollar el bienestar común, fortalecer nuestras políticas sociales, lograr una economía mucho más eficiente reflejada no solo en los datos macroeconómicos sino también en la vida cotidiana de las personas, por el bien de la gente, por el bien de su prosperidad y por la prosperidad de su familia que permita a los jóvenes realizar sus sueños y planes de vida”, enuncia Rodríguez genéricamente.
Rechaza, eso sí queda claro, algo que reconoce como capitalismo y que traduce como el “propósito de Estados Unidos de recuperar (...) sus bancos, sus latifundios, su sistema ferroviario, sus compañías mineras, sus compañías telefónicas”.
“Sus casinos”, interrumpe un funcionario cubano presente en la entrevista, dando pie al ministro.
“Un senador de Las Vegas me dijo una vez: ‘Me siento agradecido con la Revolución cubana, porque sin ella Las Vegas estaría en La Habana’", remacha el canciller, que ya ha zanjado previamente que los posibles cambios que se produzcan estarán siempre “dentro de los límites de nuestra cultura nacional y basado en la predeterminación de nuestro pueblo, basados en el pleno ejercicio de nuestra soberanía y nuestra independencia”.
“Un senador de Las Vegas me dijo una vez: ‘Me siento agradecido con la Revolución cubana, porque sin ella Las Vegas estaría en La Habana’"
De momento, la reproducción de la entrevista en Cubadebate ha recibido pocos comentarios pero la demanda de cambios es unánime. Eso sí, en línea con el ministro, los lectores piden que no haya “obediencia” a EE UU o que todo lo que se modifique esté “dentro del socialismo”.
El tono está muy alejado del que exhibía este lunes Pedro Monreal, que publicó en X un hilo crítico con los argumentos de Rodríguez, zanjados con una conclusión: “Los factores externos, incluyendo geopolíticos, influyen, pero lo que determina hoy la ‘condición’ de la economía cubana es la inviabilidad de un esquema de planificación centralizada, el fracaso del ‘ordenamiento’, y el desconcierto oficial actual en su política económica”.
Rodríguez Parrilla señala en su conversación con el semanario que confía en la viabilidad de la economía cubana, condición a su juicio acreditada por la experiencia de los años 60 a 80. El problema es, señala, que el “bloqueo” dificulta todo, un diagnóstico en el que se echan de menos dos factores: el primero, que el embargo ya existía en aquella época de éxito; el segundo, que este descansaba sobre la existencia del subsidio soviético.
Entre las “fortalezas” de la economía cubana, Rodríguez señala fundamentalmente el níquel y el cobalto, además de “importantes recursos” marinos (previsiblemente en referencia a la langosta y el camarón) y otros intangibles, como “una mano de obra altamente calificada como resultado del alto nivel de educación”, a pesar de que de ese grupo sale una gran cantidad al exilio en busca de una vida mejor.
El canciller reflexiona, preguntado por el periodista, también sobre las relaciones geopolíticas a las que se ve abocada Cuba, sostiene, precisamente por la “presión” de Washington. “¿Cuba tiene opciones para compensar los costos de las sanciones a través del desarrollo de alianzas con otros países?”, pregunta el entrevistador. Rodríguez sostiene que en eso trabaja su Gobierno y que de ahí derivan los acercamientos con China y Rusia que EE UU rechaza.
“Así que el Gobierno de Estados Unidos quiere competir con China a escala global, pero sigue una política que deja a Cuba libre de esta competencia sobre los procedimientos y la tecnología de alta tecnología"
“Así que el Gobierno de Estados Unidos quiere competir con China a escala global, pero sigue una política que deja a Cuba libre de esta competencia sobre los procedimientos y la tecnología de alta tecnología. ¿Por qué no compiten en Cuba también?", se pregunta Rodríguez, que lamenta que muchos agricultores estadounidenses quieran comerciar con la Isla y no puedan hacerlo en las circunstancias habituales.
El ministro no oculta que las exenciones al embargo han permitido adquirir alimentos por valor de miles de millones, pero afirma que cada vez la cantidad es más pequeña, y vuelve a rechazar que no se comercie en las habituales condiciones de comercio internacional. Cuba debe pagar por adelantado y en efectivo, pese a lo cual, EE UU es uno de sus principales suministradores de comida.
El canciller también se enfrenta a preguntas por las dos situaciones que en el último año más han alimentado la retórica de la Guerra Fría. Por un lado, la presencia de bases chinas en la Isla, que Rodríguez despacha de manera burlona, calificando las imágenes aéreas de divertidas. El canciller, no obstante, tampoco niega la posibilidad: se refiere a la base naval de Guantánamo, con cuya existencia dice ser muy respetuoso y pide reciprocidad.
En cuanto al segundo episodio, la presencia de una flota rusa con buques de guerra, el canciller lo circunscribe a una visita natural. “El mayor número de buques que han visitado Cuba en las últimas décadas han sido de países que son miembros de la Otan”, argumenta, recordando a la vez que un barco canadiense y cruceros estadounidenses coincidieron en el tiempo con el submarino y la fragata rusos.
“El mayor número de buques que han visitado Cuba en las últimas décadas han sido de países que son miembros de la Otan”
Rodríguez, que se despacha ampliamente sobre el embargo –tarea fundamental de su cargo–, habla de la próxima votación anual en la ONU contra esa política estadounidense. El canciller, que arranca la entrevista criticando el papel del organismo en el estado del mundo –las guerras de Gaza y Ucrania, el cambio climático o la deuda externa, entre otros temas–, es preguntado sobre qué importancia puede tener la resolución si procede de unas Naciones Unidas en las que no confía. El ministro hace, hábilmente, la diferencia entre la Asamblea General, en la que todos los estados tienen representación en igualdad de condiciones, y el Consejo de Seguridad, en el que existe un poder de veto por el que critica a EE UU, aunque no habla de su uso cuando lo ejercen Rusia o China.
Tampoco deja de mencionar Rodríguez la presencia de Cuba en la lista de estados patrocinadores del terrorismo, que considera injustificable y basada, entre otras cosas, en unos supuestos ataques acústicos que “científicos cubanos, científicos estadounidenses, científicos canadienses y también científicos europeos” nunca han podido comprobar.
Además, entre las repercusiones, cita las dificultades que se han puesto a los viajes de estadounidenses a la Isla y que, a su juicio, dañan a quienes EE UU afirma querer proteger, en referencia a los “pequeños albergues y pequeñas empresas privadas” en los que generalmente prefieren alojarse estos turistas. “Algunas de las acciones tomadas por el Gobierno de Estados Unidos pretenden separar a las pequeñas y medianas empresas privadas del resto de la economía cubana y no creo que esto conduzca a ningún resultado”, reprocha.