En la carnicería de El Sagrado Corazón, el pollo llega de milagro tras meses de ausencia
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Cada vecino sabe que la mermada libra de proteína no alcanza para mucho, pero la tentación de hacer una sopa o freír unos muslos puede más que la decepción por la poca cantidad
La Habana/“Basta con que traiga pellejo, hueso y un poco de hielo para que pese una libra”. Esa es la cantidad exacta de pollo que, como manda la libreta de racionamiento –que rige con mano dura la alimentación en la Isla–, le toca a cada cubano. Hacía meses que las familias de Luyanó, en La Habana, no recibían la menoscabada cuota y, aun así, las autoridades aseguran que los cuartos traseros que llegaron la noche de este lunes a la carnicería El Sagrado Corazón de Jesús, bajo una llovizna insistente, son los que corresponden a octubre.
“Hace muchísimo tiempo que aquí solo llegaba el pollo de los ancianos y niños. Ahora por fin llegó el de embarazadas y para la población, pero dicen que es el de octubre. El de los meses pasados, mejor ni esperar por él”, dice resignada Rosario, una residente de la barriada. No obstante, desde temprano este martes la mujer, acompañada de otra veintena de vecinos, esperaba en la puerta para adquirir el producto.
La noticia de la llegada de los muslos y contramuslos corrió rápido por Luyanó. “Hasta la delegada lo puso en el grupo de WhatsApp donde difunde las informaciones y a cada rato se escuchaba gritar a alguien: ‘Llegó el pollo’”, cuenta Rosario.
La noticia de la llegada de los muslos y contramuslos corrió rápido por Luyanó
Cada vecino sabe que la mermada libra de proteína no alcanza para mucho, pero la tentación de hacer una sopa o freír unos muslos puede más que la decepción por la poca cantidad. “Además de que casi nunca viene, el pollo racionado no alcanza para nada. Yo misma tengo que comprarlo constantemente por la izquierda porque es la carne que más fácil se consigue y que es más barata. Yo no espero nunca que llegue a la carnicería, pero si viene lo cojo porque solo me cuesta 20 pesos”, añade Rosario.
El comercio El Sagrado Corazón, que mantiene su nombre republicano y se resiste a adoptar el revolucionario –La Esquina–, abrió excepcionalmente más temprano este martes. Desde que el pollo llegó a sus puertas, cerca de las seis de la mañana, la carnicería empezó a atender a los primeros clientes que desembarcaban en el portal en busca de su libra del ave.
La tienda, con su doble nombre, también ostenta una doble naturaleza. Con la caída en desgracia de un empleado en un local cercano y el derrumbe del techo de la carnicería que correspondía a El Sagrado Corazón, el comercio terminó por asumir dos roles. “La gente del gobierno quiso meter ahí bodega y carnicería, y como al bodeguero le conviene, porque así tiene más productos, no se quejó. Además, en una de las viejas el administrador era un borracho y en la otra las colas se hacían mirando al cielo por el derrumbe”, relata la habanera.
La tienda, con su doble nombre, también ostenta una doble naturaleza
“El mismo vendedor de El Sagrado Corazón fue el que remozó el local, pintó y hasta creo que paga las guardias fuera de la bodega. De vez en cuando, también aparecen a la venta en el mostrador productos que no son de la canasta básica y no se sabe de dónde salieron. El que puede siempre se las arregla para hacer negocios”, relata Rosario.
Fuera de El Sagrado Corazón, este martes se apostaba también un carretillero para resguardarse de la lluvia. “Ahora compro una mano de plátanos machos de esos que trae, hago un fufú y me lo como con pollo”, refiere Rosario con tono goloso. Los vecinos, a las 12 del mediodía, siguen acumulándose en la entrada ignorando el horario de cierre de la bodega. “Hay que aprovechar. Después de esta tanda quizás no venga más pollo hasta el año que viene”.