"Ahí estaba mi casa", el lamento de las diez familias víctimas de un derrumbe en La Habana

La Habana/Con el acero expuesto al sol, la fachada convertida en escombros y decenas de vecinos con el rostro angustiado a su alrededor, así se veía la mañana de este lunes el edificio situado en la calle San Bernardino, entre Durege y General Serrano, en la barriada habanera de Santos Suárez, del municipio de Diez de Octubre. El inmueble se desplomó este fin de semana dejando a una decena de familias sin un techo.

Sentada en un sillón de ruedas en la acera de enfrente, una vecina del edificio colapsado señalaba hacia la planta baja y aseguraba: "Ahí estaba mi casa". Una veintena de personas acumularon en la calle las pocas pertenencias que habían logrado extraer entre los pedazos de muro y las cabillas retorcidas: se veía un colchón, una lavadora y algunos cuadros que una vez colgaron en la sala de esos hogares que ya no existen. 

Una grúa y varios empleados estatales llevaban horas demoliendo los pedazos de la cuartería de tres plantas, declarada inhabitable hace años, pero en la que todavía vivían varias familias. Al tráfico cortado y al vecindario pendiente de cada mandarriazo contra las paredes se le sumaba el polvo amarillento que lo cubría todo. "Primero, dijeron que iban a tumbar solo los pisos superiores pero ahora han avisado que lo van a demoler todo", explicó a 14ymedio la mujer de la silla de ruedas.

"Mi casa es la de la planta baja", remarcó la mujer y señaló hacia una parte del edificio del que apenas se veía ya la parte superior de unas ventanas pues el resto estaba cubierto por una montaña de escombros. Mientras hablaba, la grúa izó una jaula con un trabajador que ayudaba a bajar algunas pertenencias de los pisos superiores. Cada cosa rescatada era recibida con júbilo por los vecinos pero también con preocupación: "No sé si podré recuperar mi cama", lamentaba una joven con un niño en brazos.

Desoyendo las voces de no entrar, algunos residentes se aventuraban incluso a colarse por las puertas de un pasillo lateral para tratar de sacar algún electrodoméstico, una cartera o las fotos familiares guardadas en una gaveta. Salían rato después con algo en las manos y el susto en el rostro. "Está feo eso allá adentro, parece que se va a seguir derrumbando", advertía un hombre que logró evacuar varios pares de zapatos y una olla eléctrica.

La incertidumbre de lo que vendrá tras la demolición era también motivo de conversación. "Ahora probablemente nos mandan para un albergue, vaya usted a saber a dónde", especulaba una de las damnificadas que no había podido aún recuperar ningún objeto de valor de entre los muros colapsados. Hasta ahora, la solidaridad de los vecinos les ha alcanzado agua y algo de comer pero los afectados saben que no pueden quedarse a pernoctar frente a la ruina.

Los derrumbes de edificios son una realidad frecuente en la capital cubana, especialmente cuando las lluvias y el mal clima ablandan los cimientos de los edificios ya en peligro de desplomarse. A finales de junio pasado, cuando La Habana vivió varios días de tormenta, al menos 19 edificaciones sufrieron derrumbes parciales o totales, según una fuente de 14ymedio que prefirió el anonimato.

La caída de una villa en la calle 26 entre 27 y 29 del municipio de Playa, que fue grabada por varios transeúntes y vecinos, fue una de las más difundidas en esas fechas, en las que se estima que hubo al menos un fallecido y varios lesionados.