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La casa de Diego Velázquez restaurada por sus 500 años

La casa de Diego Velázquez en Santiago de Cuba. (14ymedio)
Orlando Palma

13 de abril 2015 - 07:05

La Habana/Un hombre rodeado de leyendas, al que le tocó vivir un tiempo en que se descubrían nuevos territorios y la cultura se imponía a hierro y fuego. Diego Velázquez es una de las figuras fundacionales de nuestra historia nacional y en especial de Santiago de Cuba. La casa donde vivió el primer gobernador de la Isla se encuentra en un proceso de restauración para la conmemoración del medio milenio de esta importante villa.

La remodelación ha incluido la vivienda de dos plantas, ubicada frente a la Plaza de Armas, actual parque Carlos Manuel de Céspedes, que es conocida como la Casa de Diego Velázquez. Además de su exquisita arquitectura y un admirable trabajo en maderas preciosas, el inmueble expone una muy completa colección de obras de arte, objetos de la época, mobiliario e innumerables documentos históricos.

La casa de la calle Santo Tomás, con los números 602-612, fue construida entre los años 1516 y 1530. Desde entonces ha pasado por diferentes utilidades y ha sobrevivido a incendios y al corrosivo paso del tiempo. Actualmente alberga al Museo de Ambiente Histórico Colonial y es una parada obligado para turistas nacionales y extranjeros que visitan a la segunda ciudad del país.

El edificio fue la sede durante años de la Casa de Contratación y Fundición de la Corona Española. y sus salones albergaron también la vivienda de Velázquez. En la planta inferior, se guardaban los carruajes y el gobernador Diego Velázquez, fundador de las siete primeras villas creadas en Cuba, tenía sus oficinas.

El lugar funcionó como taller, logia masónica y Centro Republicano Español hasta convertirse en el hotel Venus y una cuartería

Con posterioridad el lugar funcionó como establecimiento comercial, taller de confecciones textiles, logia masónica y Centro Republicano Español, hasta convertirse en el hotel Venus y luego en una abarrotada cuartería. La vivienda fue deteriorándose y sólo la rescató de esa caída una amplia restauración dirigida por el catalán Francisco Prat Puig, que permitió reabrir el lugar y convertirlo en museo en 1965. En 1973 se le cedió al museo una casa contigua para que pudiera cobijar una muestra más amplia.

Sin embargo, con los años y sin otras reparaciones capitales, las áreas expositivas sufrieron daños estructurales. Los elementos de madera eran los que se encontraban en peor estado, debido al paso del tiempo, la humedad y los insectos. Los canales de desagüe también mostraban un gran deterioro, lo que afectaba la estética del edificio y perjudicaba la estructura.

La especialista principal del museo, Elva Marina Sotorrivas, aseguró en una entrevista en la prensa local que “era necesario una restauración en profundidad debido a que muchos de los elementos esenciales de ambas construcciones creaban un desbalance en la originalidad de algunos de ellos”. La reparación ha tratado de conciliar y armonizar las dos épocas que representan las dos casa contiguas que conforman hoy el museo.

Uno de los grandes retos del proceso reconstructivo ha sido la protección de la belleza del lugar y su valor arquitectónico, al mismo tiempo que se fortalecía la estructura para preservar el lugar donde Diego Velázquez inscribió para siempre su nombre en la historia de Cuba.

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