El "castillo" de los Cortina en La Habana, convertido en zona militar y refugio de mendigos
La finca La Luisa perteneció a uno de los más importantes políticos de la República antes de ser expropiada, y luego abandonada, por el Gobierno de Fidel Castro
La Habana/A las ruinas de la finca La Luisa, en el municipio habanero de Arroyo Naranjo, nadie entra con buenas intenciones. Donde antes vivía una de las familias más poderosas de Cuba ahora solo se atreven a dormir los mendigos, circundados por muros llenos de grafitis y enredaderas. Los visitantes esporádicos del "castillo" –el edificio conserva sus torreones y adarves– son ahora delincuentes que buscan un refugio temporal para huir de la Policía y jóvenes que, según los vecinos, vienen a "hacer maldades".
La Luisa fue una de las primeras propiedades confiscadas por Fidel Castro después de 1959. Su dueño, el abogado y político José Manuel Cortina –fungió como canciller de la República en dos ocasiones–, fue acusado de "latifundista" y murió en el exilio en 1970.
Los funcionarios que ocuparon el "castillo" después del triunfo de la Revolución recibieron entonces una orden de Che Guevara: instalar un laboratorio de metalurgia que acabó convertido en el Centro de Investigaciones para la Industria Minero Metalúrgica (Cipimm). "Aquello duró poco", cuenta a 14ymedio Jorge, que ahora trabaja en las nuevas oficinas de esa institución, no lejos de La Luisa.
Sin mantenimiento y tras numerosos descuidos, la vieja casa de los Cortina acabó por colapsar. "Un buen día, todas las tuberías se tupieron, el sistema de drenaje falló y los baños quedaron inutilizados", señala Jorge. Poco después, el "castillo" fue abandonado.
Con el tiempo, las tierras de Cortina –que colindaban con las de la familia del ex presidente Carlos Prío Socarrás– se convirtieron en una zona militar. Ahora, las casas de oficiales del Ejército, así como el nuevo Cipimm –dedicado a estudiar las posibilidades de explotación de oro y níquel en Cuba–, están donde antaño construyeron los políticos republicanos sus fincas de veraneo.
"Se hicieron muchas gestiones, cuando Eusebio Leal estaba vivo, para que la Oficina del Historiador de La Habana restaurara el 'castillo', pero no sirvió de nada", alega Jorge. Según los arquitectos de Leal, era inútil reparar La Luisa: ningún turista iba a ir a Arroyo Naranjo a ver el edificio, por muy interesante que fuera la construcción.
A nadie más le interesó la finca, en la cual se rodaron varias escenas de la coproducción cubano-española Las noches de Constantinopla, dirigida en 2001 por Orlando Rojas y en la cual participaron actores del calibre de Francisco Rabal, Verónica Lynn, Rosita Fornés y María Isabel Díaz. Sin embargo, la película no logró atraer la atención de las autoridades sobre el edificio.
De estructura de hormigón y con un diseño que imita las fortalezas del Renacimiento italiano, La Luisa cuenta con largos pasadizos ahora llenos de grafitis, basura y maleza. Alguien –probablemente un mendigo o varios, a juzgar por los objetos– tapió varias entradas de un salón y ahora duerme allí, entre los escombros.
Donde antes estaba una señorial escalera hacia la segunda planta, ahora una hecha de tablas es el único paso para llegar al piso superior. Balcones y ventanales, así como varios arcos con trabajos en mosaico que aún permiten imaginar el tipo de vida que se llevaba en La Luisa cuando la ocupaban los Cortina.
Entre las almenas, destaca el torreón central desde el cual –según se dice– José Manuel Cortina vigilaba su propiedad y a los miembros de su familia, así como al presidente Prío Socarrás. Los árboles y las enredaderas han irrumpido en cada piso, destrozando no solo el enlosado sino también las paredes y vigas.
Aun así, el edificio es sobrecogedor y tiene que haber impresionado a aquellos hombres verde olivo que, en los años 60 –según da fe una foto de la época–, fueron a desalojar a los Cortina. Lo sabe bien Jorge, que bajo un arco derruido sigue admirando La Luisa: "Incluso en estas condiciones tan lamentables, el 'castillo' sigue siendo una belleza".
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